La Tarea Vida como Plan de Estado ha alcanzado mayor grado de maduración en su implementación, opina Yamilé Lamothe Crespo. Autor: Archivo web Publicado: 25/09/2025 | 08:27 am
La elevada vulnerabilidad del sector agropecuario ante los efectos de la variabilidad y el cambio climático lo colocan entre los sectores prioritarios para la implementación de las acciones del Plan de Estado para el Enfrentamiento al Cambio Climático, más conocido como Tarea Vida.
Entre las acciones estratégicas para este ámbito se considera una prioridad adaptar las actividades agropecuarias a los cambios actuales y futuros del clima, promoviendo los cambios en el uso de la tierra como consecuencia de la elevación del nivel medio del mar y la sequía; mejorar las condiciones de los suelos, introducir y desarrollar variedades resistentes; así como dirigir la reforestación hacia la máxima protección de los suelos y las aguas en cantidad y calidad.
La Tarea Vida como Plan de Estado ha alcanzado mayor grado de maduración en su implementación, así opina Yamilé Lamothe Crespo, subdirectora de Ciencia, Innovación y Extensión Agraria del Ministerio de la Agricultura de Cuba.
Responsable de conducir la Tarea Vida en el organismo rector de la agricultura cubana tiene argumentos para esa afirmación. Entre otros elementos, considera que ha logrado integrar cada vez más a los sectores, a las autoridades locales, al sector del conocimiento y a las formas no estatales de gestión, entre otros. “Entre todos estos actores se han creado alianzas que conectan al sector público y al privado y esto le otorga fortaleza a este instrumento de implementación de la política ambiental cubana”, destacó.
A su juicio, hoy se puede decir que existe mayor concientización de lo que el cambio climático representa para Cuba como pequeño Estado insular en vías de desarrollo, lo que constituye una gran fortaleza. Esa concientización también se ha producidor en el sector agropecuario y forestal.
En los últimos años, este decisivo sector económico que tiene como principal encargo la producción de alimentos para la población y la economía se ha desarrollado en un contexto de gran complejidad y de múltiples desafíos, sin embargo, a pesar de ese escenario realmente adverso “existe un grupo de resultados que de manera gradual se han venido obteniendo en los diferentes programas de desarrollo productivo, que es la forma en la que se organiza la agricultura cubana, en correspondencia con la Ley de Soberanía Alimentaria, Seguridad Alimentaria y Nutricional”, destacó.
En la práctica
De acuerdo con Lamothe Crespo, existe un grupo de resultados que hoy ya son ciencia constituidas y que además se implementan por medio de los programas en los diferentes sistemas de producción y que son fruto de las investigaciones que a lo largo de los años han realizado los diferentes centros de investigación del sistema de ciencias agrarias y de otros centros que se vinculan a la agricultura desde las universidades y la academia.
Un ejemplo de esto, indicó, se expresa en la introducción de variedades vegetales y de razas animales que se obtienen como resultado de los programas de mejoramiento y a los que se les logran atribuir caracteres de tolerancia a la variables climáticas de mayor incidencia, (tanto para los cultivos como para los animales productivos), por ejemplo a la temperatura, a la sequía, a los fuertes vientos y también a los diferentes impactos derivados del cambio climático como a las enfermedades que, en varios casos, son de muy difícil control.
La Subdirectora puso como ejemplo las producciones que responden a los programas de arroz, frijol, maíz, viandas, frutales, café, miel y ganadería porcina y vacuna. En el caso particular del tabaco, precisó, que el 100 % de los cultivares de tabaco negro que se utilizan en la producción de los puros tienen potencialidades para enfrentar los impactos del cambio climático y “esto es un resultado de la ciencia cubana. Es una fortaleza y nos otorga soberanía”.
En la producción agrícola, se dispone de un esquema de biofertilización para las diferentes fases de los cultivos, cuyos productos son de factura nacional y forman parte de un programa de bioproductos que coordina y conduce al Ministerio de la Agricultura y que, a pesar de las limitaciones con la energía, alguna materia prima y envase se avanza acorde a la necesidad, aunque se debe continuar fortaleciendo, porque es un programa que garantiza la fertilización en las condiciones actuales del país.
Según un reporte sobre la Tarea Vida, al cierre de 2024 entre los resultados del sector agropecuario se mencionan la elaboración de los Planes de Acción Municipales, de acuerdo con a la organización de los Sistemas Alimentarios Locales (SAL) en el contexto de la Ley de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional, en los que se incorporan las acciones de adaptación por cada uno de los 20 Programas de Desarrollo Productivo.
Otro saldo es que se cuenta con Planes de Adaptación para los programas de cultivo de arroz, papa, frutales, frijoles, tabaco, viandas, ganadería vacuna y porcina, semillas y recursos fitogenéticos, suelo y fertilizantes, forestal y agricultura urbana, suburbana y familiar y se utilizaron 132 variedades adaptadas al clima en 437 705 hectáreas (ha)
En el país han sido aplicadas buenas prácticas de manejo en 2 376,10 ha en 10 polígonos demostrativos de suelos, agua y bosques, con la introducción de tecnologías sostenibles, en tanto se ha trabajado en la instalación de siete viveros forestales tecnificados en ecosistemas costeros, con el apoyo de la cooperación internacional, específicamente del proyecto Mi Costa con financiamiento del Fondo Verde para el Clima.