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Parmalat, una historia de fraudes y desfalcos

A principios de diciembre de 2003, el grupo alimentario Parmalat se vio obligado a revelar un agujero en sus cuentas que alcanzaban a 4 000 millones de euros, al demostrarse falsa, en un documento del Bank of America, una financiación desde las Islas Caimán


Sábado 07 de Febrero de 2004 | 12:00:00 AM 

Autor

Hedelberto López Blanch

El contagio de la corrupción y los fraudes fiscales en empresas multinacionales se extienden como pólvora creando enorme desconfianza entre los inversores y accionistas.

Cuando se pensaba que el mal solo afectaba a las compañías con sedes en Estados Unidos como Enron, WorldCom, Tyco International, ImClone Systems, entre otras, ahora aparece con un inmenso desfalco contable la firma italiana, Parmalat, que cuenta con representaciones en cerca de 30 países.

A principios de diciembre de 2003, el grupo alimentario Parmalat se vio obligado a revelar un agujero en sus cuentas que alcanzaban a 4 000 millones de euros, al demostrarse falsa, en un documento del Bank of America, una financiación desde las Islas Caimán.

Posteriormente, la compañía admitió que era incapaz de liquidar una inversión de 500 millones de euros en un fondo colocado en las Islas Caimán llamado Epicurum. La crisis llegó a su clímax cuando Parmalat no pagó el primer adeudo de los 400 millones de euros requeridos por inversores minoritarios en una plaza brasileña el 17 de diciembre. Bancos de crédito y del Estado italiano intentaron salvar a la compañía otorgándole créditos para sufragar sus deudas, pero el hueco contable resultaba demasiado profundo y se hacía imposible saldar las cuentas, lo que conllevó a la bancarrota empresarial y la declaración de insolvencia por un juzgado de Parma.

Según la reconocida firma de auditores PrincewaterhouseCoopers (PwC), la deuda neta de la transnacional italiana es ocho veces mayor a la anunciada por la anterior dirección, y alcanza la astronómica cifra de 14 000 millones de euros (17 927 millones de dólares).

PwC, que realizó los arqueos con el banco de negocios Mediobanca y Luzard, informó que las disponibilidades financieras del coloso de la alimentación italiana no son importantes, aunque Parmalat anunció que puede abonar a “proveedores corrientes” con excepción de Brasil y Estados Unidos donde se han creado unidades de crisis para asistir a los ejecutivos locales.

La investigación de PwC fue indicada por el comisario extraordinario designado por el gobierno italiano con el propósito de salvar el emporio alimentario, mientras la nueva dirección espera que se pueda frenar la crisis y llegar a acuerdos con bancos acreedores.

Hasta el momento suman diez las personas que han sido arrestadas y 30 se hallan bajo investigación por fraude, manipulación de mercados y falsa contabilidad.

Sus principales ejecutivos, entre ellos el ex presidente, Calisto Tanzi, y el ex director financiero, Fausto Tonna, se encuentran en la cárcel bajo las acusaciones de bancarrota fraudulenta, estafa y especulación abusiva.

Tonna colabora en forma activa con la justicia y sus revelaciones son consideradas valiosas por los investigadores, y en su defensa aduce que él solo fue el ejecutante de las órdenes del ex presidente y fundador de Parmalat.

Las averiguaciones de los fiscales se centran en los bancos que en los últimos meses gestionaron préstamos en obligaciones a la compañía alimentaria, como el alemán Deutsche Bank, los estadounidenses Citigroup y Morgan Stanley, así como la agencia de clasificación Standard and Poor´s (S&P).

A finales de enero la policía italiana registró las sedes milanesas de esos tres bancos y la de S&P, cuyos responsables fueron interrogados por los fiscales como “personas informadas de los hechos”.

El Deutsche Bank gestionó en septiembre pasado un préstamo en obligación a Parmalat por 350 millones de euros pocas semanas después de descubrirse el hueco contable de la compañía.

Las pesquisas se encaminan a aclarar si en la información que el banco ofreció a S&P para que analizara la operación se ocultaron datos en contubernio con los dirigentes de la empresa colapsada.

S&P era la única agencia internacional que confirmaba y calificaba los títulos y bonos de la transnacional, y hasta la tardía fecha del 9 de diciembre no había advertido sobre ningún riesgo a los inversores.

Con mucha ingenuidad, los ejecutivos de S&P dijeron a la prensa que resultaba “evidente que nos engañaron durante largo tiempo con los datos que nos enviaban Parmalat y sus auditores”.

Para que se tenga una idea de hasta dónde llega el daño producido por el desfalco contable, se conoce que solo en Italia han sido afectados 115 000 inversionistas; en Argentina 450 000 propietarios de bonos del Tesoro del Estado y desde Alaska un fondo de pensiones de carpinteros reclama 1 000 millones de dólares.

El ex presidente Calisto Tanzi, de 65 años, que según se afirma padece problemas cardíacos que se le han acrecentado tras el desfalco, heredó a finales de la década de 1950 una pequeña lechería en Parma, capital gastronómica por excelencia de Italia.

En 1961, desafió el monopolio del mercado de leche en Italia, y poco a poco Parmalat pasó a ser la primera marca productora, al desarrollar como clave para la hegemonía de sus productos de larga vida la pasteurización a Ultra Alta Temperatura (UHT).

La compañía aumentó sus mercados a más de 30 países con productos de yogur, zumo de frutas y galletas. En 2002, su facturación sumó 7 600 millones de euros.

Parmalat hoy se encuentra entre las primeras compañías que a nivel mundial han cometido los mayores fraudes fiscales de la historia lo que al parecer se ha convertido en una práctica habitual entre empresas multinacionales.

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