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06 de Agosto  2025 

Frijoles cocidos al calor de nuestros tiempos

La nación antillana ve incrementados los obstáculos para adquirir y/o producir las leguminosas. El bloqueo de Estados Unidos impone vetos y gravámenes asfixiantes para la isleña economía.


Lunes 18 de Enero de 2010 | 12:00:00 AM 

Autor

Melbys Nicola

Para Cuba el vínculo con el frijol es muy estrecho ya que es fundamental en su alimentación junto al arroz y las viandas; siendo parte importante de la dieta diaria al menos en una de las comidas aunque por territorios existen preferencias; por ello el consumo y producción de dicha legumbre en la Isla se enfoca en las variantes del grano negro pequeño opaco, de los cuales se siembra aproximadamente 70 % del área, mientras las de color rojo pequeño y grande y las de color blanco componen el resto. Sin embargo, la nación antillana ve incrementados los obstáculos para adquirir y/o producir las leguminosas. El bloqueo de Estados Unidos impone vetos y gravámenes asfixiantes para la isleña economía.

En Cuba el mayor porcentaje de cultivo corresponde a las áreas de empresas estatales y monocultivo en rotación; el resto se produce en cooperativas agrícolas y campesinos individuales, mas los rendimientos son insuficientes aún, ya sea por errores organizativos, falta de áreas destinadas al cultivo, poca disponibilidad de semillas de calidad, manejo ineficaz de la cosecha y postcosecha y bajo nivel de adopción y transferencia tecnológica.

También influyen de manera drástica condicionantes externos como las plagas, en especial el mosaico dorado del frijol, enfermedades como la bacteriosis y la roya, además de numerosas variedades de malezas invasivas como la Cebolleta, Don Carlos, Lechosa, Metebravo y la Escoba Amarga.

Asimismo, las continuas oscilaciones climatológicas que padece Cuba sensibilizan de manera notoria la obtención de este apreciado alimento, condicionan las fechas de cultivo y recogida y tornan vulnerables todos los estadios de la cosecha, alterable tanto ante sequías como inundaciones.

Es por ello que una de las estrategias asumidas por la Isla es potenciar el manejo integrado del frijol a la par que lograr la diversificación de cultivos y la rotación de estos, ya sea para aminorar el impacto ambiental, permitir la recuperación de los suelos, controlar las plagas y ampliar los beneficios agro-económicos y la variedad de productos obtenidos.

Por su adaptabilidad esta leguminosa prolifera en un amplio espectro de tipos de suelo, preferentemente llanos. En Cuba los estudiosos consignan que la fertilidad de los terrenos es variable, en relación con su situación geográfica, pero de forma tradicional sus grandes regiones frijoleras se han situado en la región oriental, en la provincia de Holguín, aunque también en Pinar del Río, Matanzas y Ciego de Ávila, pero en todo el país se encuentran, en diferente volumen, tierras dedicadas al cultivo del frijol. No obstante, otros importantes productores han sido los Ministerios del Azúcar, las Fuerzas Armadas y del Interior con fines de autoabastecimiento esencialmente.

SOLUCIONES EN CONTEXTO

Propio de las Américas es el frijol. Su desandar por el mundo se remonta a varios siglos de cultura indígena, invasión europea, conquista, colonización e intercambio, ahora de globalización. De mano de los americanos, allá cerca de México, se trasladó por todo el Nuevo continente y luego las flotas europeas lo llevaron allende los mares, a sus metropolitanas tierras convirtiéndolo de este modo en un alimento universal cuya relevancia se ha arraigado con el decursar de los tiempos.

Grandes movimientos comerciales circundan su producción a nivel mundial, donde destacados protagonistas de estos intercambios son México, España, Brasil y Estados Unidos. Y múltiples elementos, que van desde sus propiedades nutritivas hasta su pertenencia al patrimonio gastronómico de muchos países hacen de esta leguminosa un atractivo producto dentro de la balanza de relaciones internacionales, que actualmente por los efectos de la crisis y la desestabilización medioambiental se mueve de forma muy descompensada.

En la actualidad la Isla va en busca de la sustitución (o disminución) de importaciones; una de las alternativas que enfatiza como paliativo ante los impactos de una crisis global y económicamente intransigente. Asumir esta estrategia en los cultivos del frijol, como en otros sectores agrícolas implica un aumento en la producción y resultados que demuestren un crecimiento.

La diversificación del cultivo en pequeñas áreas, la agricultura urbana y suburbana y la utilización eficiente de los recursos, son elementos que se imponen como una necesidad para acometer las actuales exigencias económicas del país, donde la implicación ciudadana también contribuya al autoabastecimiento territorial.

El policultivo es otra potencialidad del frijol, que puede asociar en su ciclo productos como el maíz, a la vez que puede establecer una sucesión con siembras de arroz, tabaco e incluso caña. Para la efectividad es necesaria una mínima preparación de los suelos en donde se priorice el uso de la tracción animal en pos de no dañar los sedimentos. También ha de privilegiarse el manejo integrado de las plagas y los cuidados fito-técnicos necesarios, especialmente con métodos o recursos naturales y de procedencia biológica, o cuyo impacto químico no sea dañino ni para las plantas ni para el medio ambiente en general.

