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29 de Abril  2024 

La ciencia detrás de la miel

La capacitación constante es uno de los postulados del Centro de Investigaciones Apícolas (CIAPI) para responder a sus proyecciones actuales y estratégicas


Miércoles 22 de Agosto de 2018 | 12:00:00 AM 

Autor

Raquel Sierra

Una combinación de información en tiempo real sobre el panorama apícola cubano -apiarios, productores, especies de flora melífera y zonas de riesgo, entre otras variables-, es hoy una realidad para varias provincias y en este 2018  ese trabajo se desarrolla en la zona central del país, con prioridad para el Centro de Investigaciones Apícolas (Ciapi), que está siempre detrás de los avances y proyecciones de la producción apícola en Cuba, el mejoramiento genético, los manuales sobre buenas prácticas y los proyectos de investigación que aportan tanto equipamiento como capacitación para especialistas y productores.

“Nuestra misión es proveer la base científico-técnica de la cadena  apícola, vinculada al programa de la apicultura, garantizando  la implementación de la calidad de los productos, como resultado de las buenas prácticas”, dijo Adolfo Pérez Piñeiro, director del Ciapi.

“La apicultura en Cuba tiene 33 normas que garantizan que los procesos se realicen de forma organizada y basados en criterios científicamente establecidos”, señaló el directivo.

Biólogos, veterinarios, bioquímicos, agrónomos e informáticos conforman el núcleo de investigadores, especialistas y técnicos que tienen como principal misión satisfacer las demandas de conocimientos de la apicultura, con el objetivo de enfrentar los desafíos que imponen las exigencias del mercado sobre la calidad y la inocuidad de la miel y otros productos de la colmena, el cambio climático y los fenómenos extremos que inciden en la misma.

Entre las funciones del Ciapi se encuentran la investigación científica sobre las abejas, la flora apícola y los productos de la colmena, como eslabones básicos de la cadena productiva; la certificación de la calidad de la miel para la exportación, según los requisitos de las normas internacionales vigentes, de propóleos y de polen; controlar la aplicación de la política genética en la apicultura y certificar los pies de cría y los centros de cría de abejas reinas.

Además, el centro implementa y controla el Sistema de Información Geográfica Apícola asegurando el flujo de información relativo a toda la actividad ramal; dirige y coordina la oferta de servicios científico técnicos para la agricultura, la transferencia de tecnologías y las pruebas estatales de campo; imparte enseñanza de pre  y posgrado para la capacitación de todos los actores de la cadena apícola y comercializa los productos, procesos y servicios especializados resultado de la actividad del Ciapi.

Desterrar los residuos

Una de las prioridades de la apicultura cubana es la exportación, que demanda calidad e inocuidad. Para responder a las exigencias del mercado internacional, fundamentalmente europeo, se implementa un permanente proceso de análisis y certificación.

De acuerdo con Pérez Piñeiro, desde 2003-2004 comenzó un proyecto de asociación pública-privada en cooperación con el Ministerio Federal Alemán de Cooperación Económica y Desarrollo promovido por Quality Services International GmbH (QSI), que “ha conducido a salir de la teoría e intervenir en la práctica, crear compromisos con el producto y adoptar una sola política de calidad colegiada y normalizada y con objetivos generales y colegiados”.

En diferentes etapas, asesores internacionales han capacitado a productores sobre los residuos, en particular de los antibióticos y los problemas que estos ocasionan a los consumidores, se realizaron noticieros informativos y se elaboró el manual de buenas prácticas, con el fin de fortalecer las capacidades de producción sostenible de miel de abeja y otros productos apícolas.

Entre los proyectos, el desarrollado entre 2013 y 2015 con la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), propició la capacitación a  productores y especialistas del laboratorio del Ciapi la adquisición de equipamiento para la identificación de residuos de antibióticos en miel y otros alimentos, así como mucha bibliografía actualizada.

Conocido en el mercado como  identificador de evidencias, el equipo tiene como objetivo hacer un pesquizaje de todas las mieles que entran para identificar cuáles son positivas o no a la presencia de antibióticos. Si en algún caso resultan positivas, pasan al sistema de confirmación establecido por la Unión Europea.

Los profesionales cubanos aprendieron a preparar las muestras para la determinación de antibióticos. Se realizaron tres capacitaciones, una con una consultora alemana, otra en sus laboratorios, donde aprendieron la preparación de muestras para la identificación de otros antibióticos, y una tercera, con el equipo, la infraestructura analítica y la preparación de técnicas complejas, que llevan una manipulación determinada y posibilitan una gama más amplia de varias familias de antibióticos.

Al final el proceso de acreditación de las técnicas analíticas permitirá “eliminar importaciones de servicios de Alemania y asumirlos aquí para hacer realidad una indicación y una necesidad del país de independizarnos de laboratorios extranjeros. Además, vamos a crear capacidad analítica en Centroamérica y el Caribe, pues hoy todos los países del área mandan sus muestras a Alemania y a Estados Unidos y debemos ser más capaces en el Sur”, consideró el director del centro.

A su juicio, una parte importante de esa capacidad descansa en el recurso humano,  por lo cual “es estratégico contar con proyectos para el futuro que permitan mantener la actualización de lo logrado y el intercambio internacional, con prioridad en la cooperación Sur-Sur, de modo que se pueda romper con la dependencia de los grandes laboratorios, porque eso también es una barrera”.

Los residuos, aclaró Pérez, no son solo los antibióticos, existen químicos,  ambientales, metales pesados y plaguicidas,  y eso es un campo enorme de trabajo que hay que desarrollar. “Las abejas de una colmena tienen un radio de acción de vuelo de seis kilómetros  y concentran en ese punto lo que hay en 28 kilómetros  cuadrados a la redonda y es un agente que todavía no usamos para medir la contaminación”, precisó.

Diversidad

Entre las actividades científico-técnicas que desarrolla el equipo del centro destacan las investigaciones aplicadas para nuevos desarrollos y registros de productos; el extensionismo e introducción de resultados en la producción,  así como las asesorías a empresas y productores y los cursos de capacitación.

Diferentes son los servicios científico-técnicos que brinda: certificación de la miel para la exportación -se evalúan 11 parámetros,  para lo cual están acreditadas nueve técnicas, de estas, dos relacionadas con residuos de antibióticos a niveles muy bajos, el propóleo y el polen-, se realizan exámenes de calidad,  servicios de asistencia técnica a productores, auditoría interna a la producción de miel orgánica y de inspección tecnológica a la producción, dio a conocer Pérez Piñeiro.

De acuerdo con el director de la institución,  varios son los productos desarrollados y elaborados por el centro. “De conjunto con el Centro Nacional de Investigaciones Científicas elaboramos extractos hidroalcohólicos de propóleos (al 5,50  y 85 %); extracto bioactivo de polen, destinado a la producción de cosméticos; y vino y aguardiente de miel, en colaboración con la Corporación Cubaron, con buenas perspectivas para el mercado interno y la exportación”, explicó Pérez Piñero en recorrido por las instalaciones.

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