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25 de Abril  2024 

Las tribulaciones de los más pobres en Davos

En su habitual ambiente, el Foro Económico Mundial de Davos concluyó con una cruda y gélida verdad: los pobres son más pobres y los ricos mucho, muchísimo, más ricos


Viernes 23 de Enero de 2015 | 01:00:00 AM 

Autor

Luis Ubeda Garrido

Al cabo de tres jornadas de sesiones en el acogedor Davos Conversation Corner, los más de 2 500 representantes de 140 países (entre ellos 40 jefes de Estado o de Gobierno), los principales puntos a discutir o sea, el anémico crecimiento económico -particularmente en Europa-, la inclusión social, la multiplicación de las crisis y el irrefrenable calentamiento global, quedaron flotando en el  limbo, con la esperanza de que la venidera edición de 2016, arroje soluciones concretas tendentes a aliviar las cada vez mayores desigualdades padecidas por la humanidad.

La pequeña ciudad del cantón suizo de los Grisones, a 1 560 metros sobre el nivel del mar, desde 1991 deviene punto de reunión de los principales líderes empresariales, políticos de numerosas naciones y escogidos periodistas e intelectuales para analizar los problemas más apremiantes que enfrenta el mundo, aunque hasta hoy sus muchas recomendaciones hayan sido devoradas por el agujero negro de la indiferencia.

Claro está que en Davos no se adoptan decisiones, pero es en esta localidad donde surgen las ideas primarias y se formulan las recetas, (no siempre las más beneficiosas para la gran mayoría) como resultado de los intercambios entre algunos de los principales actores de la esfera pública y privada.

La amplitud del programa y la complejidad de los debates respondieron al título que lo identificó, El nuevo contexto global, espejo donde mirar las incertidumbres del pasado reciente y los numerosos desafíos enfrentados hoy por la humanidad.

Mucho se habló en el Foro acerca de la caída del precio del petróleo, el riesgo de deflación en Europa, la política monetaria del Banco Central Europeo, la crisis en el mercado de divisas o el futuro de los países emergentes; también consumió horas la naturaleza geopolítica que han adquirido conflictos como el de Ucrania y los de Iraq y Siria, y sus graves repercusiones en el resto de los países de la región, así como la expansión del yihadismo, por una parte, y el auge cada vez más visible de los movimientos nacionalistas y xenófobos, de la otra.

Aludiendo a la presente crisis del euro, la presidenta del banco español Santander, Ana Patricia Botín, afirmó que el problema principal de la zona del euro es el crecimiento y que es necesario generar confianza junto con reformas macroeconómicas. "Los bancos están preparados para prestar y transmitir el mecanismo de la política monetaria", añadió Botín.

También el Fondo Monetario Internacional (FMI) se mostró favorable a la expansión cuantitativa, al argumentar que va a ayudar a las economías emergentes del bloque, aunque expertos dudan que esta medida tenga un efecto positivo para la moneda común, pues tales declaraciones se suscitan en momentos en que el euro sigue en picada, con cotizaciones de hasta 1,15 dólares en las últimas semanas.

Dichos especialistas incluso recordaron que en las reuniones más recientes ha predominado el pesimismo en cuanto a la búsqueda de una salida a la crisis económica y financiera europea y global, y a la solución de la pobreza y el hambre, entre otros problemas.

Los nuevos acontecimientos en el mercado de divisas, tras la decisión del Banco Nacional de Suiza de dejar cotizar libremente el franco frente al euro, han arrojado todavía más dudas sobre la capacidad de los bancos centrales cuando los tipos de interés se sitúan próximos a cero y la amenaza de la deflación es cada día mayor.

Asimismo, la decisión del Banco de Canadá de bajar los tipos de interés, luego de que buena parte de los analistas esperaba que se sumara al bloque de autoridades monetarias dispuestas a subir los tipos este año, abunda en esa tesis. La política monetaria empieza a mostrar sus límites y fuerza medidas fuera de la hoja de ruta marcada por las propias entidades. Son demasiadas sorpresas por parte de los bancos centrales en tan breve lapso y a los inversores no les gustan esos movimientos imprevistos, temas debatidos a fondo por los congregados.

