Miércoles
15 de Mayo  2024 

Mendrugos después del hartazgo

La mesa está servida, y no precisamente de manjares. Quedan apenas los mendrugos de la orgía neoliberal, que agotó todas las reservas de progreso. El dios Mercado eructa trasnochadas omnipotencias. En sus espasmos, la economía y las finanzas internacionales semejan el banquete de los mendigos.


Lunes 02 de Marzo de 2009 | 12:00:00 AM 

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La undécima cita de Globalización es definitoria, luego de 10 ágoras de acercamientos teóricos para reconocer y definir al monstruo del totalitarismo neoliberal. El único escenario en todo el mundo en el que apologistas y críticos del libre mercado se medirían por primera vez no para cruzar armas, si no para enfrentar ideas, según el anfitrión Roberto Verrier.

Tanta inteligencia diversa no puede estar equivocada al asistir esta vez a las exequias de un modelo voraz: el sumum de la autofagia.

Esta cruzada pensante en La Habana se distingue de las predecesoras por el hecho de que ya viene de retorno de los diagnósticos hacia el tanteo de las alternativas, compulsada por la celeridad de los sucesos: Estamos en plena crisis financiera y económica, una crisis de agotamiento solo comparable con aquel barranco del año 29 del pasado siglo. Un destape total e irreversible de las contradicciones sistémicas del modelo neoliberal.

Ahora intentan los poderosos rescatar con salvatajes gubernamentales ese capital usurero sin riendas, tan omnímodo que se creyó sin banderas ni fronteras que no fuesen la codicia suprema. Ahora andan las finanzas al pairo, y nadie sabe cuándo y cómo volverán a puerto seguro.

Y entre esos témpanos huidizos de las finanzas, está el mar proceloso de esa economía global que sangra por las mismas corrientes que ayer inundaban de placer y gloria a especuladores y usureros. Un mar turbio que puede traer tsunamis inesperados.

En el vórtice mismo de la crisis, se piensa y se acopia sensatez en La Habana. Y entre tantas voces, resuena el eco de una preclara advertencia: alguien que en enero de 1999, cuando se inauguró la era de los encuentros contra el desencuentro, ya vaticinaba estos fragores apocalípticos. Un adelantado que, cuando aún sonaban los cánticos triunfales del mercado hedonista, distinguía el inevitable enmudecimiento de su tiempo.

Si fueron los arrogantes dueños de casi todo quienes decidieron unilateralmente el curso de la economía y las finanzas hoy en despeñadero, no podrá dejárseles a esos exclusivos clubes de poderosos la rearticulación de las alternativas para salvarnos del maremagnum. Al menos, ese fue el mensaje mayor, como una estrella, en la sesión inaugural del XI Encuentro sobre Globalización y problemas del Desarrollo.

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