Sábado
18 de Mayo  2024 

El agujero especulativo español

Sanear los 50 000 millones de activos tóxicos inmobiliarios que contaminan los balances de la banca española y el acopio de los 18 000 millones de capital para cumplir con la norma europea demandan que dedique las ganancias de más de cuatro años. Nada sencillo, como es lógico


Martes 10 de Enero de 2012 | 01:00:00 AM 

Autor

Luis Ubeda

Sin embargo, la banca ibérica tiene otra asignatura pendiente, además del saneamiento inmobiliario: cumplir con los nuevos requisitos de capital que ha impuesto la Autoridad Bancaria Europea (EBA) a las entidades sistémicas de la Unión Europea (UE). En el caso que nos ocupa, el déficit de solvencia asciende a 26 200 millones, que se reducen a unos 18 000 millones si se tiene en cuenta que las entidades pueden convertir en acciones (capital de primera categoría) los bonos convertibles emitidos.

Los requerimientos de la EBA entran en vigor el próximo junio, el plazo máximo para que las entidades alcancen una ratio de 9 %. De hecho, los bancos españoles no cuentan solo con la generación orgánica de capital para lograrlo y, en la mayoría de los casos, ya han puesto en marcha medidas alternativas, como la venta de activos o el canje de preferentes por acciones.

Pero, al menos hasta hoy, la banca de la península no ha renunciado a retribuir a sus accionistas y sigue pagando un pay out (porcentaje del beneficio que se destina a pagar dividendos) próximo a 50 %. En 2010, los cargos asumidos por este concepto fueron de 7 194 millones, según se desprende de la Memoria de Supervisión del Banco de España.

Y las dificultades continúan. Si las entidades tienen que incrementar las provisiones, sus beneficios se reducirán violentamente y, con ello, el pago a los accionistas. Así las cosas, la banca mediana española entraría en pérdidas en los próximos trimestres si se les obligara a aumentar las provisiones para inmuebles hasta e 50 % (desde 30 % actual) o si tuviesen que reconocer un descuento adicional de 20 % sobre estos activos.

Ante tan sombrío panorama, el viernes último el titular de Economía, Luis de Guindos, afirmó que las entidades aún tienen por sanear unos 50 000 millones de euros, y esto después de que desde comienzos de la crisis hayan realizado provisiones por 105 000 millones de euros, una cifra equivalente a 10 % del PIB.

De Guindos reconoció que "en la gran mayoría de los casos, pueden obtener (estas provisiones adicionales) de los beneficios y podría hacerse no en un año, sino en varios”. Según cálculos conservadores, necesitarían algo más de tres años de ganancias, asumiendo que en los próximos ejercicios conseguirán repetir el beneficio de este año, que rondará los 15 600 millones (fue de 7 835 millones hasta junio).

Y peor: De Guindos adelantó que el ajuste podrá diluirse con el tiempo. Además, como reconoció el propio ministro, no todas las entidades serán capaces de obtener las provisiones necesarias con la generación de beneficios. Así que toma fuerza el mensaje que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, lanzó en el discurso de su investidura: la solución tiene que pasar por la reestructuración del sector mediante fusiones.

Tampoco queda del todo descartado que el Gobierno acceda a crear “un banco malo”. Se da por hecho que, en todo caso, no será un banco sistémico, sino que solo servirá para aquellas entidades más débiles que no pueden sanearse con sus propias fuerzas. Y como es natural, son las candidatas por excelencia a ser absorbidas por las fuertes en la próxima ronda de fusiones que inexorablemente ya se avizora.

Comparte esta noticia