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Contrato silencioso, normas y actitudes

En toda relación laboral existen acuerdos entre la empresa y los trabajadores, basados, por lo general, en un contrato de trabajo donde se detallan obligaciones de las partes y, sobre todo, los deberes de quien se emplea


Viernes 19 de Octubre de 2007 | 12:00:00 AM 

Autor

Guillermo de la Cuesta

En toda relación laboral existen acuerdos entre la empresa y los trabajadores, basados, por lo general, en un contrato de trabajo donde se detallan obligaciones de las partes y, sobre todo, los deberes de quien se emplea.

Además de ese contrato laboral y público, existe un contrato silente, que algunos autores llaman psicológico, constituido por las expectativas mutuas del individuo y el centro empleador.

Dichas expectativas no están escritas, sin embargo regulan la conducta laboral y profesional cotidiana, desde la presencia física hasta la forma de manifestarse creativamente.

Este silencioso contrato varía con el tiempo, pues comienzan a evolucionar y a cambiar las necesidades y circunstancias de ambas partes.

Pero esto transcurre casi imperceptiblemente: el empleado de hoy no es quien inició su trabajo años atrás, pues como dijeron Ortega y Gasset, “yo soy yo, y mis circunstancias”, y esas han cambiado totalmente.

Cuando el contrato silencioso se ha deteriorado, lo cual es posible, el rendimiento disminuye y el trabajador se traslada hacia la empresa pensando en sus problemas personales y regresa a su casa sin haber realizado todas sus tareas. Es entonces cuando ese individuo comienza a ser solo un número más en la plantilla.

EL INDIVIDUO Y LA ENTIDAD

La relación entre el trabajador y la entidad constituye una continua transacción entre lo que él considera que ofrece y lo que estima debe recibir a cambio, tal como afirma el profesor Simón Dolan.

Cuando siente ese desequilibrio, tiende a establecer posibles niveles de comparación, entre los cuales se pueden apreciar los siguientes: consigo mismo en otro puesto dentro de la misma empresa; en otro puesto de trabajo en otra organización; con otra persona, dentro de la misma entidad; o con otro individuo, en cargo similar en una empresa diferente.

Hecho este análisis, el individuo reflexiona sobre la decisión que adoptará, la cual puede influir en su acción futura, ya sea favorable o desfavorablemente, como serían la disminución en varios niveles de sus resultados laborales, por ejemplo, cumplir estrictamente o no el horario de trabajo.

Otra actitud pudiera ser la de aumentar los beneficios que recibe, incrementando la cantidad a costa de la calidad. En tales circunstancias, modifica la percepción de sí mismo, “no soy tan eficiente como me creía”, sobre los demás, “su trabajo no es tan satisfactorio como parece” y hasta llega a cuestionarse aspectos como “no gano tanto como un director de marketing, pero sí más que un director financiero de una empresa pública”.

ETICA EMPRESARIAL Y DIRECCION POR VALORES

Aunque ambos conceptos se entrelazan en su aplicación, no son exactamente lo mismo, pues uno se refiere al derecho de todo trabajador a ocupar una plaza determinada y el otro al valor de la creatividad para crear y competir.

Por lo general, cuando se habla de ética empresarial, se hace referencia a las condicionantes ético morales en la toma de decisiones de los dirigentes y hace referencia a cuatro dimensiones esenciales:

Es necesario el respeto a la igualdad de derechos de la persona sin tener en cuenta el color de la piel, el sexo y la religión, respetando el derecho a ser tratado con dignidad. Incorporar criterios explícitos, que garanticen el mejoramiento medioambiental en todos los proceso de la empresa.

Establecer acciones no fraudulentas en todos los casos, aunque esté en juego la pérdida en los beneficios.

La ética empresarial es un conjunto de códigos internos de cada entidad, que actúan como una ley interior; un marco jurídico propio, por el que se autorizan y sancionan determinadas conductas.

Existen empresarios que obvian el respeto medioambiental sin considerar que una acción contaminadora afectará negativamente sus beneficios por una mala imagen debido a exposición a sanciones, en cumplimiento de la legislación internacional. Tal situación le impedirá entrar en nuevos mercados y su producto, lógicamente, será desconocido para potenciales clientes.

Los valores son aprendizajes estratégicos relativamente estables en el tiempo que nos permiten lograr que las cosas salgan bien.

Según este concepto, la calidad en el trabajo puede ser un valor escogido con respecto a su opuesto, la chapucería.

Desde el punto de vista económico, valor es también el alcance de la significación o importancia de una cosa. En este sentido, los valores son criterios utilizados para evaluar algo en cuanto a su relativo mérito.

Al hablar de valores puede hablarse del valor de la confianza mutua, de la creatividad en el trabajo o del valor que determinado proceso añade al producto que el cliente compra.

Otro concepto económico importante, es el de la cadena del valor, que no es más que el conjunto concatenado de actividades que desempeña la empresa, que añaden o restan valor, que permiten configurar el valor total del producto. El diccionario también da su definición sobre la palabra valor como: “Cualidad moral que mueve a acometer resueltamente grandes empresas y afrontar sin miedo los peligros”.

Un empresario debe tener el valor para asumir el riesgo de planear nuevas empresas, nuevos enfoques de gestión y también lanzar nuevos productos o servicios al mercado.

CREENCIAS, NORMAS Y ACTITUDES

Estos tres términos, propios de la psicología social están muy relacionados con los valores, cuya comprensión y correcta ubicación secuencial se hacen muy necesarias para el análisis y aplicación de la Dirección por Valores.

Los valores son elecciones estratégicas, con respecto a lo que estimamos adecuado para conseguir nuestros fines. Estas elecciones provienen de supuestos básicos o creencias sobre la naturaleza humana y el mundo que nos rodea.

Concretando, podemos afirmar, que elegimos pensar y actuar de un modo u otro, según creamos que son las personas o las cosas.

Muchas personas estiman, que las creencias son supuestos de verdades ligadas a contextos religiosos. Sin embargo, las creencias son estructuras de pensamiento, elaboradas y analizadas a lo largo del aprendizaje, que sirven para explicarnos la realidad y que preceden a la configuración de los valores de los seres humanos y su interrelación con el medio, según afirma el profesor y escritor Salvador García, al abordar estos temas.

Las normas son reglas de conducta consensuadas, mientras que los valores son criterios para evaluar y aceptar o rechazar normas. Adicionalmente, el incumplimiento de normas puede comportar sanciones externas, mientras que el incumplimiento de valores puede comportar sentimientos de culpabilidad y sanciones internas.

Las actitudes son consecuencia de los valores y normas que la preceden y es una tendencia positiva o negativa, con respecto a personas, hechos o cosas. Las actitudes reflejan cómo nos sentimos con respecto a algo o a alguien y predicen nuestra tendencia a actuar de una determinada manera.

Para modificar conductas, más que pretender cambiar directamente actitudes, lo que hay que hacer es modificar los valores y creencias que las preceden, no sólo las normas.

LE RECOMIENDO:

Tener en cuenta el contrato silente sobre expectativas mutuas entre el individuo y la empresa.

Diferenciar correctamente los contratos entre ética empresarial y dirección por valores.

Actuar respetando el medio ambiente, lo cual incrementará los beneficios de su entidad. Recordar, que la calidad puede ser escogida con respecto a su opuesto, la chapucería.

Estudiar adecuadamente la interrelación entre creencias, normas y actitudes.

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