Bajo estrictas medidas higiénico-sanitarias ante la presencia del COVID-19, los trabajadores de la UEB La Conchita se aferran a sus labores productivas en pos de los pobladores de la mayor de las Antillas.
Inmersos están en la elaboración de los casi 70 renglones que distinguen a esta industria pinareña, entre los que sobresalen los vegetales en conservas, las mermeladas, dulces en almíbar, compotas, mayonesa y condimentos. Pese a las dificultades del día a día y la presencia de la pandemia duplican las elaboraciones y cumplen con las entregas al Ministerio de Comercio Interior, el comercio y la gastronomía, puntualizó Idalberto Rodríguez, director de la industria vueltabajera.
Durante estas jornadas los ocupa la zafra de vegetales, en la cual han procesado casi 4 300 toneladas de tomate, de cuyo renglón se obtiene la materia prima para la elaboración de vitanuova, puré, tomate condimentado y salsa para pastas. Estas elaboraciones, como los restantes surtidos, tienen como destino las cadenas recaudadoras de divisas del occidente del país, la Zona de Desarrollo del Mariel y los mercados en moneda nacional.
Ortelio Rodríguez Perugorría, subdelegado agrícola en el territorio, aseguró la entrega a la industrias de las 5 360 toneladas de tomate comprometidas, tras el reajuste del plan técnico económico como consecuencia de enfermedades en el cultivo, el déficit de combustible y otros recursos materiales.
El directivo se refirió además a los reacomodos en el sector ante la epidemia, condición que impone la siembra de hortalizas y viandas de ciclo corto sin renunciar a los planes priorizados de yuca, plátano, arroz, frijoles y maíz, por citar algunos. Para lograr ese fin se priorizará la entrega de los recursos disponibles a quienes tienen mejores posibilidades de cumplir los contratos y mayores garantías de producción y rendimientos.
También puntualizó que se acelerará la preparación de tierra para adelantar las siembras en el período lluvioso, al tiempo que se potenciarán las áreas de la agricultura urbana, suburbana y familiar, así como la inserción de cultivos de ciclo corto en tierras utilizadas para plantaciones permanentes como los frutales y en las extensiones dedicadas al arroz.
Cuba cuenta con 6.4 millones de hectáreas vinculadas a la actividad agropecuaria, de las cuales 2 millones se especializan en la producción de alimentos. Su explotación eficiente será clave para afrontar las consecuencias económicas del COVID-19 y el bloqueo.