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28 de Marzo  2024 

Las trampas de los petrodólares

Desde hace seis años y en varias ocasiones, China ha planteado al Reino Saudita realizar los contratos de petróleo en yuanes, a lo que se opone rotundamente Estados Unidos. Riad exporta unos 6,2 millones de barriles diarios y Beijing compra entre el 25 % y el 30 % de esa cantidad


Miércoles 11 de Enero de 2023 | 02:33:08 PM 

Autor

Hedelberto López Blanch

Entre la clase dirigente estadounidense gran revuelo ha causado la propuesta hecha a Arabia Saudita por el presidente de China, Xi Jinping para que esa nación venda petróleo al Gigante asiático en yuanes, en lugar de dólares.

De lograrse, sería un golpe contundente al dominio del billete verde en el mercado internacional y, por ende, disminuiría el poderío político-económico que Washington ha utilizado para chantajear y dominar a gran parte de los países.

Desde hace seis años y en varias ocasiones, China ha planteado al Reino Saudita realizar los contratos de petróleo en yuanes, a lo que se opone rotundamente Estados Unidos. Riad exporta unos 6,2 millones de barriles diarios y Beijing compra entre el 25 % y el 30 % de esa cantidad.

Arabia Saudita, que ha sido un fiel aliado de Estados Unidos durante las últimas décadas, ha tenido últimamente diferencias con Washington, lo cual ha enfriado esas relaciones.

Durante la visita a principios de diciembre de Jinping a Riad, el estadista también participó en la reunión con los líderes del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) y se comprometió a aumentar las compras de petróleo y gas a esas naciones de donde recibe el 50 % de sus importaciones.

Mientras esto sucede, producto de las enormes y alucinantes sanciones que Estados Unidos ha impuesto a Rusia tras lanzar la operación militar especial contra Ucrania para desmilitarizar y desnazificar esa vecina nación, Moscú decidió vender en rublos el petróleo que exporta, alejándose así de las transacciones en dólares. Irán, China, India y Turkiye acogieron bien esa medida.

Varias decenas de países están efectuando una parte importante de sus intercambios en sus monedas nacionales desligándose del dólar.

Pero veamos las raíces del porqué el mercado del petróleo pasó a realizarse solo con el billete verde.

Para mantener su hegemonía mundial, Estados Unidos se basa, además de en su poderío militar, en el control que ejerce sobre el sistema financiero, después que el dólar fue impuesto como moneda de reserva internacional a finales de la Segunda Guerra Mundial.

La reunión en Bretton Woods, en julio de 1944 (participaron 44 países), marcó el inicio de esa supremacía financiera al lograr Washington que el dinero estadounidense se estableciera como capital de reserva.

La ecuación consistía en que las monedas extranjeras podrían cambiarse en dólares a tasas fijas y que, a su vez, estaría garantizado que los billetes verdes podrían convertirse en oro a una tasa de 35 dólares por onza del preciado mineral. O sea, ese dinero era tan bueno como tener oro, lo que impulsó la recuperación económica de los países de Europa y Japón.

Para principios de la década de 1970 mientras Japón y Europa disfrutaban de un auge económico, Washington estaba en apuros por el costo de la guerra en Vietnam y la inflación. Además, tenía un gran déficit en la balanza comercial y la cantidad de dólares fuera de Estados Unidos se estimaba en 50 000 millones, por lo que superaba las reservas de oro del país que eran de unos 10 000 millones.

Se hacía necesario entonces abandonar los acuerdos de Bretton Woods por lo que el entonces presidente Richard Nixon ordenó en agosto de 1971 eliminar los cambios de oro por dólares lo que convirtió al billete verde en una moneda fiat (no esta respaldada por un producto físico (oro o plata) y no cuenta con valor intrínseco).

Al mismo tiempo, convenció a los bancos centrales de todo el mundo para que mantuvieran reservas monetarias en títulos del Tesoro estadounidense y otros activos financieros de ese país.

Al dispararse los precios del petróleo en 1973 por la guerra árabe-israelí, Estados Unidos decidió crear un sistema de señoreaje del dólar por medio de los beneficios del petróleo saudita.

Ese año reforzó su cerco estratégico al conseguir que Arabia Saudita aceptara vender sus exportaciones de hidrocarburos en dólares y que invirtiera los beneficios obtenidos en bonos y letras de cambio del Tesoro estadounidense, mientras Washington le aseguraba ventas de múltiples armamentos y la seguridad en caso de guerra.

Para 1974 la relevancia de esa moneda creció al acordar los entonces 13 miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) vender su crudo únicamente en dólares mientras los importadores debieron acumular sus excedentes comerciales en esa divisa con el fin de comprar el combustible. Nacía el petrodólar.

De esa forma, los países están obligados a tener dólares para adquirir petróleo y por tanto deben poseer grandes reservas en esa moneda, o sea, que si no cuentan con  billetes verdes, les sería difícil obtener crudo en alguna nación o mercado financiero. Esto facilita la demanda de dólares en la adquisición de otros bienes, mientras permite a Washington financiar su enorme déficit presupuestario que sobrepasa los 24 billones.

El nerviosismo de los magnates y del gobierno estadounidense sucede porque al comenzar varios importantes países a realizar una parte de sus intercambios comerciales en monedas nacionales como China, India, Rusia, Turkiye, Irán, Japón, Emiratos Árabes Unidos, Venezuela y otros, junto al billete verde caería también una parte relevante del control de Washington en el mundo.

Como declaró Gal Luft, codirector del Instituto para el Análisis de la Seguridad Global, a The Wall Street Journal: “el mercado del petróleo, y por extensión todo el mercado mundial de materias primas, es la póliza de seguro del estatus del dólar como moneda de reserva. Si se quita ese bloque del muro, este empezará a derrumbarse”.

De consumarse la táctica de China de comprarle a Arabia Saudita el petróleo en yuanes y la decisión de Rusia de vender sus hidrocarburos en rubros, serían dos duros golpes para los petrodólares que marcan una tendencia a su declive (y posible desaparición) en el futuro cercano.

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