Uno de los problemas que más incide en los bajos niveles de producción de leche en Camagüey son las vacas vacías, que no paren, y los índices de natalidad por debajo de lo permisible. Autor: Enrique Atiénzar Rivero Publicado: 20/05/2025 | 10:08 pm
Isidro Saavedra Salazar es de esos guajiros que no se despintan, siguen la tradición familiar de sacar provecho a la producción ganadera y deciden, en los nuevos tiempos, alinearse a la ciencia, la técnica y la innovación que debe, irremediablemente, apoderarse de la campiña.
En este 2025, tanto él como Mayelin, su inseparable compañera en la vida y en el trabajo, celebraron su proclamación como ganador nacional del Premio a la Excelencia Ubre Blanca, que otorga la Sociedad Cubana de la Leche (Socol), perteneciente a la Asociación Cubana de Producción Animal (ACPA), durante la clausura de la Feria Internacional Fiagrop, de Boyeros.
Rosario Camejo Martínez, más conocida como Charito, presidenta de la organización en la provincia, explicó que el reconocimiento es otorgado por mantenerse durante varios años entre los productores de leche más destacados. “Es una finca diversificada, con buenos resultados. Isidro lleva tiempo como el mejor productor en el municipio de Jimaguayú. Ellos son muy consagrados y dedicados. Merecen todo nuestro respeto”.
Después que se deja atrás el poblado de Contramaestre, por la carretera a Santa Cruz del Sur, desde que se enfila el camino hacia la finca La Marina es apreciable la organización y la limpieza. Las espigadas palmeras imprimen colorido a la campiña, y el paisaje muestra belleza y vitalidad: las vacas tomando sombra bajo un frondoso árbol, los vaqueros evitando que la masa se desperdigue a otras áreas que no sean las de asegurar los pastos, plantas forrajeras y una que otra de la familia de las proteicas, impulsada por Fidel.
Desde hace unos cinco años, la finca se ha convertido en un baluarte de la ciencia y la técnica, como parte de una formulación científica enfilada a acelerar el conocimiento y las oportunidades para que la gestación transcurra en el momento ideal y haya más nacimientos, en correspondencia con las necesidades económicas del país.
Corría el año 2019 y se puso en marcha en Camagüey el ensayo internacional en el que se unieron recursos humanos y financieros del Consejo Interuniversitario Flamenco, del Reino de Bélgica, con su programa VLIR-UOS y la Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte a través de las facultades de Informática y Ciencias Exactas, y de Ciencias Agropecuarias, bajo la guía del Doctor en Ciencias Godofredo Garay Álvarez.
Dicho proyecto busca identificar de manera automatizada el celo de la vaca mediante collares con etiquetas, los cuales recolectan información sobre la actividad física del animal, clasificándolos en tres estados: potencialmente en celo, con comportamiento normal; la que tiene algún problema y la enferma. Mediante un sistema de sensores, se leen esos datos y se registran a través de la computadora.
Y no se trata solo del celo, sino además la actividad de rumia, el comportamiento alimentario y los períodos de inactividad, asuntos a los que dedica tiempo Mayelin.
“Si no tuviera un puntal como ella, que trabaja junto a mí, a brazo partido, no pudiera alcanzar los resultados, domina muy bien la tecnología”, explica Isidro.
Uno de los problemas que más incide en los bajos niveles de producción de leche en Camagüey son las vacas vacías, que no paren, y los índices de natalidad por debajo de lo permisible. Por eso, este proyecto es una oportunidad que no debe perderse y mientras pueda generalizarse, pensar en extender la inseminación artificial, a sabiendas de los problemas de recursos.
Y como en La Marina no salen de una investigación para entrar en otra, recientemente estuvieron allí ejecutivos del proyecto de desarrollo agroindustrial sostenible Prolaif, en ejecución en cuatro municipios de la provincia de Camagüey. El plan busca generalizar el conocimiento de tecnologías novedosas, crear cadenas de valor, desarrollar enfoques agroecológicos, promover transformaciones energéticas y mejorar el enfrentamiento a los efectos del cambio climático.
¿Qué más les falta? Pues muy poco. Entre las aspiraciones se encuentra instalar un biodigestor, canalizado mediante la ACPA, para la producción de biogás, otra fuente renovable de energía, perdida en Camagüey, provincia que en los años ‘80 del pasado siglo, era una potencia.
En la azotea de la casa, construida de mampostería, paneles solares aseguran electricidad por el día y, como si fuera poco, el veterano molino de viento, heredado del padre hace más de 70 años, asegura el necesario régimen de agua para el consumo de los animales.
“Vamos bien respecto a las producciones de viandas para la familia, incluso, ampliamos la siembra de frijoles, arroz y sorgo, pero hoy la finca tiene la necesidad imperiosa, aparte de autoabastecerse, de ayudar a comunidades cercanas”.
Como ejemplo a seguir por otros campesinos, fomentan la caña forrajera, el mulato, una variedad de pasto, king grass y otras plantas proteicas. También están sembrando la canavalia, una leguminosa capaz de prosperar en una gran variedad de entornos y que, además de ser un abono verde por su gran aporte de materia orgánica, ofrece otros beneficios a los sistemas de producción agrícola.
En el 2004 en La Marina produjeron 89 875 litros de leche y desde enero a marzo, a pesar de encontrarse en el periodo seco, 12 136, con unas 34 vacas en ordeño.(Tomado del periodico Adelante).