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La negra historia de las mareas negras

Un derrame de petróleo o marea negra se origina debido a un accidente o práctica inapropiada que contamina directamente el entorno marino


Viernes 02 de Octubre de 2009 | 12:00:00 AM 

Autor

Luis Ubeda

Quizá como nunca antes, la Organización de Naciones Unidas (ONU) recogió el clamor de jefes de estado o de gobiernos en cuanto a los graves conflictos medioambientales, durante los debates de su 64 Asamblea General en Nueva York, iniciados el 23 último, con intervenciones previstas de más de 120 mandatarios.

Ese día, el director general de la Organización Mundial de Salud (OMS), Michel Jarraud, indicó que los gases y partículas tóxicas emitidos a la atmósfera tienen efectos muy nocivos para la salud humana. Agregó que el cambio climático agravará el problema de la polución atmosférica debido al incremento de los incendios forestales y al aumento de las tormentas de arena, causadas por la desertificación.

Pero Jarraud informó algo que estremeció a los presentes: “La contaminación del aire causa hoy la muerte prematura de 2 millones de personas al año, y por lo tanto este año el tema elegido es El tiempo, el clima y el aire que respiramos”.

A continuación, y para dejar inaugurado el cónclave, el secretario general de la ONUN, Ban Ki-moon, proclamó sin cortapisas: “En medio de muchas crisis -alimentaria, energética, recesión y gripe pandémica, todas al mismo tiempo- el mundo nos pide respuestas (...) Si hubo alguna vez un momento para actuar con un espíritu de multilateralismo renovado, un momento para crear unas Naciones Unidas de una acción genuinamente colectiva, este es ese momento”.

Ahora bien, la contaminación ambiental -génesis del cambio climático que ahora tanto preocupa-, tiene muchos rostros y ninguno agradable. Vale la pena referirnos a uno que tal vez no ha merecido la debida atención de la ONU, pero que, cual solapado cáncer, roe la epidermis marina y las áreas costeras cuando se desencadena.

MAREAS NEGRAS: ¿ENEMIGO SILENCIOSO?

Los vertidos de hidrocarburos originan severos daños a corto y largo plazo, provocando la muerte de un gran número de organismos bentónicos y el deterioro del hábitat. La disminución de la cantidad de alimentos, (formas bentónicas) y las transformaciones en la composición del mismo, incurren dramáticamente en el tamaño de la población de peces, crustáceos, aves y mamíferosmarinos.

Cuando un hidrocarburo se asienta en la orilla, su dañino potencial es impredecible. Si esto acontece en un estuario o irrumpe en él por las corrientes, vientos y demás, se suceden acciones debido a las aguas someras y la alta cantidad de sedimentos en esta, que pueden absorberlo, así como la presencia de bancos de fango vulnerables y de marismas de agua salada. En archipiélagos como el nuestro y en las zonas húmedas, los vertidos se traducen en elevados costos en la lucha contra la contaminación y las medidas de limpieza.

¿SABÍA USTED QUE…?

En los últimos 35 años, océanos, vastas franjas costeras y bahías han sufrido las consecuencias de ¡40 colosales mareas negras!, provocadas por accidentes marinos de diferente corte, prevaleciendo las colisiones de buques petroleros, derrames en las torres de extracción offshore o, si se quiere, la peor de todas: por transportar grandes volúmenes de combustible en embarcaciones sin las medidas de seguridad adecuadas, como por ejemplo el obligatorio doble forro del casco.

El hidrocarburo vertido sobre la superficie del mar se extiende de inmediato. A causa de sus propiedades físicas y químicas, así como de las condiciones externas, lo hará de forma caprichosa, con características no homogéneas consistentes en manchas espesas y grumos entremezclados con finas capas oleosas. El resultado final estará condicionado por el viento, las olas y las corrientes.

Cuando la mancha alcanza las playas y costas, con frecuencia es llevada por el oleaje hacia afloramientos y riscos. En regiones de marea se acumula en pozos entre arrecifes y rocas y puede ensuciarlos a todo lo largo del rango de marea. Por lo general este hidrocarburo es rápidamente limpiado por la acción de las olas, pero deviene más persistente en aguas protegidas.

