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28 de Marzo  2024 

Transgénicos, una vía posible para disminuir importaciones

Cuba se propone sembrar en 2022 un total de 25 000 hectáreas de maíz híbrido transgénico, donde se estima alcanzar unas 125 000 toneladas, con un rendimiento promedio de cinco toneladas por hectárea


Miércoles 24 de Febrero de 2021 | 01:00:00 AM 

Autor

Raquel Sierra

En cinco años, entre 2014-2018, Cuba erogó unos 1 000 millones de dólares para la compra de maíz en el mercado internacional, a razón de 800 000 a 1 000 000 de toneladas anualmente. Independizarse de la compra de ese y otros productos –aunque sea en parte-, representaría un alivio a las finanzas del país.

Hacía ahí se dirige la producción de semillas de maíz híbrido transgénico que desarrolla Cuba, a partir de los resultados científicos del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología;según Mario Pablo Estrada, director de Investigaciones agropecuarias del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB),  ese “en un gasto que nuestro país no puede darse el gusto de tener todos los años.

“El maíz híbrido transgénico que estamos impulsando trata de buscar las semillas que mayor rendimiento tienen hoy a nivel mundial, que son los híbridos simples modificados genéticamente”, indicó el científico en programa televisivo Mesa redonda.

Una semilla híbrida (o F1) es el resultado de la polinización cruzada de dos variedades ya sea de forma natural o artificial (es decir, por acción del hombre). “Esta semilla es nuestra, es una semilla generada por la ciencia cubana”, enfatizó Estrada, quien valoró positivamente la labor de varios centros de investigación que han obtenido variedades reconocidas internacionalmente.

“Esas variedades han sido utilizadas para ser modificadas genéticamente y somos los dueños de estas semillas, una diferencia muy importante con lo que existe internacionalmente”, consideró.

Según dijo, una variedad de maíz seco convencional tiene un rendimiento entre una y tres toneladas, mientras que el híbrido simple está por encima de las 12 toneladas.

“La ciencia interviene en este sentido en aportar una semilla que tiene una potencialidad mucho mayor que la que se usaba anteriormente”, explicó Estrada. Esa no es la única ventaja: la variedad criolla es resistente a la palomilla del maíz, la plaga que mayormente afecta los maizales cubanos, y al herbicida más empleado para controlar la maleza.

De acuerdo con productores de Sancti Spíritus involucrados en la experiencia, con variedades foráneas, como el diamante, el dorado y el esmeralda, se alcanzaron entre 4,5 y cinco toneladas por hectárea, mientras que con la CIGB se alcanzaron seis toneladas de grano seco por tonelada. En ese territorio se siembran anualmente alrededor de 20 000 hectáreas de maíz con variedades tradicionales y, aunque algunos productores recogen buenas cosechas, el rendimiento medio histórico no alcanza siquiera una tonelada por hectárea.

Además del maíz, Cuba desarrolla investigaciones para la producción de semillas de soya, otro de los productos que se importan en grandes volúmenes, con destino a la elaboración de productos de consumo humano y animal.

Según medios de prensa locales, Leonel Díaz Camero, delegado del Ministerio de la Agricultura en la central provincia de Sancti Spíritus, en el primer año de aplicación del proyecto Creación del sistema agroalimentario local en la Cooperativa Juan Darias, iniciado en 2019, se obtuvieron semillas para la siembra de 542 hectáreas, donde se alcanzaron 1 140 toneladas del grano.

En 2020, por su parte, los maizales cosechados en la zona de Jarahueca, en el municipio de Yaguajay, se produjeron más de 1 630 toneladas.

Puntos de vista

Aunque internacionalmente las investigaciones acerca del uso de transgénicos y sus beneficios, tanto para la salud humana como la ambiental  tienen más de un cuarto de siglo no dejan de ser polémicas, tampoco en Cuba.

Según destacó Estrada, hay más de 100 universidades que han hecho proyectos para verificar la seguridad para la salud humana y para el medio ambiente, después de estudiar la toxicología y la ecotoxicología. Los estudios en millones de animales alimentados con piensos elaborados a partir de organismos genéticamente modificados describen daños por el uso de esos piensos, destacó.

El pasado año, el doctor en Ciencias Luis Hernández, de la Estación Experimental de Pastos y Forrajes Indio Hatuey, reconocida por sus resultados en la agricultura orgánica y ecológica, se refirió a  la necesidad de continuar defendiendo los productos orgánicos para el consumo humano, así como de preservar el cultivo del maíz tradicional por parte de los campesinos cubanos, a la vez que expresó su acuerdo con el empleo de esta variedad para la alimentación animal.

En intercambio con científicos sobre el tema, el Presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez, afirmó  “tenemos que trabajar con varias alternativas a la vez, cada una en su escenario, en su ámbito, y con todo eso ir avanzando, y ninguna niega la otra, al contrario, y el tema de la agroecología es una de las cosas que estamos impulsando”.

En ese sentido, la actual estrategia para la introducción de organismos genéticamente modificados (OGM) se beneficia de las capacidades desarrolladas en el país en ingeniería genética y la biotecnología, como una vía para obtener rendimientos superiores que viene a acompañar otros programas y medidas que buscan avanzar en materia de soberanía alimentaria.

Eulogio Pimentel, vicepresidente de BioCubaFarma, dijo en la Mesa Redonda que los alimentos transgénicos constituyen algunas de las alternativas que aporta la ciencia, pero tienen que demostrar su valor alimenticio y que no son ni tóxicos ni ecotóxicos.

Para desarrollar las siembras de este tipo de simientes se requiere, obligatoriamente, de la obtención de una licencia específica de seguridad biológica para la siembra de soya y maíz transgénicos.

Marco legal

De acuerdo con Estrada, en Cuba esta práctica se realiza dentro del marco legal existente, contempla la seguridad biológica, el registro sanitario y el control por varias entidades reguladoras.

El uso, investigación, ensayo, producción, importación y exportación de OGM está regulado en Cuba por el Decreto-ley 190 de 1999, De la seguridad biológica y el Decreto-ley No. 4/2020, De la comisión nacional para el uso de los organismos genéticamente modificados en la agricultura cubana, que ampara su empleo,  integra un grupo de políticas asociadas a las capacidades científico-tecnológicas del país y a la búsqueda de producción de semillas mediante métodos biotecnológicos.

Desde julio pasado, en la nación caribeña existe una Comisión Nacional para el Uso de los OGM, que tiene como función el control y la utilización ordenada de esa técnica biotecnológica, como alternativa para el desarrollo agrícola nacional.

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