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18 de Mayo  2024 

Seguridad alimentaria, nutrición y salud de la mano de una agricultura sostenible

Los males relacionados con el hambre y la desnutrición aunque disminuyen, persisten en la región latinoamericana y caribeña, donde aumentan de manera preocupante el sobrepeso y la obesidad. Sobresale Cuba por su programa de agricultura urbana


Viernes 27 de Enero de 2017 | 01:00:00 AM 

Autor

Ledys Camacho Casado

Si un anuncio resultó muy halagüeño en la recién efectuada V Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en Punta Cana (República Dominicana), fue el que hizo el director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), José Graziano da Silva, cuando afirmó que América Latina y el Caribe podría ser la primera región en desarrollo en erradicar completamente el hambre si todos sus gobiernos refuerzan la implementación del plan de seguridad alimentaria acordado por ese bloque.

En ese encuentro de Presidentes y Jefes de Estado y de Gobierno de la  CELAC, el funcionario señaló que “el Plan de Seguridad Alimentaria, Nutrición y Erradicación del Hambre representa la cristalización de la voluntad política de los gobiernos de erradicar el hambre en la próxima década”.

Aprobado por los representantes de ese grupo en 2015, el plan promueve políticas públicas integrales para reducir la pobreza, mejorar las condiciones del entorno rural, adaptar la agricultura al cambio climático, acabar con el desperdicio de alimentos y hacer frente al riesgo de desastres.

Según indicó en su intervención el directivo de la FAO, el programa está alineado con los compromisos globales de alto nivel, como el Acuerdo de París sobre el cambio climático y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Subrayó Graziano da Silva que la región se ha propuesto un encargo aún más ambicioso, al aspirar a la erradicación de ese flagelo para el año 2025, cinco años antes del plazo del ODS relativo al Hambre Cero y precisó que la zona cuenta con todas las condiciones necesarias para lograrlo, a partir del gran compromiso político que sos tiene el Plan de Seguridad Alimentaria, Nutrición y Erradicación del Hambre de la CELAC.

Seguridad alimentaria, nutrición y salud

El Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional en la mencionada región recién publicado, revela tasas alarmantes de sobrepeso y obesidad en la mencionada región y el Caribe, por lo cual se hace un llamado de atención a sus respectivos gobiernos para introducir políticas que minimicen todas las formas del hambre y la malnutrición, vinculando seguridad alimentaria, sostenibilidad, agricultura, nutrición y salud.

La directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Carissa F. Etienne, señaló al respecto que “la región enfrenta la doble carga de la malnutrición, la cual se combate con una alimentación balanceada que incluya alimentos frescos, sanos, nutritivos (cereales, leguminosas, frutas y verduras) y producidos de manera sostenible, además de resolver factores tan determinantes como la falta de acceso a comidas saludables, a agua y saneamiento, a servicios de educación y salud, y programas de protección social, entre otros.

El nuevo informe conjunto de la FAO y la OPS indica que uno de los factores que explican el alza de la obesidad y el sobrepeso ha sido el cambio en los patrones alimentarios.

El crecimiento económico, el aumento de la urbanización y los ingresos medios de las personas, así como la integración de la región en los mercados internacionales, han reducido el consumo de preparaciones tradicionales e incrementado el de productos ultra procesados, un problema que perjudica con mayor fuerza a las zonas y países que son importadores netos de alimentos.

Enfrentar esta realidad significa promover sistemas alimentarios saludables y sostenibles que líen agricultura, nutrición y salud, para lo cual los Estados deben fomentar la producción sustentable de alimentos frescos y fiables, asegurando su oferta, diversidad y el acceso a los mismos, especialmente para los sectores más vulnerables.

Esto debe complementarse con educación nutricional y advertencias para los consumidores sobre la composición de los alimentos con gran cantidad de azúcar, grasas y sal.

Según el Panorama, Barbados, Dominica y México han aprobado impuestos a las bebidas azucaradas, y Bolivia, Chile, Perú y Ecuador cuentan con leyes de alimentación saludable que regulan la publicidad y/o el etiquetado de alimentos.

Otro ejemplo loable lo ofrece Cuba donde, entre las acciones para promover una nutrición sana sobresalen la fortificación y enriquecimiento de productos y la confección de guías que sirven de base para fomentar una educación nutricional.

Una iniciativa educativa concreta en la Mayor isla antillana ha sido la realización, a partir del año 2010, de intervenciones para disminuir el consumo de sal, al reducir su adición posterior a la preparación de las comidas.

Como parte de las políticas agrícolas para el aumento de la oferta de productos sanos, que contribuye también a la reducción de las pérdidas de alimentos, el país caribeño desarrolla una experiencia que el Panorama destaca dentro de la región.

Se trata del Programa de Agricultura Urbana y Suburbana, cuyo enfoque marcadamente local permite que la producción se adapte a las demandas de los pobladores del entorno más cercano (algunas evaluaciones sobre tales iniciativas muestran que aumenta la variedad de alimentos consumidos por los labradores, y en particular de hortalizas, lo que implica mejoras en la ingesta de vitaminas y minerales).

Alarman la obesidad y el sobrepeso

El llamado de atención responde a que hoy las cifras son realmente alarmantes en cuanto a obesidad y a sobrepeso, pues han aumentado notablemente a lo largo de América Latina y el Caribe, con un impacto mayor en las mujeres y una tendencia al alza en niños y niñas, según señala el texto recién presentado.

