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07 de Junio  2025 

La fortuna de Amaro

Las aguas minero naturales de esa zona villaclareña poseen virtudes terapéuticas avaladas por autoridades médicas. La planta embotelladora instalada allí podría triplicar la capacidad actual en dependencia de la demanda del mercado


Viernes 11 de Junio de 2010 | 12:00:00 AM 

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El agua mineral natural Amaro posee virtudes terapéuticas, avalada por autoridades sanitarias, que la hacen atractiva en el mercado.

En el municipio villaclareño de Santo Domingo está la planta embotelladora que la produce y comercializa, la cual tiene capacidad para 3 500 paquetes de doce botellas de 500 mililitros cada ocho horas.

Su director Rodolfo Sánchez Martínez, explicó que esta producción puede triplicarse en dependencia de la demanda del mercado, pues la materia prima fundamental es suficiente y garantizada por tiempo indefinido, según los estudios más recientes de la Empresa Geominera.

Precisa que esta instalación fue modernizada y los caudales originales renovados por yacimientos que se localizan a casi dos kilómetros, con 82 metros de profundidad y un flujo continuo.

Estas aguas son certificadas por el Sistema de Análisis de Riesgos y Puntos Críticos de Control -HACCP- además de someterse a pruebas de rigor cada lote que se comercializa mediante un laboratorio de microbiología que se responsabiliza con el examen regular y sistemático.

Amaro elabora sus propios envases PET y es la única instalación de esa rama en el país en disponer de una conformadora para los de 19 litros, los denominados botellones. BONDADES

Por sus propiedades curativas las aguas de los manantiales de Amaro, ricas en magnesio y hierro, comenzaron a adquirir fama desde 1885 cuando funcionó allí un balneario de dos plantas, hecho de tablas, que se conserva en alguna que otra estampa.

Fueron avaladas por autoridades médicas como los doctores Joaquín Albarrán y Ángel Arturo Aballí -entre otros tantos- y refrendadas por Emilio Roig de Leuchsenring en -El libro de Cuba -1925--, en el cual asevera que las aguas de Amaro, junto a otras del territorio, por su pureza y bondades naturales favorables al mantenimiento de la salud, eran -exportadas en grandes cantidades para el consumo mundial- socavando el prestigio de otras renombradas entonces.

En 1911 merecieron la medalla dorada en la feria comercial de La Habana, un año después alcanzan esa propia condición en similar evento convocado en Camagüey, y en 1917 se coronan y se le acredita el Gran Premio en Milano, Italia.

A la fama de estos manantiales contribuyó el hallazgo en esa zona de una botija con oro. La historiografía cuenta que el agraciado, Don Bernardo de la Torre, erigió con esa fortuna el hotel Telégrafo de Sagua La Grande. Pero en la actualidad, estas aguas son más admiradas por ser puras y bacteriológicamente libres de contaminación, con alta potabilidad y capaces de contrarrestar afecciones digestivas.

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