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10 de Mayo  2025 

La imagen personal como formadora de juicio individual

Todo relacionista público debe prestar sumo cuidado a los elementos inherentes al aspecto personal, llevando armonía en el vestir, un maquillaje moderado, el cabello limpio y bonito, y las manos aseadas y arregladas


Jueves 05 de Abril de 2012 | 12:00:00 AM 

Autor

Mairim Silva Rodríguez

El vestuario, la armonía en los colores, el calzado, el maquillaje, el cabello y las manos son elementos de la imagen personal que ningún relacionista público debe descuidar a la hora de ejercer su trabajo, ya que estos contribuyen a la formación de un juicio sobre la persona, que de ser negativo puede convertirse en un verdadero prejuicio, como resultado de una valoración precipitada.

La forma de vestir constituye, junto con otras inherentes al aspecto personal, fuente de información. Más allá de factores económicos, la clave está en hacer una buena selección individual, en la cual debe primar el sentido práctico: contar con un vestuario sencillo y funcional, que pueda usarse en el día a día y en ocasiones especiales.

Todo profesional debe dedicar un estudio a su imagen. Al seleccionar la ropa es necesario tener en cuenta el lugar, la hora, la época del año, el tipo de evento o cita, y cualquier otro elemento que  condicione la elección.

La elegancia es simplicidad y originalidad, y está en la armonía en el vestir, los gestos, el andar y en una impresión general de seguridad y serenidad.

Lucir lo más natural posible es una válida recomendación, por lo que, la vestimenta debe ser rica  en su hechura pero no extravagante.

La moda es una orientación y resulta erróneo considerarla una obligación. Influye de manera considerable siempre que se aplique adecuadamente, eligiendo aquello que favorezca la figura de cada quien.

Se incluyen aretes, collares, pulseras, anillos, bufandas, pañuelos y guantes, entre otros accesorios, que pueden restar elegancia y sencillez cuando se usan indiscriminadamente. Por tanto, es preciso la selectividad y discreción al llevarlos, y tratar de que combinen armónicamente tanto en colores como en diseño con el resto del vestuario y características corporales de cada persona.

Hay eventos con peculiaridades, que exigen un tipo de ropa   formal. Para el hombre se recomiendan: traje de color oscuro (azul marino y gris son los más usados), camisa blanca o en tonos pasteles claros, corbata bien combinada con el resto del vestuario, zapatos negros con cordones y medias largas negras.

En este caso, si la camisa es a rayas, se propone que la corbata sea de color entero. Si el traje es de color entero admite corbata con diferentes diseños, en cambio, si es a cuadros o a rayas, requiere camisa y corbata de color entero.

Como vestimenta formal, para la mujer se sugiere: traje de chaqueta o vestido preferiblemente de color entero, con el largo que se desee, aunque sin exagerar en lo corto o lo ceñido; de buen tejido y excelente confección; zapatos de tacón alto o mediano; y cartera.

Es aconsejable crear el hábito de revisar la ropa antes de ponérsela para evitar que falten botones, o haya descosidos, y asegurar que esté bien limpia y planchada.

A pesar de que en la selección de colores influye el gusto personal, se reafirma que estos van subiendo de tono según avanza el día, y con ello, la formalidad del vestuario. En la mañana, lo ideal son los tonos claros; al mediodía y la tarde, los intermedios; y los oscuros, en la noche.

Un lugar igualmente importante lo ocupa el calzado, el cual debe estar limpio y lustrado, y  combinar con el pantalón y las medias, en el caso del hombre. Con zapatos negros la mejor opción es llevar medias del mismo color. El tipo y la calidad están en dependencia de la función social y de la hora.

Para el trabajo habitual, en las féminas, es mejor llevar  zapatos cerrados, pues el uso continuado de sandalias y chancletas deforman los pies y contribuyen al endurecimiento de los talones, que además de ser molesto es antiestético.

El maquillaje es otro aspecto de sumo cuidado en la imagen personal. Durante el día es conveniente sea más ligero que en la noche. Es recomendable aplicar solo la cantidad necesaria para evitar el exceso. Teniendo en cuenta que sus efectos son potenciales sobre diferentes partes del rostro -mejillas, cejas, ojos, labios…-, es vital conocer las características propias individuales, porque cada zona exige un tratamiento específico.

Recuerde siempre que un cutis limpio denota higiene. Nunca se maquille o peine en público.

El cabello, considerado uno de los atractivos de mayor estima, sobre todo en la mujer, ejerce una supremacía indiscutible cuando está bonito, limpio y peinado favorablemente. Debe tener un corte que le permita estar presentable en todo momento, ya sea para el trabajo o alguna ocasión especial.

Las manos son otra parte del cuerpo que las personas de uno y otros sexos jamás deben descuidar. Aseadas y arregladas añaden distinción. Las féminas han de tenerlas bien limadas, con una longitud moderada y debidamente esmaltadas, además de cortarse las cutículas con frecuencia.

Criterios sobre algunos colores

Negro:

• Es considerado el color de la etiqueta.
Combina con casi todos los colores, excepto con el azul marino y el carmelita.

• Produce un aspecto más estilizado.

 Carmelita o Marrón:

• Solo combina con beige claro, amarillo, blanco arena y algunos tonos de verde.

 Gris:

• Es el color clásico y serio por excelencia.

• Combina fácilmente con distintos tonos de azul, verde, rosa y negro.

Azul marino:

• Es el color más tradicional.

• Se puede integrar perfectamente con distintos tonos de gris, blanco y rosa.

Blanco:

• Es ideal para la ropa de mujer.

• Salvo en ocasiones especiales, hoy día el traje de vestir blanco para el hombre resulta poco común.

Fuente consultada: Manual de Relaciones Públicas. Colectivo de autores, Editorial Félix Varela, 2002.

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