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04 de Mayo  2025 

El necesario impulso a la integración

La Mayor de las Antillas ha demostrado su experiencia y capacidad de diálogo para limar diferencias y unir a los países del sur, cuyos ejemplos más relevantes han sido el fortalecimiento del Movimiento de Países No Alineados


Jueves 31 de Enero de 2013 | 01:00:00 AM 

Autor

Hedelberto López Blanch

Avances y desafíos de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) sobresalieron durante la recién terminada II Cumbre del organismo efectuada en Santiago de Chile, donde también sesionó el primer cónclave CELAC-Unión Europea.

Entre las virtudes se destaca que,  por primera ocasión en la historia del subcontinente, sus 33 integrantes tengan un mecanismo independiente para discutir los problemas internos y externos sin la presión de Estados Unidos, que consideraba a esta parte del mundo como su traspatio y dictaba las líneas políticas, económicas y sociales a seguir, bajo presiones tales que incluían la invasión de sus territorios.

Como antecedentes de la creación de la CELAC se destaca -durante la Cumbre de las Américas de Mar del Plata, en 2005- la derrota de Estados Unidos al tratar de imponer  su plan neocolonizador denominado Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA), y el surgimiento en los últimos años de gobiernos progresistas en la región que impulsan el desarrollo de sus pueblos.

Reunidos en un mismo escenario por los que lucharon los próceres de la independencia como Bolívar, Martí, San Martín, O´Higgins y Sucre, jefes de Estado y Gobierno de los 33 países, con las consabidas diferencias de pensamiento,  engrasan el nuevo mecanismo que avanza con los preceptos de indepen- dencia y soberanía de sus pueblos.

Cuba, con el prestigio internacional ganado en 54 años de Revolución, al recibir la presidencia pro témpore del grupo tratará de imprimirle el impulso necesario, después de un estancamiento técnico en 2012, para que la CELAC se convierta en un mecanismo de integración y su voz se escuche con más fuerza en los principales foros mundiales, mientras que en el plano regional se lleven adelante programas de desarrollo en favor de las grandes mayorías.

La Mayor de las Antillas en muchas ocasiones ha demostrado su experiencia y capacidad de diálogo para limar diferencias y unir a los países del sur, cuyos ejemplos más relevantes han sido el fortalecimiento del Movimiento de Países No Alineados que ha estado en varias ocasiones a punto de fenecer, lo cual se ha evitado por la acción de los integrantes más consecuentes.

Asimismo, ha alertado sobre las nefastas consecuencias que conlleva-rían la aceptación de políticas neoliberales cuyos cantos de sirena entonan potencias occidentales en aras de adueñarse de las riquezas naturales de la región, ya sean petróleo, agua, minerales o diversidad biológica.

En ese sentido, mucho dejó que desear la Primera Cumbre CELAC-Unión Europea la cual, para criterio de este comentarista, no debió efectuarse sin que el bisoño grupo latinoamericano haya adoptado una línea conjunta a seguir, es decir, una concertación previa entre los Estados miembros.

Europa asistió al cónclave con la intención de buscar fuentes para introducir sus mercancías baratas y poder salir de una crisis que le ha calado hasta los tuétanos.

Pese a que las sesiones de esa Cumbre fueron cerradas para que -al parecer- no se escucharan las voces de los países más progresistas, trascendió que la canciller de Alemania, Ángela Merkel, emplazó a dos de las economías más avanzadas de la zona, Brasil y  Argentina, a abrir sus mercados al libre comercio.

La respuesta no se hizo esperar y la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, le respondió que los posibles acuerdos no deben ser como los enunciados con anterioridad que llevaron a la región a una crisis similar a la que padece hoy Europa. Al parecer, la Merkel continúa mirando a América Latina como las viejas colonias que fueron antaño.

Es cierto que la CELAC enfrenta las diferencias entre países con economías fuertes como Brasil, México, Argentina y otros pequeños y vulnerables como las islas del Caribe.

También aparecen grandes contrastes entre países con alto nivel de desarrollo humano y otros con menor adelanto como Haití, a lo que se une la disparidad económica, tanto externa como interna.

Esas divergencias constituyen desafíos inmediatos para la organización, pero florece una concordancia en términos de visión del modelo económico y de inserción internacional en la región que los une.

Por eso se hace necesario desarrollar una agenda de cooperación económica para programas económicos y sociales que ayuden a disminuir la pobreza, y favorezcan la inclusión social y la seguridad alimentaria.

El Presidente cubano, Raúl Castro Ruz, en su discurso ante la II Cumbre señaló que cerca de 170 millones de latinoamericanos y caribeños viven en la pobreza y de ellos, 75 millones son niños. "Estamos obligados a alcanzar progresos considerables en la educación como base del desarrollo económico y social. Nada de lo que nos proponemos, desde la disminución de la inequidad hasta la reducción de la brecha tecnológica y digital, sería posible sin ello. La eliminación del analfabetismo, como meta primaria, es totalmente alcanzable".  Y agregó:

"Con políticas adecuadas y cooperación regional, para proveer un mínimo de recursos a los más necesitados, podríamos dar un salto en pocos años. Debemos ser capaces de promover una arquitectura regional propia, adecuada a las particularidades y necesidades de la América Latina y el Caribe".

En sentido general, la CELAC agrupa a todos los países en un concepto de unión de una América verdaderamente independiente, con posibilidad de desarrollarse e integrarse al mundo en condiciones de equilibrio e igualdad.

En esa misma línea de ideas, la secretaria ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena, significó que la creación de la Comunidad "es el logro político más importante de los últimos tiempos en el que toda la diplomacia de los países de América Latina y el Caribe confluye en un solo mecanismo de diálogo, cooperación e integración, que le da a la región un sólido frente de interlocución ante otros bloques, países y zonas del mundo".

A Cuba le corresponde en el presente año la enorme tarea de consolidar este proyecto integracionista con sus virtudes y desafíos pero siempre con la visión presente y futura de la Gran Patria latinoamericana.

Como puntualizó el Presidente cubano: "Vamos construyendo, en la dura realidad, trabajosamente, el ideal de una América Latina y Caribeña diversa, pero unida en un espacio común de independencia política, de control soberano sobre nuestros enormes recursos naturales para avanzar hacia el desarrollo sostenible, la integración regional y el enriquecimiento de nuestra cultura".

Y es que Latinoamérica, con el ejemplo y la resistencia cubana por más de 50 años y la fuerza que le imprimió el triunfo de la Revolución Bolivariana del presidente Hugo Chávez en 1999, dejó de ser el traspatio intocable de Estados Unidos.

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