La primera gran catástrofe de la historia de las mareas negras fue de tal envergadura que generó una honda preocupación en todo el mundo, a pesar de que la conciencia social sobre nuestro medio ambiente solo empezaba a desperezarse y los movimientos ecologistas aún no gozaban del crédito que se les da hoy.

El 18 de marzo de 1967, el superpetrolero Torrey Canyon, de 120 000 toneladas de registro bruto, navegaba a 17 nudos de velocidad cuando embistió los arrecifes de Seven Stones, en el archipiélago de las Scilly, al suroeste de Cornwall, Inglaterra.

Los 860 000 barriles de crudo que rápidamente escaparon de sus tanques, favorecidos por los golpes de mar, generaron una descomunal marea negra que impactó las costas y playas de Cornwall, isla de Guernsey y el litoral francés de la Bretaña, principalmente en Treguier.

Más de 200 000 aves murieron y la industria de la pesca quedó completamente arruinada. Nunca antes se había enfrentado la humanidad a un accidente de estas características. La mancha de crudo llegó a cubrir una superficie aproximada de 70 kilómetros de largo por 40 de ancho.

Once años más tarde, el 16 de marzo de 1978, el petrolero Amoco Cádiz embarranca y derrama 1,6 millones de barriles de crudo frente a las costas francesas de Bretaña. Este vertido literalmente fue el mayor de la historia, y sus consecuencias apenas comenzaron a borrarse 20 años después.

El 3 de junio del siguiente año, la plataforma marina Ixtoc I de la empresa Petróleos Mexicanos es protagonista de otro de los mayores vertidos de la historia (solo eclipsado por los provocados durante la Guerra de Golfo de 1991), al derramar 560 millones de litros de hidrocarburos en la bahía de Campeche, Ciudad del Carmen, en el Golfo de México.

Y para no hacer el listado interminable, el 19 de noviembre de 2002, el petrolero Prestige se accidenta a 133 millas del cabo Finisterre con 70 000 toneladas de fuel-oil. Tras varios días de remolcarlo hacia una zona abisal en medio de adversas condiciones meteorológicas, el buque termina por partirse en dos. Gran parte del crudo alcanzó por el noroeste una amplia extensión de la costa gallega, pasando por villorrios pesqueros, como el de Muxía -uno de los puntos más castigados-, Vilagarcía de Arousa, Dunas de Corrubedo e incluso el Parque Natural de las Islas Atlánticas (Islas Cíes, Sálvora, Ons...), amenazando también el litoral próximo de Portugal. Por el norte, quedaron afectadas numerosas playas de Asturias, Cantabria y el País Vasco.

PROTEGER EL MEDIO MARINO

Finalmente, a raíz de la Conferencia sobre el Medio Ambiente realizado en de Río de Janeiro en 1992, en el cual se exhortó a todos los estados a que aplicaran los principios derivados de los artículos de la declaración en los distintos convenios de los que formarán parte, ya no se habla tanto de lucha contra la “contaminación” como de “protección del medio ambiente marino contra los efectos negativos derivados de las actividades humanas”.

LOS TRES PRINCIPIOS BÁSICOS ADOPTADOS FUERON:

Contaminación: es la introducción de sustancias o energías que puedan tener como consecuencia riesgos para la salud, recursos vivos, ecosistemas marinos o que pudieran interferir con los usos legítimos del mar.

Principio de precaución: significa que cualquier actividad que se sospeche que pueda causar contaminación debe ser estudiada y, mientras, se deben emprender acciones sin esperar a tener evidencias científicas concluyentes.

Principio de “Quien Contamina, Paga”: tiene como objetivo cambiar algunos de los hábitos usuales, e incluir en el precio final de un producto no solo los costos de producción, sino también los relacionados con el mantenimiento y uso sostenible de los recursos, es decir, todos los importes derivados de la prevención de la contaminación, de la reducción de los efectos negativos y de la restauración del medio ambiente.

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