En ese nuevo informe se indica que cerca del 58 % de los habitantes de la región vive con sobrepeso (360 millones de personas). Con la excepción de Haití (38,5 %), Paraguay (48,5 %) y Nicaragua (49,4 %), ese mal afecta a más de la mitad de la población de todos los países de la región, siendo Chile (63 %), México (64 %) y Bahamas (69 %) los que presentan las tasas más elevadas.

En tanto se informó que la obesidad daña a 140 millones de personas, el 23 % de la población regional mientras las mayores prevalencias se concentran en  países del Caribe: Bahamas (36,2 %) Barbados (31,3 %), Trinidad y Tobago (31,1 %) y Antigua y Barbuda (30,9 %).

La representante regional a.i. de la FAO para América Latina y el Caribe, Eve Crowley, precisó que la obesidad y el sobrepeso han crecido en la región como si se tratara de una epidemia, amenazando la salud, el bienestar, la seguridad alimentaria y nutricional de millones de personas.

Esta situación es particularmente grave para las mujeres, ya que en más de 20 países de América Latina y el Caribe la tasa de obesidad femenina es 10 puntos porcentuales mayor que la de los hombres.

Según trascendió, el impacto también ha sido considerable en los niños: 3,9 millones de menores de cinco años viven con sobrepeso en la región; 2,5 millones en Sudamérica; 1,1 millones en Centroamérica y 200 000 en el Caribe.

Especifica el documento que para frenar el aumento del sobrepeso y la obesidad, los países de la región pueden recurrir a la valiosa experiencia que acumularon en su lucha contra el hambre.

Hoy la subalimentación afecta a solo 5,5% de la población regional, mientras que la desnutrición crónica infantil (baja talla según la edad) también ha presentado una evolución positiva: cayó de 24,5 % en 1990 a 11,3 % en 2015, una reducción de 7,8 millones de niños.

Sin embargo, cabe señalar que aunque el hambre ha disminuido, no se ha erradicado: aún existen 34 000 000 de personas que no pueden acceder a los alimentos requeridos para una vida sana y saludable, lo que significa que la región enfrenta una doble carga de malnutrición.

Fortalecer la agricultura familiar

Estas medidas deben ser complementadas con políticas para fortalecer la agricultura familiar, implementar circuitos cortos de producción y comercialización de alimentos, y sistemas de compras públicas ligados a programas de alimentación escolar saludable y educación alimentaria.

También se deben implementar medidas fiscales para desincentivar el consumo de comida chatarra, mejorar las advertencias nutricionales en las etiquetas y regular la publicidad de alimentos poco saludables para reducir su consumo.

Dichas políticas son hoy más urgentes que nunca a la luz de las señales actuales de ralentización del crecimiento económico regional, las cuales suponen un riesgo significativo para la seguridad alimentaria y nutricional, por lo que los gobiernos deben mantener e incrementar su apoyo a los más vulnerables para contribuir a sus avances en la lucha contra el hambre y revertir la tendencia al aumento de la malnutrición en todas sus formas.

Al ponderar iniciativas como el Plan de seguridad alimentaria, nutrición y erradicación del hambre de la CELAC, se insiste en que América Latina y el Caribe, considerada como un todo, cuenta con una disponibilidad de alimentos que supera con creces los requerimientos de toda su población, gracias a su gran desempeño agrícola.

Sin embargo, en varios países, este proceso de desarrollo agrícola es actualmente insostenible, debido a las consecuencias que está teniendo en los ecosistemas de la región. La sostenibilidad de la oferta alimentaria y su diversidad futura se encuentran bajo amenaza.

Se debe hacer, por tanto, un uso más eficiente y sostenible de la tierra y de sus recursos naturales, mejorar las técnicas de producción, almacenamiento, transformación y procesamiento, y poner un freno a las pérdidas y desperdicios, ya que 127 millones de toneladas de alimentos acaban en la basura cada año en la región.

Para cumplir los ODS, y en especial el de Hambre Cero, cuya meta es erradicar la subalimentación para el año 2030, se requiere actuar sobre las complejas interacciones entre seguridad alimentaria, sostenibilidad, agricultura, nutrición y salud, pues no es esta una tarea que se pueda dejar a la mano indiferente del mercado.

Según el Director General de la FAO, el impacto del cambio climático tiene el potencial de revertir los logros en la lucha contra el hambre y la pobreza extrema en la región.

“La agricultura es el sector más afectado por el cambio climático y una de sus principales víctimas son los pequeños cultivadores familiares, campesinos y campesinas, muchos de los cuales luchan diariamente por sobrevivir”, precisó Graziano da Silva.

Junto a la CELAC, la FAO implementa un plan de acción a favor de la agricultura familiar y del desarrollo territorial, fomentando la intensificación sostenible de la producción, sistemas públicos de compras y abastecimiento de alimentos, servicios rurales y mayores oportunidades para los jóvenes del campo.

La FAO también contribuye en la elaboración de una Estrategia Regional de gestión del riesgo de desastres para la agricultura y la seguridad   alimentaria, que apoya la resiliencia y la adaptación de los agricultores mediante técnicas sostenibles de cultivo y gestión de recursos.

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