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Pone Europa en la picota pública a agencias de calificación

Las tres grandes firmas de rating estadounidenses, Moody's, Standard & Poor's y Fitch, enfrentan su peor crisis en el Viejo Continente, donde existe un movimiento creciente para contrarrestar las acciones que estas firmas ejercen contra la banca y la deuda soberana


Domingo 20 de Mayo de 2012 | 12:00:00 AM 

Autor

Luis Ubeda

Con un cuatrienio de atraso los países que comparten la moneda única parecen estar decididos a expulsar del trono, de conjunto y a una sola voz, a la poderosa tríada de calificación de Estados Unidos que, a fuerza de ser justo, ha tenido bajo la lente del microscopio a la mayoría de las naciones que integran el bloque.

A favor de las susodichas agencias de rating incluso los analistas europeos admiten que Moody's, Standard & Poor's y Fitch se tornaron en demasía cuidadosas –y por experiencia sabemos que ambos extremos son fatales– tras las críticas recibidas en 2008.

Quizá para dar al traste con ese añejo refrán que reza “solo los humanos tropiezan dos veces con la misma piedra”, los respectivos CEO de las firmas calificadoras dieron órdenes de ser inflexibles ante la aparición de la mínima fisura en la infraestructura económica.

Sin embargo, de tan serio que se han tomado la consigna de detectar cualquier punto débil en la zona euro, el resultado ha sido contraproducente: por un lado, la hemorragia de notas negativas y rebajas de rating apenas afecta hoy a los mercados, y por el otro se han echado de “enemigos” a casi todas las personas influyentes (o sea, desde mandatarios a directivos de bancos, pasando incluso por el ciudadano común, temeroso este de que tantos “correctivos” terminen por afectar sus ya depauperados bolsillos).

Tanto va el cántaro a la fuente…

Veamos un ejemplo tácito. Días atrás, Moody´s empuñó su filosa katana y de un solo tajo, aplicó un agudo recorte al sector bancario español, justo en su momento más indefenso, o sea, cuando ojos y oídos del continente están a la espera de si es solvente o no, a la vez que trata de asimilar la nacionalización de Bankia, una de sus empresas más integrales.

En otras circunstancias, la medida hubiera estremecido a las Bolsas; no obstante, casi pasó inadvertida, al extremo de que al siguiente día las acciones de los bancos reprendidos subieron como la espuma, ignorando altivamente las variaciones en sus calificaciones.

Pero si consultamos las informaciones de febrero pasado, salta a la vista que la tríada había depreciado en una misma jornada la nota de la deuda soberana española y de algunos de sus bancos líderes, sin percatarse que apenas horas antes el Tesoro se había puesto de acuerdo con los mercados para colocar una emisión de letras. Esta suerte de despiste es imperdonable para quienes se abrogan el derecho de “regañar” a los “alumnos” indisciplinados y aplicarles el correctivo adecuado.

En relación con lo anterior, el directivo de un banco que pidió permanecer en el anonimato, apostilló: “Los informes de la tríada ya no nos importan realmente. Los pedimos porque los necesitamos para calificar nuestras emisiones, pero su credibilidad está realmente entredicho".

Y esta línea de pensamiento no es exclusiva de la banca ibérica. Sondeos especializados indican que a él se están sumando otros países europeos, donde sin ruido pero con firmeza parece estar “cocinándose” un proyecto que le arrebate la katana y, de un tajo, cercene su hasta ahora intocable olimpo.  

Tanto es así que días atrás directivos de los 20 mayores bancos europeos, entre ellos los españoles BBVA y Santander, se reunieron en Francfort para diseñar una estrategia conjunta contra Moody's, Standard & Poor's y Fitch. El objetivo es estudiar cómo doblegar su oligopolio; pero una cosa es decirlo y otra aplicarlo.

Tal acción precisa de un minucioso análisis que permita hallar las vías por donde transiten las empresas en busca de sus cuotas de mercado y, por ende, aumentar la competencia sin que penda sobre ellas esta espada de Damocles. Asimismo se procura interrumpir su privilegiado acceso a la información, aspecto que hasta hoy coloca en desventaja a los nuevos competidores. 

Por último, ya es un secreto a voces que está en mientes fundar una agencia europea de calificación que contrarreste la influencia de la omnipotente tríada, sobre todo a la hora de defender el dólar en perjuicio del euro u otras monedas. Los días gloriosos de “las untouchables” parecen estar contados. Bastante demoró Europa en exponerlas ante la picota pública.

 

 

 

 

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