Financiado por el Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF) y auspiciado e implementado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el Grupo Empresarial Forestal, y los Ministerios de la Agricultura y de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, entre otras instituciones, el proyecto ha generado y aportado conocimientos, junto a considerables mejoras en las condiciones de vida y trabajo de los pobladores. Autor: Internet Publicado: 08/12/2022 | 11:48 am
Promover un cambio de paradigma en la conservación de la biodiversidad y la gestión de las áreas protegidas fue propósito esencial del proyecto Conectando paisaje, un enfoque paisajístico para conectar ecosistemas montañosos amenazados que, tras ocho años de su implementación, concluyó con un saldo favorable y logros tan loables como la propuesta de constituir por primera vez en Cuba corredores biológicos a escala regional y local desde una visión integradora.
Sobre Conectando paisaje y sus resultados comentaron los beneficiarios y actores durante el taller de cierre de esta iniciativa que abarcó nueve provincias y cuatro macizos montañosos: Guaniguanico, en el occidente; Guamuhaya y Bamburanao, en el centro; y la Sierra Nipe-Sagua-Baracoa, en el oriente; además de unos 40 municipios y fincas agroforestales, en un área que representa el 13 % del territorio nacional y concentra cerca del 70 % de las especies endémicas del país.
Financiado por el Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF) y auspiciado e implementado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el Grupo Empresarial Forestal, y los Ministerios de la Agricultura y de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, entre otras instituciones, el proyecto ha generado y aportado conocimientos, junto a considerables mejoras en las condiciones de vida y trabajo de los pobladores, promotores del avance de sistemas productivos sostenibles.
Entre las principales instituciones participantes se señalan, la Agencia de Medio Ambiente (AMA), el Centro Nacional de Aéreas protegidas, y los Institutos de Ecología y Sistemática, de Geografía Tropical; de Ciencias del Mar, de meteorología; y el Museo Nacional de Historia Natural, por solo citar algunas.
Según trascendió durante el encuentro que sesionó recientemente en el hotel capitalino Gran Manzana Kempinski, la evaluación final y resumen financiero (un monto ascendente a más de siete millones de dólares), demuestran el valor de los resultados del proyecto catalogado por Maritza García García, presidenta de la AMA, como un hito en la manera de preservar la biodiversidad.
“Se trata de integrar al sector productivo con el entorno natural para preservar o rescatar numerosas especies biológicas de importancia mundial, muchas de estas endémicas; es decir combinar intereses económicos y conservacionistas, de manera armónica y compatible, aumentar la capacidad de generar bienes y servicios ambientales y, por tanto, mejorar el bienestar social y la posibilidad de adaptación al cambio climático”, dijo la directiva.
Recordó que la diversidad biológica a nivel mundial está amenazada por los incendios incontrolados, contaminación, prácticas agrícolas y ganaderas inadecuadas, minería a cielo abierto y efectos del calentamiento global, por lo cual, proyectos como Conectando Paisajes se enfrascan en salvaguardar la biodiversidad de la flora y la fauna, la conservación de los suelos y lograr un desarrollo integral y sostenible del área montañosa.
Al resumir los impactos del proyecto de colaboración internacional, su directora Lázara Sotolongo, mencionó la incorporación del tema de paisajes y conectividad en la nueva Ley del Sistema de Recursos Naturales y el Medio Ambiente; la capacitación mediante cursos, talleres y seminarios tanto en el país como en el exterior, de más de 2 000 técnicos, especialistas, productores e investigadores, entre estos 509 mujeres; además de la elaboración de la metodología de funcionamiento de las fincas escuelas, de las cuales ya se cuenta con ocho establecidas.
En la lista de logros sobresalen la incorporación de nueve áreas protegidas y el fortalecimiento de la gestión ambiental en 28 de estas, gracias a la capacitación técnica adquirida y la entrega de equipos y recursos materiales; la instalación de dos redes de biogás en el municipio espirituano de Yaguajay; el incremento de la reforestación en los bosques, que ha permitido extender la cobertura forestal en los macizos y disminuir la fragmentación; y la introducción de prácticas silvopastoriles en miles de hectáreas.
Otros éxitos del proyecto son la evaluación del Índice de Integridad Ecológica en áreas protegidas; la instalación de biodigestores; la reducción de los incendios forestales; la creación del mecanismo de levantamiento del patrimonio forestal; la adquisición y montaje de un vivero tecnificado de tubetes en Paso Cuba, Baracoa, y la puesta en marcha de una despulpadora ecológica de café en Cuatro Vientos, Cienfuegos, con lo cual se logra un ahorro considerable de agua, electricidad y una reducción de los contaminantes, contribuyendo así al proceso de producciones limpias.
Los beneficios abarcaron al Cuerpo de guardabosques con el fortalecimiento de capacidades técnicas en equipos y medios de transporte, ropa de trabajo especializada contraincendios entre otros que propiciaron la reducción de la ocurrencia de incendios forestales y de ilegalidades a partir de fortalecer la información y actualización tecnológica del Sistema de Alerta Temprana en esa actividad.
La coordinadora de Comunicación del proyecto, Guadalupe Bridón Calzado, se refirió a la elaboración de seis folletos destinados al extensionismo agrario, junto a más de 40 publicaciones, que incluyen el libro Diversidad biológica de Cuba: métodos de inventario, monitoreo y colecciones biológicas; el de Mariposas de Cuba: Guía de Campo; el de Aves del Jardín Botánico Nacional; además de un texto sobre Rehabilitación ambiental minera y otros dos conocidos como la Lista Roja de la Flora de Cuba y el Libro Rojo de los Invertebrados terrestres, en los cuales se muestran los grados de amenaza de diversos grupos y especies.