Hoy es esencial afianzar el sistema de producción de semillas de frijol y extender la preservación del grano para consumo a fin de que se minimicen las pérdidas y se preserve la calidad. Asimismo, se impone una atención sistemática para asegurar las dos cosechas anuales pues en los últimos años ha decaído la producción de frijoles en Cuba de acuerdo con balance de su Oficina Nacional de Estadísticas para el año 2008, donde se percibe el decrecimiento: mientras en el año 2004 se produjeron casi 133 000 toneladas de frijoles, en el año 2008 solo se reportaron 97 200 toneladas.

Es notoria igualmente la diferencia entre el número de hectáreas (ha) cultivadas pues, si bien en 2004 se cultivaban 112 201 ha, en 2008 solo se trabajaron en este sentido 95 306 ha.

PARTICULARIDADES QUE NUTREN

Desde que el fruto se expandiera por el mundo, sus valores nutritivos y aceptación han ejercido una considerable influencia en el reflujo económico que protagoniza, como también lo hacen las condiciones medioambientales actuales y en el aumento de los precios de mercado que marcan los nuevos productores, generalmente superiores en tecnología. Los costos que exige una infraestructura moderna y efectiva, así como el sobreprecio de los productos para el cuidado fitosanitario son igualmente incisivos.

Muchas subcategorías emplean las ciencias especializadas para definir sus objetos de estudio pero los lindes con la cotidianidad social, con el argot humano y precisamente más subjetivo, cambian las denominaciones. Así, aunque de una región a otra difieran los nombres, los frijoles, frejoles, judías, porotos, granos, pochas, fabas, chícharos, caraotas, alubias o habichuelas son en concreto las semillas comestibles de Phaseolus vulgaris, una especie de la familia de las leguminosas que posee numerosas variedades y que es uno de los principales alimentos en las dietas de muchos grupos sociales, tanto en las vainas verdes como en granos secos.

El frijol, cultivado preferencialmente con el fin de cosechar el grano seco, que contiene 24 % de proteína, también se utiliza en menor proporción como vaina en sí, que debe consumirse preferentemente fresca o procesada y otra parte se emplea para la obtención de forraje.

Altamente valorado por sus múltiples componentes proteicos y cualidades nutritivas dicho alimento es un gran receptor de fibras y carbohidratos, abundante en vitaminas del complejo B, como ácido fólico y una fuente considerable de minerales como calcio, fósforo y potasio, entre otros. En especial su alto contenido de hierro, elemento vital para el buen desarrollo cerebral, ayuda a corregir desórdenes biliares, gota, enfermedades reumáticas, disminuye la tasa de colesterol y es eficaz contra la anemia.

Diverso también en variedades, el frijol se caracteriza de acuerdo con su tamaño, forma, color y tipo y se distingue en negros, amarillos, blancos, colorados, etc. Al respecto los investigadores destacan que actualmente contamos en el mundo con unas 180 especies del género Phaseolus, de los cuales aproximadamente 126 provienen del continente americano, 54 del sur de Asia y Oriente de África, 2 de Australia y tan solo uno de Europa.

Refiere la bibliografía que los frijoles datan de hace aproximadamente 7 000 años a.n.e., del sur de México, donde los oriundos habitantes cultivaron múltiples variedades que ya abundaban cuando llegaron los peninsulares y digno representante de un intercambio de culturas el frijol se mostró versátil antes las variedades climatológicas y no marcó diferencias geográficas: el nutritivo alimento prosperó y prospera tanto en climas fríos como cálidos, aunque en suelos poco salinos, con índice medio de lluvias. Como ya hemos apuntado, en numerosos países el consumo de frijol es un acto cotidiano y sus diversas formas de cocción lo convierten en protagonista de platos tradicionales. En muchas regiones del mundo, especialmente en América, los frijoles son notorios dentro de la cultura culinaria donde se asemejan las composiciones pero varían las formas de presentación y las denominaciones.

Particularmente en Cuba los frijoles son parte de la identidad de la Isla y su gastronomía incluye variadas formas de preparación aunque de manera general se consumen las legumbres secas en potajes elaborados con verduras y especies aromáticas o cocidos con arroz, confecciones estas que gozan de gran aprecio popular.

Su connotación cultural podría ser una de las principales razones para enfatizar dentro de nuestra producción agropecuaria la producción de las leguminosas, es un hecho que la demanda nacional influye en los actos de consumo, compra y venta. Pero es innegable también su significación para la salud y la alimentación de la sociedad. Tampoco deberíamos obviar que en el contexto económico actual resulta más eficiente contar con recursos y bienes propios para no tener que adquirirlos en el convulso medio exterior.

Especialmente Cuba esta marcada por inusuales condiciones económicas impuestas por el bloqueo estadounidense y para ella los costos siempre son superiores, por esta razón producir internamente, potenciar nuestras capacidades agro-económicas es una actitud que se impone sin dilación para garantizar la permanencia del cotizado alimento.

Los conocimientos técnicos, la experiencia y las tierras para el desarrollo del frijol en Cuba existen y nos han distinguido siempre, aunque contradictoriamente en los últimos años la producción de esta leguminosa haya menguado a tal punto que la cifra de importaciones por año alcanza las 60 000 toneladas. La actualidad impone, implica, nuevos retos, nuevas soluciones, pero también demanda mirar hacia nuestros aprendizajes y llevarlos a un punto superior.

No son necesarias ahora las metáforas o las postergaciones, es imperioso hablar de crecimientos. El poder para ascender hacia nuestras aspiraciones solo puede partir de nosotros mismos, de la capacidad auténtica y la disposición para crear nuestra propia magia.

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