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La especulación grava crisis mundial del petróleo

La más leve alteración en la producción o en los precios del crudo, deviene efecto dominó capaz de absorber, cual agujero negro, tanto a pequeñas naciones como a poderosas economías


Jueves 03 de Septiembre de 2015 | 12:00:00 AM 

Autor

Luis Ubeda

Mientras muchas personas en nuestro planeta aplauden el advenimiento de un combustible barato que reduzca los costos de producción y transportación y, por consiguiente, un aumento en el consumo, algunos expertos alertan sobre los efectos secundarios de una deflación o derrumbe de los precios a nivel internacional. 

Tal situación puede conducir a una crisis peor que la de los tristemente célebres "bonos basuras" en el sector inmobiliario, fenómeno que dejara sin hogar a millones de seres en Estados Unidos a partir de 2008.

Por otro lado, en lo que va de año hay más de 300 000 trabajadores de la industria petrolera que la actual crisis dejó sin empleo… y sin aplausos.

Los expertos coinciden en que los riesgos son aún mayores en relación con el sector financiero, habida cuenta de que la reducción de las ganancias en los trust petroleros del selecto grupo de postores en los mercados de valores, podría ser el puntazo que hiciera estallar las burbujas financieras flotantes desde décadas atrás.

Paul Craig, ex subsecretario del Tesoro de Estados Unidos, reconoció a principios de este año que "el sistema financiero occidental es un castillo de naipes que colapsará en cualquier momento". Por igual fecha el reconocido analista económico Rob Kirby, dejó sentado en su página Web que "el colapso del precio del petróleo será el detonante de la nueva crisis", debido a que las grandes empresas energéticas están vinculadas a la deuda generada para financiar la exploración del petróleo no convencional en varias regiones del mundo, pero sobre todo en Canadá y Estados Unidos.

"Las élites están diseñando la excusa para su próxima ronda de impresión de billetes y tratar de rescatar los bancos", prevé Kirby, tomando en cuenta que la depreciación del oro negro durante varios años enviaría al basurero de la historia buena parte del papel verde respaldado hoy por bonos del entra- mado financiero.

Ahora bien, el petróleo es una mercancía compleja y hay que tomar en cuenta múltiples determinantes de su precio, tanto del lado de la oferta como del de la demanda. En la actualidad, numerosos analistas lo clasifican en tres categorías de acuerdo con sus funciones:

1. Señales del mercado derivadas de movimientos de la economía "real", o sea, en la oferta (costos de extracción y disponibilidad de reservas) y en la demanda (particularmente en la producción y el transporte). En este sentido, los hidrocarburos son un producto muy útil vinculado directa o indirectamente en la producción de la mayoría de los bienes y servicios en la economía mundial. Aunque se analiza como cualquier otra mercancía, por lo común se reconoce su mayor importancia sobre cualquier otra mercancía "real".

2. El petróleo es también un activo financiero de suma importancia. Los títulos de propiedad y los derivados que dependen de precios y cantidades del este y de sus títulos se mueven ampliamente en los mercados financieros, y por eso su precio depende en gran parte de criterios financieros y especulativos.

3. No poca atracción geopolítica genera el petróleo. Controlar su producción, distribución y precio, lo cual no depende solo de la propiedad directa, equivale a enorme poder económico y político a nivel global, y por eso la manipulación por fines geopolíticos es también un factor de gran importancia en la formación del precio.

Sin embargo, esta tríada no resulta independiente ni mucho menos separable, pues un cambio en el precio por factores reales de oferta o demanda puede estimular una ola especulativa de compra o venta de títulos del crudo que impacte favorable o negativamente en su precio; además, los factores geopolíticos influyen en las decisiones de cuánto producir y cuánto comprar junto con los aspectos técnicos y económicos, entre otros.

Vale recordar que el estallido de la burbuja especulativa inmobiliaria en Estados Unidos provocó la búsqueda de nuevos activos por parte de los grandes gestores financieros, resultando el oro negro uno de los nuevos nichos para el capital financiero especulativo.

Muy pronto las justificaciones que atribuían el alza del precio del petróleo a la demanda de China e India dado su crecimiento industrial, identificaban un factor pero no explicaban la enorme magnitud de los incrementos en su valor. De igual modo, el estrepitoso descenso a menos de 40 dólares a finales de 2008 correspondió sin duda a movimientos especulativos, mientras la tendencia alcista en 2011, al rebasar la cota de los 100 dólares y permaneciendo cerca de ese nivel hasta septiembre de 2014 -influido por las guerras del Medio Oriente y las decisiones estatales sobre la legalidad del controvertido método extractivo denominado fracturación hidráulica o fracking-, también están aderezados con un fuerte componente especulativo.