Cambio climático y economía mundial

El ex vicepresidente de Estados Unidos, Al Gore, recordó que cada 24 horas se emiten a la atmósfera 110 millones de toneladas de dióxido de carbono, y puso como ejemplo a imitar a Alemania, que el pasado año generó 74 % de su electricidad con energía solar y eólica y que va a ser el primer país en declararse neutral desde el punto de vista del carbono.

Gore enfatizó que 2014 fue el año más caluroso en la Tierra, y que el calentamiento global tiene como consecuencia el aumento de la temperatura de los océanos y la evaporación del agua en la atmósfera, lo que ha incrementado las inundaciones y desprendimientos de tierra en algunas regiones del mundo, causando enormes daños humanos y económicos en países como India, Paquistán, Indonesia y Sri Lanka, entre otros.

Por otro lado, la encuesta anual publicada por Price Waterhouse Coopers (PwC), presentada la víspera del inicio del Foro Económico Mundial de Davos, arrojó que solo 37 % de los 1 300 empresarios consultados espera que este año sea mejor que el pasado para el crecimiento de la economía mundial. En 2014, los optimistas eran 44 %. Mientras, el porcentaje de dirigentes de empresa que esperan una ralentización en 2015 se multiplicó por más de dos, pasando de 7 % a 17 %.

Este sentimiento de los empresarios hace eco al FMI, que a pocas horas del inicio del Foro, revisó a la baja sus previsiones de crecimiento global para 2015 y 2016, pese al teórico impulso que supone la caída de los precios del petróleo para los países consumidores. Así, el organismo multilateral prevé este año un crecimiento del PIB mundial de 3,5 % y de 3,7 % en 2016, en ambos casos tres décimas menos que en la previsión anterior, anunciada en octubre pasado.

Desigualdad cada vez más desigual

En Davos 2014, la organización internacional Oxfam Intermón había denunciado que las 85 personas más ricas del mundo poseían casi la misma riqueza que la mitad más pobre de la población mundial: 3 500 millones de personas.

Esta cifra es ahora de tan solo 80 personas, disminución impresionante si tenemos en cuenta que en 2010 eran 388 personas; y advierte Oxfam que si no se toman medidas para detener el vertiginoso incremento de la desigualdad, el 1 % más rico tendrá en 2016 más de 50 % de toda la riqueza del planeta, equivalente a más que 99 % de la población.

Winnie Byanyima, directora ejecutiva de Oxfam, destacó en su informe ante el Foro de Davos, titulado Riqueza: tenerlo todo y querer más, que el aumento descontrolado de la desigualdad está lastrando la lucha contra la pobreza a nivel mundial. "Hoy -dijo-, una de cada nueve personas carece de alimentos suficientes para comer y más de mil millones de personas aún viven con menos de 1,25 dólares al día", y agregó que "ha llegado el momento de que nuestros líderes se enfrenten a los intereses creados que impiden lograr un mundo más justo y próspero".

Recordó la oradora que 20 % de los multimillonarios tiene intereses en los sectores financiero y de seguros, y vieron cómo el valor de su fortuna aumentó 11 % en los doce meses anteriores a marzo de 2014. En 2013, estos sectores de actividad emplearon 550 millones de dólares en financiar ejércitos de "lobistas" para influir sobre las políticas que se deciden desde Washington y Bruselas. "En esta misma línea -acotó-, los sectores farmacéutico y sanitario gastaron en cabildeo otros 500 millones de dólares y se han convertido en uno de los que más se enriquecen puesto que la fortuna de los multimillonarios con intereses en estos campos se incrementó 47 % en el último año".

Si bien en el Foro de Davos no se adoptan decisiones, por primera vez se efectuaron pedidos muy concretos dirigidos a todos los Gobiernos del planeta de adoptar un plan de siete puntos para enfrentarse a la disparidad.

"Hacer de la lucha contra la desigualdad un objetivo internacional; distribuir el esfuerzo fiscal de forma justa y equitativa, trasladando la carga tributaria del trabajo y el consumo al patrimonio y el capital; frenar la evasión y la elusión fiscal por parte de grandes empresas y los más ricos; invertir en servicios públicos gratuitos y universales, como la educación o la sanidad; fijar un salario mínimo para que todos los trabajadores alcancen un nivel de vida digno; lograr la igualdad salarial y promover políticas económicas a favor de las mujeres y garantizar sistemas de protección social adecuados para las personas más pobres incluidos un sistema de garantía de ingresos mínimos".

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