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Punta de Maisí, villa junto al faro

A finales de 2016, tras las afectaciones del huracán Matthew, abrió sus puertas la Villa Punta de Maisí la cual recibe turistas foráneos y nacionales


Martes 09 de Octubre de 2018 | 12:00:00 AM 

Autor

Raquel Sierra

Hace dos años, el devastador huracán Matthew, que alcanzó categoría cuatro en la escala Saffir-Simpson, de cinco,  provocó severos daños en la zona oriental de Cuba. Datos oficiales indican que ese meteoro dejó pérdidas por unos  2 430 millones de pesos, lo que lo ubica en la cuarta posición entre los huracanes que mayores perjuicios ha causado a la economía cubana.

Con los vientos de Matthew se afectaron total o parcialmente más de 42 000 viviendas en Guantánamo: en Maisí resultó dañado el 89 %  del fondo habitacional y en Baracoa, el 88 %.

El huracán ocasionó serias afectaciones en el 96 % de las escuelas y círculos infantiles, y se reportan 120 centros de salud como los más dañados. En total se estimaron afectaciones en más de 2 000 instalaciones públicas, incluidos los de servicios a la población como tiendas, panaderías, centros deportivos y culturales; unos 63 acueductos y 15 puentes, varios de estos totalmente destruidos.

Las condiciones básicas de vida de las personas, sus fuentes de ingresos y medios de vida, fueron seriamente impactados por los graves daños a la infraestructura y a los cultivos de café, cacao y coco, principales fuentes económicas de la región.

Las afectaciones al patrimonio histórico y natural implicaron, además, pérdidas en los ingresos de las personas que trabajan en el sector turístico local. 

La otra huella que dejó Matthew

Las afectaciones del huracán trajeron un fuerte movimiento nacional por la recuperación. A la par, Matthew destapó necesidades y soluciones postergadas en materia de vivienda, infraestructura vial y desarrollo económico, que contribuyeran a mejorar las condiciones de vida de la población.

Hasta hace algo más de un año, para llegar al poblado de La Máquina, capital del municipio de Maisí, a 60 kilómetros de la Villa Primada: Baracoa, había dos posibilidades: por Cajobajo o atravesando la loma de la Boruga, uno de los tramos más peligrosos en la vía Baracoa-Maisí, en la provincia de Guantánamo: una pendiente con muchas curvas, que hacía desistir de visitar la zona a no pocas personas.

Tras el meteoro, se emprendió la construcción de un desvío que redujera la posibilidad de accidentes, lo que facilita hoy el acceso hasta el municipio de Maisí.  La pendiente de la vía actual es menor, mientras que la carretera es espaciosa y permite el paso de vehículos en ambos sentidos, a diferencia de la anterior.

En ese territorio, además de acciones para la recuperación de los cultivos fundamentales y la creación de mini industrias para la producción de derivados de coco, cacao y materiales de construcción emprendidos por los gobiernos locales junto al Ministerio de la Agricultura, el sector turístico impulsó la reparación e incremento de capacidades de alojamiento.

Una villa junto al faro

Surgió así la Villa Punta de Maisí, a unos 12 kilómetros de La Máquina. Aunque el acceso es bastante limitado mediante el transporte público, los visitantes no dejan de llegar,  interesados no solo por el faro que saltó al celuloide con la película Viva Cuba, sino también para disfrutar de una instalación que desafía la memoria de Matthew.

De acuerdo con Wiliam Romero Frómeta, director de la villa, esta fue fundada el 18 de noviembre de 2016, por el ministro Manuel Marrero.

La villa cuenta con 10 habitaciones, siete se alquilan en moneda nacional, mientras que tres cabañas especiales se comercializan en pesos convertibles, mediante agencias o directamente en carpeta. La instalación brinda servicios gastronómicos tiene una piscina con tecnología de avanzada y un bar, tanto para los clientes alojados como para quienes disfrutan de los pasadías, describe Romero.

“La mayor cantidad de turistas que vienen son, en primer lugar, de Canadá, España, Italia y Estados Unidos. Llegan también muchas personas de La Habana, Santiago de Cuba y Camagüey, pero los que más aportan al turismo nacional son Guantánamo y Baracoa. El promedio de estancia de huéspedes extranjeros son dos días y entre tres y cinco, los nacionales”, indica el director.

Como la apertura fue a finales de 2016, en ese año operamos dos meses nada más. En 2017 tuvo buen nivel de aceptación por la promoción que se hizo de la villa a través de las emisoras locales y la agencia Islazul. Los visitantes valoran mucho la tranquilidad, el entorno natural que tiene y los senderos, explicó.

Durante 2018 emprendieron la ampliación de los servicios, con la construcción de un ranchón para bar y cafetería y una pasarela hasta la playa. “La zona es muy cálida y por las características de la construcción los visitantes podrán disfrutar de la brisa marina”.

La apertura de esta instalación, perteneciente al grupo hotelero Islazul, ha tenido entre sus beneficios la creación de empleos. “Somos 25 trabajadores. Como ninguno tenía experiencia de trabajo en el turismo, se les dio una preparación especial. Además, en la medida en que ha ido pasando el tiempo, se ha organizado un plan de capacitación para las diferentes áreas, incluido uno dirigido específicamente al de cocina”, abundó Romero.

Según explicó, las capacidades de alojamiento de la villa se comercializan mediante las oficinas de Campismo y en el caso de las cabañas en pesos convertibles, en la cadena Islazul. También existe un contrato con Cubatur para recorridos que incluyen a Baracoa y Punta de Maisí.

Entre Baracoa y Maisí

En el camino a Maisí, justo antes de la entrada a la loma La Boruga -hoy cerrada a la circulación de vehículos-, existe un punto que por la belleza del paisaje atrae a visitantes de diferentes latitudes: el Área Protegida y elemento natural destacado Cañón del río Yumurí.

El área forma parte de la zona de plegamiento Nipe-Sagua-Baracoa, donde afloran rocas calizas del Eoceno, caracterizadas por una fuerte erosión por la acción pluvial y eólica, que provocaron un profundo cañón a lo largo de una falla que desciende desde las montañas hasta el nivel del mar y que en algunos puntos alcanza hasta los 300 metros de altitud.

En la actualidad la lista de flora del área supera las 100 especies que corresponden a más de 30 familias. Sus bosques están conformados por árboles emergentes que alcanzan más de 20  metros de altura, entre estos la palma real y  helechos.

En el centro de visitantes, a 24 kilómetros de La Máquina, muy próximo a la desembocadura del río, se puede disfrutar de paseos en bote, baños en sus aguas y la playa, senderos y variadas ofertas de la gastronomía local.

Desde el mirador Alto Punta de Silencio, en la nueva carretera, a pocos metros de la desembocadura del Yumurí, se pueden captar hermosas vistas de la costa y el mar.

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