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26 de Mayo  2025 

Una mirada al moderno mundo de los acrónimos

Desde hace algún tiempo, los países BRIC crean alianzas comerciales entre si y también ponen el ojo en economías orientales emergentes, como Corea del Sur, Indonesia, Vietnam y Japón, originando un nuevo tipo de ambiente geopolítico en el planeta


Jueves 08 de Diciembre de 2011 | 01:00:00 AM 

Autor

Luis Ubeda

Cuando diez años atrás Jim O'Neill, especialista de Goldman Sachs, creó la sigla BRIC, su propósito era identificar al grupo compuesto por las economías con un mayor ritmo de crecimiento (Brasil, Rusia, India y China) y donde sus clientes podían invertir con buenas perspectivas de beneficio a breve lapso.

Por cierto, Goldman Sachs asegura que en 2050 dicho bloque -que ahora incluye a Sudáfrica- superará el Producto Interno Bruto (PIB) de todas las economías desarrolladas, incluyendo el de Japón.

Con posterioridad han surgido muchos otros acrónimos para identificar a grupos de naciones con alguna característica económica en común. El éxito de la sigla BRIC no solo atrapó la atención de los países involucrados, sino que llevó al grupo a institucionalizarse, manteniendo reuniones y estableciendo mecanismos para regular consultas diplomáticas con el fin de discutir posiciones conjuntas.

Tanto es así que una reciente investigación reflejada en el Wall Street Journal demostró que las acciones cuyos símbolos formaban palabras reconocibles repuntaban 8,5 % más en comparación con otras; incluso los economistas observaron que se vendían más las acciones con siglas que significaban algo, lo cual explica la veloz propagación y transformación de la BRIC, que ha pasado a ser BRICS (con la reciente inclusión de Sudáfrica) o BRICK (la K representa la grafía inglesa de Corea del Sur, South Korea).

El mundo de las siglas

Al sobrevenir en 2010 el agravamiento de la crisis de deuda en las naciones de la zona euro, los medios empezaron a calificar a los afectados como PIGS (¿cerdos?), a saber, Portugal, Irlanda, Grecia y España. A raíz del contagio de Italia, hay quienes ya escriben PIIGS…

A este pequeño ejército de siglas se han incorporado no hace mucho, y con connotaciones más positivas, CIVETS (gatos), para designar a Colombia, Indonesia, Vietnam, Egipto, Turquía y Sudáfrica. Este acrónimo es obra de la Unidad de Inteligencia Económica (UIE), equipo de investigación de la revista The Economist. La idea era agrupar a países con economías dinámicas, diversificadas y con poblaciones jóvenes. De algún modo, los CIVETS son complementarios de los BRICS.

También podrían serlo los CEMENT, o países de mercados emergentes excluidos de la nueva terminología. Este acrónimo fue creado por analistas que afirman que el crecimiento de los BRICS depende directamente del de otras economías emergentes. O sea, que para ellos los BRICKS no valen nada sin los CEMENT.

Otras siglas introducidas recientemente son EAGLES (águilas), de países emergentes con altos índices de crecimiento; MINTS, que agrupa a Malasia, Indonesia, Nueva Zelanda, Tailandia y Singapur; MIST (México, Indonesia, Corea del Sur y Turquía) y CASSH (Canadá, Australia, Singapur, Suiza y Hong Kong, esta última una zona especial de la República Popular China).

Sin embargo, cuando el grupo de países no logra generar un acrónimo “pegajoso” se acude a otras soluciones, como por ejemplo el Next-11, conjunto creado también por Jim O'Neill, que incluye a países con potencial para codearse con las mayores economías del siglo XXI, como Bangladesh, Egipto, Indonesia, Irán, México, Nigeria, Pakistán, Filipinas, Corea del Sur, Turquía y Vietnam, entre otras.

El comercio los une… pero compiten

El comercio es el mayor aglutinante de culturas diferentes. Por lo tanto, es natural que países como China, India, Rusia y Brasil se agrupen. Dos de estos BRIC, India y China, son mayúsculos importadores de energía, y los restantes grandes exportadores de recursos, tomando en cuenta las gigantescas reservas de gas y petróleo rusas y los muchos minerales brasileños, como por ejemplo el hierro.

Asimismo, India y China también comparten una interdependencia exclusiva: la primera deviene potencia en materia de servicios, en tanto el gigante asiático del sector manufacturero. Por cierto, en los últimos 15 años, el comercio de India con Estados Unidos y Japón ha estado prácticamente estancado, mientras que con China casi se duplica cuatrienalmente y todo apunta a que alcance los 100 000 millones en 2013.

Y otro dato significativo: en los próximos cinco años, India tiene que producir un millón de megavatios de potencia, y 20 % de todos los equipos eléctricos los adquiere en China.

Ahora bien, ¿cuán inmunes son los países BRICS a las presiones políticas latentes entre ellos? Obviamente existen, pues el bloque no fue concebido por los gobiernos sino que se creó por las propias fuerzas del mercado y la globalización.

Veamos un claro ejemplo. A los ojos de los especialistas, India y China son vistas como dos economías que compiten, pero al mismo tiempo se ven obligadas a cooperar en diversos foros. Ambas potencias se apoyan, por citar algunos, en la Organización Mundial del Comercio (OMC) y en cuestiones como el cambio climático, así como enfrentan desafíos socioeconómicos más o menos similares, por lo que tienden a unirse al negociar un acuerdo con el denominado mundo desarrollado.

Esta es la razón por la cual su relación se caracteriza por una "cooperación competitiva": compiten y, a la vez, cooperan.

Estados Unidos y Europa, en tres y dos

Impulsados por el comercio, muchos países han unido sus esfuerzos económicos a las de India y China, pero todavía dependen de Estados Unidos por motivos de seguridad.

Pero hay un fenómeno en ciernes sobre las poblaciones europeas y estadounidenses: mientras que sus poblaciones envejecerán demográficamente en las próximas décadas, India y China no lo harán, y por tanto están llamadas a liderar los mercados financieros globales.

A tenor con ello, el develamiento de los precios de los productos básicos  (petróleo, minerales y metales) que hoy se origina en Wall Street, emigrará hacia el continente asiático.

Ahora bien, para que esto se concrete, ambas naciones tendrán que transformarse en economías más abiertas y de mayor convertibilidad en sus cuentas de capital, con el fin de facilitar las transacciones de activos financieros en las tasas determinadas por el mercado. Y como es natural, también tendrán que desarrollar sólidas instituciones financieras globales que promuevan este cambio en la economía mundial.

Pero lo que nadie puede poner en duda es que ambas economías dictarán las pautas en un futuro quizá no muy lejano.

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