De muy provechoso calificaron a Conectando paisajes sus protagonistas, representantes y organizadores principales, quienes ponderaron los aportes a la educación ambiental, a la conservación del patrimonio forestal y los recursos naturales y su notable influencia en la vida en las lomas, a partir de la generación de empleos, los cambios del sistema productivo y en la seguridad alimentaria, el desarrollo de las montañas y su significación en el enfrentamiento al cambio climático, así como la relevancia de estos resultados en la estrategia de desarrollo municipal y en la sostenibilidad territorial.
Sobre los resultados y las lecciones aprendidas desde 2015 y durante los ocho años de implementado en el país, se insistió en que el proyecto, que contó con apoyo de equipamiento, medios de transporte y recursos materiales en general, demostró la importancia de la sinergia con otros programas de la esfera ambiental como ECOVALOR, BASAL, Manejo Sostenible de Tierras, Manglar y, por supuesto, su estrecha relación con el Plan de Estado para el enfrentamiento al cambio climático, Tarea Vida, entre otros que demuestran el aporte desde lo local a la formación de los recursos humanos, tanto técnicos como profesionales; el vínculo con las universidades territoriales y la necesidad de retomar en toda su magnitud, la Comisión Nacional del Plan Turquino.
De los impactos y las lecciones aprendidas del proyecto resultan decenas de contribuciones en estas temáticas que pudieran servir de referencia para desplegar experiencias similares a nivel global y en particular en el Caribe, a partir de las novedades y aportes que se documentan mediante los resultados científico-tecnológicos y de divulgación, los cuales también contribuyeron a la formación de recursos humanos, con la activa participación de mujeres y jóvenes, entre otros actores de los sitios involucrados.
En representación del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, Grisel Acosta Acosta, destacó las fortalezas de esta iniciativa, que no se reducen a lo ambiental pues -subrayó- por su valor y alcance, esta clasifica como un proceso de transformación social y económica, que demuestra cómo impulsar el desarrollo sostenible desde lo local, involucrando a la población que vive y trabaja en los lomeríos, con un rol participativo que propicia compartir saberes y buenas prácticas agroecológicas desde un enfoque de paisajes.
A crear un proyecto de gestión desde la ciencia como una opción de verdadera integración y asegurar su sostenibilidad desde la legalidad, llamó Daimar Cánovas González, del Instituto de Ecología y Sistemática (asumió la dirección científica y técnica), tras reiterar los propósitos de salvaguardar la biodiversidad de la flora y la fauna, la conservación de los suelos, junto al desarrollo integral y sustentable del área montañosa.
Como afirmó la bióloga Norvys Hernández, es considerable el aporte ofrecido en cuanto a incentivos y motivaciones para permanecer en esos lomeríos intrincados y a cientos de metros sobre el nivel del mar; tal es el caso de Baracoa, donde se ha trabajado con los pobladores más vulnerables en lo recóndito de las montañas, una prueba más de cómo impulsar el desarrollo sostenible desde lo local.
Al respecto, ponderó la eficacia en la ejecución del proyecto y todo lo favorable que deja como las unidades docentes que representan las fincas escuelas, el polígono, la minindustria de jugos, y otros tantos legados que agradecen los campesinos y productores de las montañas guantanameras.
“La trascendencia de este programa radica en que en esas regiones también se desarrollan actividades económicas que dependen de la biodiversidad como son la producción de café, forestal, cultivos varios y ganadería, y los beneficios implican mayor asentamiento en las lomas pues, además de paisajes naturales y agrarios, estamos conectando amor, naturaleza, vidas, valores tan sagrados como la unidad familiar, y la prioridad del bien colectivo y social, sobre el particular”, afirmó Hernández.
Conectando Paisajes, que comenzó en 2015, tuvo en cuenta la postura de Cuba como signataria del Convenio sobre la Diversidad Biológica según el cual estableció como prioridad nacional el desarrollo de la base científica y tecnológica de la esfera ambiental en particular en lo relativo al cambio climático y a la conservación de la biodiversidad, además de reconocer la importancia de la utilización sostenible de sus componentes.
Los sitios de intervención del proyecto se ubicaron en cuatro sistemas montañosos con alto valor para la conservación: Guaniguanico, en el occidente del país; Guamuhaya y Bamburanao, en el centro; y la Sierra Nipe-Sagua-Baracoa, en el extremo oriental de la Isla.
En estos lugares tanto áreas protegidas como sectores productivos se categorizaron como Regiones Especiales de Desarrollo Sostenibles, en un área que abarcó el 13 % del territorio nacional y contiene altos niveles de biodiversidad que generan numerosos servicios ambientales y son vulnerable a amenazas tanto antrópicas como de origen natural.
El alcance del proyecto incluyó acciones en nueve provincias (Pinar del Río, Artemisa, Villa Clara, Cienfuegos, Sancti Spíritus, Ciego de Ávila, Holguín, Santiago de Cuba y Guantánamo), sitios seleccionados que contienen alrededor del 70 % de las especies endémicas del archipiélago e incluyen además entes productivos de importancia para la rama agropecuaria, forestal y cafetalera, que constituyen unas de las fuentes de empleo de mayor relevancia en estas montañas.
La biodiversidad de estos macizos está sujeta a muchas amenazas por los cambios del clima, cambios de uso del suelo, demográficos, económicos, entre otros.
Por primera vez se realizó el análisis desde la cima de la montaña hasta la costa para evaluar la calidad de varios elementos del paisaje: agua, suelo, vegetación, fauna y uso de la tierra, y en la base de datos se compilaron unos 8 518 registros, que incluyen 902 especies de flora y fauna.