Catalogado como ron refino con 34,5 grados de alcohol, el licor es mucho más puro que otros homólogos de la provincia, de gran calidad y más cuerpo al paladar según catadores y amantes de esa bebida.
Elaborado a partir de un caldo de aguardiente al que le suministran sirope alcoholizado, y con más de dos meses de añejamiento, el Jagua ya traspasó las fronteras de la sureña comarca y se expende en Trinidad, Matanzas y otras áreas del centro del país, con los requerimientos de una botella exportable, desde la etiqueta, contraetiqueta, collarín y tapa irrellenable.
En , desde 180 hasta 360 litros, el Jagua es sometido a diferentes controles de calidad para verificar los grados de acidez, y las características organolépticas, entre estas color, sabor y olor.
Otros rones fabricados aquí son el Cienfuegos, sello de la ciudad, y Damují, en honor a uno de los ríos más importantes del territorio, aunque la tradición reconoce la existencia de otros más antiguos como el San Carlos, alegórico a una calle, y el San Lino, que recordaba un extinto central azucarero. (AIN)