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Egipto, otro fracaso neoliberal


Viernes 11 de Febrero de 2011 | 12:00:00 AM 

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Con los sucesos acaecidos en las últimas semanas en Egipto se ha puesto de manifiesto, una vez más, que el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de una nación no implica la mejoría de los problemas económicos sociales que padece la población, y a los peligros que conlleva la aplicación de las políticas neoliberales impulsadas por Estados Unidos y organizaciones financieras como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Este país de milenaria tradición cultural, principal aliado árabe de Estados Unidos en el Medio Oriente y que parecía disfrutar de "las bondades" de las políticas neoliberales introducidas en la década de 1990, escondía en su interior una potente "bomba" social.

Obstinados por las penurias, millones de egipcios han salido por las principales ciudades en manifestaciones para exigir mejores condiciones de vida y pedir la renuncia del presidente Hosni Mubarak. En las revueltas han perecido más de un centenar de personas y varios miles resultaron heridos.

Después de una fuerte crisis financiera, a partir de los años 90 del pasado siglo, esta nación abrió sus puertas a una economía de libre mercado y de privatizaciones, que atrajo a las inversiones extranjeras y beneficiaron a varios sectores de la población.

Surgieron en las urbes complejos comerciales y residenciales, expresión de las pujantes clases alta y media que incrementaban sus capitales. Pero eso no llegaba al grueso de su población constituida por 84,5 millones de habitantes.

Según el FMI, Egipto es la cuarta economía del Medio Oriente con un PIB de 217 000 millones de dólares y sus sectores vitales son el turismo y los servicios que cobra por el paso de más de 40 000 embarcaciones anuales por el Canal de Suez, en su mayoría petroleras que transportan crudo hacia Europa.

Representaba para la propaganda occidental un ejemplo de las virtudes que conllevaban la aplicación de políticas neoliberales de libre comercio, pues hasta en los años de crisis económica internacional su PIB crecía anualmente.

En 2009 ese indicador se ubicó en 4,7 %, en 2010 llegó a 5 % y se prevé para 2011 que alcance 6 %. Estos números confirman que su aumento, no indica que se resuelvan las principales necesidades del grueso de los habitantes, como el acceso a la salud, la educación, la vivienda y la alimentación, entre otras.

Según datos proporcionados por el FMI, 40 % de los egipcios (34 millones) viven por debajo de la línea de pobreza con menos de dos dólares diarios que no alcanzan para una sola comida. Los subsidios que otorga el gobierno son ínfimos en comparación con los gastos para vivienda, electricidad, salud, educación, agua...

Como un gran terremoto social, todos los problemas han surgido de momento por la geografía egipcia.

Datos de BBC Mundo indican que el déficit presupuestario se cifra en 8 % del PIB, la inflación general llegó a 10 % y la de los alimentos asciende a cerca de 17 %. Por este motivo, en 2009 hubo grandes revueltas en El Cairo, Alejandría, Suez y otras ciudades.

La deuda exterior del gobierno y de las personas que han recibido créditos se incrementan con extrema rapidez, y el desempleo afectó 25 % de la población, de acuerdo con analistas y Organizaciones No Gubernamentales.

Alrededor de 12 % de la fuerza laboral trabaja en sectores relacionados con el turismo lo que hace suponer que si las revueltas populares aumentan, mayores serán los problemas para ese país que depende en grado sumo de la industria sin humo.

Los ingresos por servicios turísticos alcanzaron en 2009 los 11 600 millones de dólares y en 2010 se estima que sobrepasaron los 14 000 millones, por aumentar 23 % los viajeros en comparación con el pasado año.

Por los disturbios y tensiones actuales cayeron las acciones de las compañías aéreas y las agencias de viajes. Muchos turistas han abandonado el país y a posibles viajeros se les recomienda que pospongan la visita o se dirijan a otros lugares.

El otro grave problema para la economía egipcia, y también para la mundial, pues ya el costo del barril de petróleo sobrepasó los 100 dólares, sería el cierre, aunque temporal, del Canal de Suez, de 120 kilómetros de longitud -que une el Mar Rojo y el Golfo de Suez con el Mediterráneo-, y por donde pasa una importantísima cantidad de la producción del crudo mundial.

De clausurarse, implicaría que los buques que se desplazan por esa vía marítima de Asia a Europa, o viceversa tendrían que realizar el recorrido por el Cabo de Buena Esperanza en África, es decir, 9 650 kilómetros más con la consecuente extensión del tiempo de travesía y del costo por transportación.

La utilización del Canal representó para El Cairo una entrada de 4 770 millones de dólares en 2010, cifra que aumenta cada año por la cantidad de embarcaciones que lo atraviesan.

Varias compañías suspendieron las operaciones durante las manifestaciones y disturbios, entre estas el grupo AP Moller-Maersk, (la mayor del orbe en el transporte de contenedores) y sus filiales Maersk Line, Safmarine y Damco.

El principal aliado estadounidense en el norte de África, al que Washington asigna 1 500 millones de dólares anuales en ayuda militar, estaba subido a un iceberg que al derretirse ha dejado ver en la superficie un lodazal donde miseria, desigualdad y desempleo enfangan a sus habitantes.

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