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Aires renovados en Museo de Ambiente Histórico Cubano

Ya se concluyó la restauración de la que muchos identifican como la primera casa de Diego Velázquez, correspondiente al siglo XVI


Viernes 27 de Marzo de 2015 | 12:00:00 AM 

Autor

Marlene Montoya Maza

Con dos viviendas que recrean ambientes de los siglos XVI y XIX, respectivamente, el Museo de Ambiente Histórico Cubano es una joya patrimonial en la ciudad oriental de Santiago de Cuba, al albergar el inmueble considerado más antiguo de América.

Muchos identifican la primera como la Casa de Diego Velázquez, ya que allí vivió el Adelantado español, quien fundó la Villa en 1515, suceso histórico del cual se festejarán en julio próximo los 500 años.

Precisamente para esa fecha especial estará listo todo el museo, sometido a una reparación capital, en dos etapas.

Hace 12 meses ya recibe público la morada correspondiente al siglo XVI, cuya entrada está frente al populoso parque Carlos Manuel de Céspedes.

Su influencia morisca en la arquitectura llegó al Nuevo Mundo con los peninsulares.

Muestra en sus salas una cronología del arte colonial, con la historia del mueble en Cuba, los ambientes domésticos y decoraciones interiores en esa centuria y las sucesivas.

Según investigaciones, el mobiliario se importaba desde el siglo XVI hasta finales del XVII y en este último comenzó a construirse por los artesanos de la Isla y posteriormente se copiaron estilos europeos.

De la vivienda más antigua se conserva el horno de fundición de metales preciosos, la tronera, especie de ventanas que apuntaban a la bahía; y los muros exteriores levantados con piedras de sillares, muy resistentes.

Igualmente, persisten interiores de mampuesto hechos con cal, piedra y tierra, horcones de madera sujetos con pasadores de plomo y techos de armadura.

En cuanto a la residencia del siglo XIX, refleja la influencia de la arquitectura neoclásica con la llegada de emigrantes franceses procedentes de Haití, y empieza a introducirse el uso de vitrales, persianas, arcos de medio punto y cenefas que adornaban las paredes.

Durante el recorrido se aprecia el ambiente doméstico de las clases adineradas, con muebles de estilo victoriano, imperio criollo y francés y las vistosas alcobas.

Entonces ya la casa tenía su cocina y existían los salones para tomar té o café y los destinados a los bailes.

Fue el prestigioso arqueólogo, restaurador de obras y especialista en artes, Francisco Prat Puig, quien asumió el rescate de la añeja casona, inaugurada como museo el 30 de noviembre de 1970, explicó Tania Quintana, técnica en museología de la institución.

Dos años después, dijo, se anexó el inmueble correspondiente al siglo XIX, que mira por sus ventanales y amplio portón hacia la céntrica calle Aguilera.

Ambas viviendas poseen hermosos y acogedores patios interiores, donde se conjugan la historia y la cultura, acotó la especialista en conversación exclusiva para Opciones.

En esos espacios al aire libre acontecen peñas con las agrupaciones vocales Divas y Vidas, la orquesta típica tradicional, el Piquete de Francisco Ulloa, la soprano Cristina Delisle, la orquesta de guitarras y el Cuarteto de Saxofones, entre otros.

El medio milenio de la fundación de la Villa será ocasión propicia para la reapertura del Museo de Ambiente Histórico Cubano, con sus habituales peñas musicales que animan las tardes en las dos residencias, con valores arquitectónicos, patrimoniales e históricos. (AIN)

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