No obstante, persiste el desacuerdo entre los especialistas en cuanto a la caída de los precios desde junio de 2014. Unos lo atribuyen a factores por el lado de la demanda debido al débil crecimiento económico mundial, aunque las severas situaciones en Iraq y Siria limitan notablemente su producción y deben presionar los precios hacia arriba.

Para otros, el crack de estos; a partir de septiembre de 2014, responde a decisiones geopolíticas mucho más que a señales económicas del mercado. La causa directa es la decisión de Arabia Saudita, apoyado por Qatar, de seguir produciendo altas cantidades y bloquear la iniciativa promovida por otros países de la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP) de contraer la producción para conservar niveles de precios capaces de cubrir gastos y generar ganancias.

El alcance oficial es que Arabia Saudita pretende adquirir nuevas plazas ante la débil demanda en el mercado global. No puede soslayarse que dicha nación obtiene petróleo de alta calidad con muy bajos costos de extracción y elevada rentabilidad, mientras para otros países el precio no cubre los costos. Baste conocer que un barril de petróleo saudí se produce por menos de 30 dólares.

Razones de una fraternal visita

No fue casual, por tanto, que en septiembre de 2014 el Secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, viajara a Arabia Saudita para reunirse con el Rey Abdullah y el Príncipe Bandar y, según numerosas fuentes, acordara la política petrolera saudí con el propósito explícito de generar el rápido y fuerte descenso de los precios. Ese propio mes la industria petrolera comenzó a elevar la producción en más de 100 000 barriles, haciendo oídos sordos desde entonces a los reclamos de otros países miembros de la Opep de retomar los acuerdos que limitan la producción y mantener altos los precios.

Ante todo, los motivos geopolíticos tienen que ver con los efectos sobre Rusia e Irán. Para el gobierno estadounidense, es una forma de llevar los conflictos con estos dos países a una suerte de guerra económica no declarada. En el caso de Rusia, la política petrolera marcha paralela con las sanciones económicas por parte de Estados Unidos y sus aliados en la Unión Europea (UE).

Las tensiones están asociadas al conflicto sobre el control de la parte oriental de Ucrania disputada entre Rusia y el gobierno golpista de Kiev, apoyado por los antes mencionados, la expansión de la Otan con bases militares estadounidenses en los países vecinos de Rusia y el proyecto de esta de construir un gaseoducto para suministrar gas natural a Europa sin pasar por territorio ucraniano.

En cuanto a Irán, persisten conflictos manifiestos con la administración Obama como consecuencia de su programa nuclear pacífico y otros menos perceptibles, es decir, la influencia regional y el control sobre los flujos de petróleo y gas. Estos problemas también involucran a Arabia Saudita y Qatar, quienes desean dominar el flujo de gas al mercado europeo y, para ello, primero deben suprimir el de Rusia y reemplazarlo por el qatarí y otros aliados regionales, con sus propias rutas de transporte no controladas por rusos e iraníes.

Finalmente, en este turbulento escenario aparece Siria. Tiempo atrás el gobierno de Bashar al-Asad anunció que formaría parte de un gaseoducto islámico para transportar gas natural de Irán, pasando por Irak y Siria y extendiéndolo a Grecia y el mercado de la UE. El proyecto sería muy lucrativo para esta nación del cercano oriente y también favorable para Europa, pero la UE se opone en apoyo a sus aliados en el Golfo Pérsico.

Siria también figura en las rutas planeadas por Qatar y sus aliados, incluyendo Turquía, principal transportador del fluido a la UE y que en este caso quedaría separado de la nueva ruta trazada por Irán (con el apoyo ruso y sirio), además de Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos. Esta pugna geopolítica explica por sí sola el denodado apoyo de estos países y sus aliados occidentales a los rebeldes sirios.

Para Estados Unidos, el triunfo de sus socios en la región asegura el control de los flujos de gas y, sobre todo, que las transacciones sigan denominadas en dólares estadounidenses, lo cual ayudará a mantener la demanda, el valor y la supremacía del billete verde en el mundo y el sistema de reciclaje de petrodólares a la deuda estadounidense. Más claro ni el agua.

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