Autor: Cortesía Hotel Nacional de Cuba Publicado: 21/06/2021 | 09:37 pm
(…)¡ qué lindo es el vino!
el que se bebe en la casa
del que está limpio por dentro
y tiene brillando el alma.
Alberto Cortez
Expresión sincera de alegría, júbilo, gozo, euforia, placer…todo eso y más provoca el vino, ya sea ambarino, delicadamente rosáceo o cual rubí: blanco, rosado, tinto o espumoso, según prefiera quien lo degusta.
Festín de los sentidos embriaga desde el suave aroma, la delicia de contemplar su color, paladearlo suave y lentamente, y sostener la copa en tanto se intercambian emociones con amigos, amantes y hasta con el desconocido que ocasionalmente acompaña. Y para que nada falte, los oídos se deleitan con el chin-chín de las copas al brindar…
Desde tiempos remotos este elíxir ha acompañado al hombre, siempre cargado de simbolismo. Se menciona en la Biblia, aparece en ánforas como ofrendas funerarias en las vetustas pirámides y en el proceso de embalsamar.
Dueño de larga historia, “cada botella puede tener la suya- como afirmara alguien- lo que contribuye muchísimo a la fascinación que produce”. Nació en la prehistoria y el hombre lo ha rodeado de leyendas y mitos, ¿Quién fue el primero en deleitarse con las libaciones de tan excitante y delicioso elíxir? Imposible saberlo, mas lo cierto es que su origen se atribuye a los dioses.
Y propio de deidades es el vino por delicado y exquisito, por ancestral y moderno, todo en uno. Usado en ceremonias religiosas, cual medicamento, o en festejos, como hoy, que de nuevo se reúnen los amantes de tan sin igual bebida en esta Isla de encanto, en La Habana, del mundo Ciudad Maravilla.