Las crecientes campañas contra el alcohol o para su consumo moderado y responsable, sugieren cambios sustanciales como los llamados vinos sin, que inserta en el catálogo comercial el Natureo de Miguel Torres con apenas 0,5% de contenido etílico a partir de uvas moscatel cuyo caldo blanco se desalcoholiza, una opción para conductores, aquellos que profesan ciertas religiones y embarazadas.
Aunque las regulaciones varían en cada país, el diseño de las etiquetas de las botellas de vino conforma cada vez más una identidad muy a tener en cuenta en la estrategia de marketing de cada firma. Ellas determinan la imagen que se aspira a transmitir a los diversos segmentos del mercado, sea clásica, sobria o moderna, portadoras siempre de un mensaje que permita su distinción inmediata y clara en los anaqueles, para lo que se apela incluso al papel reciclado.
Persiste el protocolo europeo de incluir marca, región de origen, año de la cosecha, graduación alcohólica y el nombre de la bodega productora, a lo que en las Américas se le agrega el tipo de uva o los componentes en la mezcla de éstas, práctica que atrae a los productores europeos que tienden a incluir el varietal, mientras las contraetiquetas y anillos para el cuello tienden a ser más explícitos sobre el producto con la inserción de notas de cata, sugerencias de maridajes y hasta detalles del cultivo, muy en particular cuando es orgánico.
Otra modalidad en extensión descarta la clásica botella bordelesa tan recurrida para detener los sedimentos, por las de copa larga, de hombros más anchos y vidrio más grueso, capaz de preponderar ante las convencionales.
En la temporada cobra fuerzas el empleo de los envases PET reciclables, pese a la mayoría de detractores que lo consideran una afrenta ante un mercado tan tradicional, que se resiste también al empleo de tapones sintéticos.
Y entre el debate y la aceptación que impone la limitante cada vez más creciente de recursos y financiamiento, incluso el cuidado del medio ambiente, aparecen variantes como los envases de cartón-Tetra- y de aluminio -latas- que reducen el tiempo aprovechable de la bebida a un año, a lo sumo dos, y en ese tropel innovador aparece también el Bag in Box o bolsa de plástico o aluminio, protegida por un envase rígido de cartón y habilitada con un absorbente para succionar el vino.
La crisis mundial induce también a la concentración en grandes viñedos mediante fusiones o adquisiciones para alcanzar una mayor competitividad ante la baja del poder adquisitivo, capaz de permitir una relación calidad-precio atemperada a los tiempos. Por esos senderos deambulan los bodegueros, que ven afianzarse a Norteamérica como el área de mayor consumo también para este año, mientras desde un quinquenio atrás deviene la quinta potencial mundial en producción.