La apertura de nuevos restaurantes privados especializados en las más diversas tradiciones culinarias internacionales, sitúa parte de la actividad gastronómica habanera entre las formas de gestión no estatal con mayor dinamismo y originalidad del país.

Eso resulta muy favorable porque, primero, una buena gastronomía en Cuba es tarea pendiente desde hace mucho tiempo; segundo, de tantos "timbirichis" y restaurantes que se han levantado en una y otra esquina, pocos están a la altura, ni tan siquiera clasifican para segunda categoría.

Tercero, y último, en muchos de estos nuevos espacios sociales, que lo son, van de la mano profesionalidad, compromiso con el cliente y pensamiento en grande, lo cual se traduce, simplemente, en hacer bien las cosas, intentar ser los mejores e innovar todo el tiempo.

Nazdarovie, por ejemplo, es el más reciente de los espacios gourmet abiertos en La Habana que hace coincidir iniciativa, conocimiento, funcionabilidad y aceptación del público, apostando por la elaboración de platos y bebidas típicas de Rusia.

Junto al Pp's Teppanyaki, dedicado a la mesa japonesa, o el Topoly, a la iraní, este sitio se suma, sin duda, a las pretensiones comerciales del turismo nacional que intenta posicionarse ante el mundo como destino de calidad en los servicios gastronómicos.

Cada uno de esos espacios tiene un concepto que les identifica y singulariza; Nazdarovie toma su nombre de un brindis ruso que significa ¡Salud!, en cual en la tradición eslava simboliza cierta unión espiritual, de hermandad, por eso los operadores del establecimiento añoran convertirlo en centro de confluencia de esas generaciones que tienen un poco de Rusia, aún en la distancia.

Gregory Biniowsky, promotor intelectual del proyecto, expresó a la prensa su deseo de que Nazdarovie no sea solo un eficaz negocio orientado a satisfacer a quienes visitan Cuba o desean encontrarse con parte de su historia, sino convertirlo en espacio sociocultural.

Como otras formas de gestión no estatal en la capital de la Isla, el nuevo restaurante -situado en el Malecón-  deberá velar por lo referido a licencias y sistema tributario; así como afrontar la no existencia de un mercado mayorista estable donde abastecerse sin dejar de ofrecer un buen servicio.

Estas iniciativas, más allá de generar empleos, ayudar a un grupo de personas a mejorar su economía y despojar al Estado de prestaciones menores, ofrecen al público un producto para la plena satisfacción.

La gastronomía se define como un arte en todo el orbe, es una manifestación que implica muchos atractivos, pero que exige entrega y conocimiento, más cuando desde ella se defiende también la identidad cultural de un país.

A principios de año Cuba registraba más de 455 000 personas que ejercían el trabajo por cuenta propia, entre ellos 57 776 dedicados a menesteres gastronómicos como elaboración y venta de alimentos. Se aspira que el incremento de estas cifras conlleve a engrosar el presupuesto estatal por concepto de impuestos derivados del arriendo de locales, contratación de empleados o la compra de insumos; pero no menos importante es garantizar la calidad y la satisfacción que se ofrecen al público. (AIN)