Autor: Pablo Soroa Fernández Publicado: 21/06/2021 | 09:28 pm
Según el científico anglosajón Alain Liogier, Baracoa encierra “…para el naturalista más de un secreto, para el turista el encanto de un descubrimiento y, para todos, la maravilla de sus bellezas…”
Uno de esos encantos es La Casa del Cacao, incluida entre las opciones accesibles a quien visite ese territorio Nororiental cubano, de cuya esencia y espíritu forma parte el cultivo que “conquistó a los conquistadores”.
Esa instalación ha devenido paradigmática para el turista y los vecinos de la localidad por donde se inició el sometimiento y colonización de la Isla, y que atesora las mayores plantaciones cacaoteras del país.
La Ciudad Primada, segundo municipio más importante de la provincia de Guantánamo, se enorgullece de contar entre sus atractivos con ese centro de servicios, última y obligada escala de la Ruta del Cacao.
Esta iniciativa se inscribe en otra de mayor alcance, la Ruta del Esclavo, concebida por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
La dependencia del máximo organismo internacional asignó a este histórico escenario el tramo inicial del paradigmático trayecto, abarcador de varias ínsulas del Caribe, incluida la Española (Haití y República Dominicana), segunda mayor de las Antillas.
En obediencia al proyecto, la “Ruta…” tiene como punto de partida el cacahual de la finca Duaba, en Mabujabo, donde se pueden apreciar las labores, técnicas y costumbres vinculadas a la planta por excelencia de la zona.
También es posible comprobar cuán distintos son los granos rodeados de pulpa contenidos en la mazorca de cacao, de esa sustancia oscura, agradablemente amarga y químicamente compleja que tiene por nombre chocolate.
Como antesala de su arribo al local citadino, el turista puede visitar esos terrenos de excelente clima y suelos para la proliferación del Theobroma cacao, conocer in situ las etapas por las que transita la semilla desde que es sembrada en viveros, recolectada, secada, beneficiada, industrialmente elaborada, almacenada y comercializada.
Ubicada en la parte más céntrica del entorno histórico urbano, la Casa del Cacao constituye el colofón de las diferentes transformaciones a que es sometida la bellota con la cual se prepara lo que los aborígenes mexicanos denominaron elíxir de los dioses.
Aunque esa planta esterculiácea entra a Cuba por Sancti Spíritus en siglos pretéritos, el municipio guantanamero atesora hoy las mayores extensiones cubanas de la planta a partir de la cual se obtiene el chocolate, y es parte indisoluble del patrimonio material e intangible de estos apartados parajes.
El primero de ambos factores, junto a una procesadora de la semillas existente en la localidad, facilita la materia prima necesaria para ofrecerla, como bebida, confitura y repostería, a quien visite la recién abierta unidad gastronómica.
En ella se ofrecen 10 combinaciones del producto alimenticio: frío, caliente, con helado y con menta, entre otras, amén de una decena de cócteles con sabor a cacao.
También pueden degustarse el exclusivo chocolate amargo, y los bombones Avellaneda, Havana Club, Rita Montaner, integrantes de una variedad que, por demandados, hacen honor a sus respectivos nombres.
Mientras el paladar hace de las suyas, en las paredes del establecimiento, surgido sobre las ruinas de una antigua cafetería, la vista se deleita con láminas y objetos que revelan la historia de la cinco veces centenaria ciudad.
El recién llegado puede, incluso, divisar en esos murales retratos de portadores tradicionales o tesoros vivientes del cacao, como denomina la UNESCO a quienes divulgan o reflejan ellos mismos aquella parte no visible que reside en el espíritu mismo de las culturas, en este caso, la del cacao. (AIN)