Las leyes fijan las normas mínimas que han de regir las prácticas comerciales y la conducta responsable y ética de empleadores y empleados.
Cada entidad posee una filosofía que forma parte de su cultura y que constituye un reflejo del enfoque de dicha empresa, en lo que respecta a las responsabilidades sociales y a esta última corresponden sus prácticas respecto a terceros, tales como clientes, competidores, gobierno, empleados, proveedores y acreedores, entre otros.
Lo que se entiende por ser responsable socialmente difiere entre industrias y de una empresa a otra, pues las normas específicas difieren, ya que los gestores piensan de modo diferente a lo que considera una conducta socialmente responsable. Algunos la asumen como una obligación, mientras que otros la perciben como una situación reactiva, e incluso, hay quienes consideran más apropiada una conducta proactiva.
Hay que tener en cuenta los tipos de propiedad existentes y fundamentalmente nos referiremos a la capitalista y la socialista, lo cual no excluye las asociaciones productivas entre empresas de uno y otro modo de producción y la propiedad individual, mientras en sus relaciones presida la ética.
LA RESPONSABILIDAD SOCIAL
Según el profesor Steven J. Skinner, este punto de vista sostiene que una compañía se compromete a una conducta socialmente responsable cuando únicamente busca el beneficio dentro del marco de restricciones impuesta por la ley. Se parte del criterio, que primeramente, la sociedad presta su apoyo a los negocios, permitiéndoles existir y que los negocios están obligados a recompensar a la sociedad con el aporte de beneficios.
De este modo, esta conducta se considera socialmente irresponsable. Algunos autores plantean que solo hay una responsabilidad social de la empresa: utilizar sus recursos y emprender actividades dirigidas a incrementar sus ganancias, siempre que se atenga a las reglas de la competencia, libre y abierta, sin engaños ni fraudes.
Los defensores de la responsabilidad social como obligación ofrecen cuatro argumentos principales para sustentar sus puntos de vista.
En primer lugar, las empresas se hacen responsables ante sus accionistas, así pues, la única responsabilidad de la dirección, es servir a los intereses de los accionistas, gestionando de tal modo, que produzca resultados de los cuales se benefician solamente los accionistas.
En segundo lugar, las actividades con responsabilidad social como los programas de mejoramiento social deberán determinarse por ley, por política pública y por las acciones y contribuciones de individuos privados.
En su calidad de representante del pueblo, el gobierno, por legislar y asignar ingresos fiscales, está en la mejor posición para determinar la naturaleza de las mejorías sociales necesarias así como para efectuarlas.
Las empresas contribuyen pagando impuestos al gobierno el cual determina, con pleno derecho, cómo deberán utilizarse los fondos obtenidos por esta vía. En tercer lugar, si los mencionados responsables asignan parte de los beneficios obtenidos a actividades para el mejoramiento social, está abusando de su autoridad.
Por otra parte, la gestión impone tributos a los accionistas, cuando se queda con sus beneficios y los invierte en actividades que carecen de una rentabilidad inmediata para la compañía.
Los gestores no son funcionarios elegidos por votación popular y emprenden acciones que afectan a la sociedad, sin hacerse responsables ante la misma, además, no han sido adiestrados para tomar decisiones que no sean de índole económica.
En cuarto lugar, estas acciones de la dirección de las empresas pueden ser lesivas para la sociedad. De esta forma, con el tiempo, los costos financieros de las actividades sociales pueden conllevar aumentos de los precios de los bienes y servicios de la empresa, trasladando a los clientes el aumento de ese precio en la factura. Si esto es así, los gestores habrán actuado contra los intereses de los clientes y en última instancia, de los accionistas.
Una interpretación algo más restrictiva de la responsabilidad social, como reacción social, es que se limita exclusivamente a acciones voluntarias, o sea, que cuando una entidad asume una conducta socialmente obligatoria no es socialmente responsable, ya que su conducta no es voluntaria.
Una empresa deja de ser responsable socialmente si se limita a cumplir con los requerimientos mínimos de la ley. La responsabilidad social va un poco más allá de lo que exige la legislación.
SENSIBILIDAD SOCIAL
Desde hace algunos años, se conoce como sensibilidad social a acciones que van más allá de la obligación con la sociedad y de la reacción social a la vez, constituye el significado más amplio de la responsabilidad social. Este último parecer se apoya en dos premisas:
- las organizaciones deberán estar comprometidas en la prevención y en la solución de los problemas sociales.
- las empresas están entre las entidades más eficientes para solucionar con mayor efectividad las dificultades en una sociedad capitalista. En el socialismo se sienten más comprometidas con la solución de los problemas sociales e invierten sus recursos en entidades ajenas para buscar resultados efectivos a cualquier conflicto de la sociedad y nunca como propaganda política para un partido, ni para favorecer determinados grupos. En la sociedad capitalista, la prioridad es para determinadas personas y familias que pertenecientes a las esferas más altas de la sociedad. En el socialismo el interés es atender a las necesidades de la población en su conjunto, sin privilegios para personas determinadas. Esto hace que el papel de las empresas, individualmente se afirme en lograr cumplir las utilidades planificadas, logrando que sus trabajadores participen individualmente en los beneficios que corresponden a su esfuerzo y resultados tanto por el trabajo físico, como intelectual.
Muchas personas creen que la ética es un asunto novedoso en el mundo de los negocios, lo cual es erróneo, ya que en el año 560 antes de Cristo, el filósofo griego Quilón, dijo: “es mejor para un comerciante, perder dinero, que obtener ganancias sin honestidad”.
No podemos desechar la idea de que la falta de honradez siempre infecta a los demás. En un país capitalista desarrollado como Estados Unidos de Norteamérica, se han dado muestras de falta de ética a través de los años, por ejemplo, la General Electric, por facturación ilegal entre otros delitos; a E.F. Hutton, por fraude en la comunicación por cable; a Lockeed, por soborno a funcionarios públicos y a AMF, por manipulación fraudulenta de las pensiones, lo cual ha ido creciendo año por año, y casi todos los casos, han terminado en escándalos públicos, como los negocios del petróleo en Iraq, por miles de millones de dólares.
Hay muchas definiciones de la ética, y todas coinciden en que es una conducta justa y razonable, que va más allá de la obediencia a las leyes y reglamentaciones existentes. Partimos del criterio, que es necesario poner en práctica la honradez, la confianza, el trato justo y la moralidad, si deseamos que la competitividad sea saludable para toda la sociedad.
No cabe duda, de que mucho tendrán que trabajar las futuras generaciones en los diferentes países, hasta que la ética, y los principios rijan el destino de toda la sociedad, pero lo más importante no es que coincidamos con este criterio, sino que la humanidad todavía muy joven, lo logrará.
LE RECOMIENDO:
• Entender que no todas las normas específicas son iguales para todas las empresas. • Tener siempre en mente la existencia de decisiones empresariales que pueden ser lesivas para una parte de la sociedad. • Comprender que cuando una acción es obligatoria para una entidad o persona, carece de valor social para ellos. • Proponerse ser sensiblemente social, significa aspirar a subir aún más en su escala de valores como persona que merece respeto. • Asumir que es preferible perder dinero, que obtenerlo sin honestidad.