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Café cubano, aromático y competitivo

La Empresa Comercial CubaCafé introduce y gana espacios con este rubro en exigentes mercados europeos y en Japón


Lunes 26 de Julio de 2010 | 12:00:00 AM 

Autor

Amado de la Rosa Labrada

Miles de tazas de café se beben diariamente en Cuba. Se trata de un producto con gran arraigo en la historia, cultura y economía del país.

"Tiene una alta aceptación no solo en la población cubana, también en el extranjero", afirman especialistas de la Empresa Comercial CubaCafé, del Ministerio de la Industria Alimenticia, una de las entidades que mercantiliza este rubro en el mercado exterior.

Esta agrupación oferta diversos tipos de café para la exportación y la venta en el mercado interno de divisas. Su ubicación en plazas tan rigurosas como las europeas y japonesas se debe a que está considerado entre los de categorías de suaves -de alta calidad. A Japón se destina una variedad que se cosecha en la serranía del Escambray y a la cual expertos del país nipón pusieron la marca de Crystal Mountain; sobresale por su aroma, acidez y cuerpo; puede competir -según especialistas- con el Blue Mountain, de Jamaica y es tasado entre los de mejor cotización en el área. En Europa un cuarto de kilogramo de este rubro se vende a unos 20 dólares.

Miguel Pérez Mateo, especialista de CubaCafé, significó que "hemos desarrollado además las marcas Cohíba Atmosphere y el Montecristo Deleggend, asociadas al tabaco -otro de nuestros productos elite-; tienen denominaciones de origen y ya se comercializan". Se crearon con la autorización de la firma Habanos S.A., distribuidora mundial de los famosos puros cubanos.

"Se nutren con los granos de dos exóticos lugares de las montañas del centro de la Isla, donde el cultivo está matizado con un ambiente único en el que se conjugan suelo y clima", precisó Pérez Mateo y agregó que con el uso de los nombres de dos famosos tabacos se pretende que los consumidores de estos dos cafés los asocien con Cuba.

Por supuesto, este es uno de los ganchos promocionales de CubaCafé, pero su relación con el tabaco no está solo en las denominaciones; los dos productos fueron diseñados para que puedan maridarse con estos y con otros habanos. Unen así dos elementos donde la peculiaridad define lo cubano.

La relación con el tabaco de la Isla se mantiene también en la estrategia de distribución, porque se ha planificado que estas marcas se encuentren en las más de 120 Casa del Habano existentes en el mundo y se vendan en los sitios más elitistas.

El Cohíba Atmosphere y el Montecristo Deleggend tienen también a favor de su éxito estar apoyados en un proyecto integral de comunicación donde la imagen de sus personalidades, elegantes y sobrias, recuerda su hermandad con los habanos y armoniza perfectamente con un legado de historia y tradición, que nunca podrá abandonar al café cubano, porque forma parte de su propia esencia.

Con sus excelentes galas y caracteres de sabor y aroma que lo definen como indiscutible gourmet, para este rubro se avizora un amplio camino, por lo pronto CubaCafé ya se ha introducido y gana espacio en mercados internacionales. Sus directivos esperan en los próximos años contar con grandes volúmenes de este aromático producto para la exportación, que generará mayores ingresos a la economía nacional y prestigio a esta producción. Aunque -debido a la actual crisis económica mundial- se han afrontado dificultades en la adquisición de algunos insumos, sobre todo de envases, se buscan otras opciones, surtidos y formatos, de manera que les permita mantenerse dentro del mercado. Cuentan además con un equipamiento de avanzada y personal capacitado. Asimismo, su fuerza laboral se desempeña de manera estable.

ARRAIGADA TRADICIÓN

Diversas fuentes bibliográficas consultadas para este trabajo coinciden en que la planta del cafeto llegó a Cuba en el siglo XVIII, de la mano de Don José Gelabert, quien fundó en El Wajay, en las afueras de La Habana, el primer cafetal de la Isla hacia 1748, con semilla procedente de la actual República Dominicana.

Sin embargo, la avalancha de haciendas cafetaleras ocurrió en la Mayor de las Antillas con el asentamiento de colonos franceses que emigraron desde Haití al originarse allí la Revolución de 1791.

Esos conocedores encontraron terrenos excelentes y condiciones climáticas propicias para el cultivo del cafeto en las zonas montañosas del país ubicadas en el occidente, centro y oriente insulares. Así surgieron las grandes haciendas cafetaleras cubanas, que en breve se convirtieron en poderosos centros productores. Gracias a este auge, la Isla pasó a ser en el primer exportador mundial a inicios del siglo XIX.

El boom cafetalero cubano tuvo lugar durante las tres primeras décadas del siglo XIX, pero ya hacia 1830 fue perdiendo fuerza, debido a la mediación de España en el comercio de la Isla. La Metrópoli imponía gravámenes y altos precios a países importadores como Estados Unidos, los cuales desestimulados por esta situación, giraron sus ojos hacia productores incipientes en ese momento, como Brasil, Colombia y otros del área centroamericana.

Aunque Cuba perdió su liderazgo como exportador de café, mantuvo una alta calidad en el cultivo y beneficio del grano, trasladando esta tradición, como un ritual que pasó de generación a generación, hasta nuestros días.

CONDICIONES CLIMÁTICAS

Aseguran expertos que el café solo se produce en la franja ubicada entre los trópicos de Cáncer y de Capricornio. Los países más cercanos a la línea ecuatorial, necesitan de mayores alturas sobre el nivel del mar para producir granos de alta calidad, mientras una posición más alejada de esta línea, condiciona que a menor altura se puedan obtener de gran calidad.

De ahí que la ubicación geográfica de la isla de Cuba, más alejada del Ecuador y con una temperatura media que oscila entre los 23 y 28 grados centígrados, hace posible que a una altitud entre los 350 y 750 metros se obtengan granos de calidad excepcional, que estén valorados entre los mejores arábicos lavados del mundo.

Los cafetales crecen a la sombra de árboles centenarios, en suelos permeables, con altos contenidos de materia orgánica y arcilla que permiten que el agua se absorba fácilmente.

Las zonas montañosas más relevantes de la topografía insular, poseen lugares con características climatológicas muy particulares que las convierten en las principales regiones cafetaleras de Cuba.

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