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Con 15 establecimientos, la Empresa Provincial de Productos Lácteos Camagüey avanza en la sustitución de importaciones


Jueves 09 de Mayo de 2019 | 12:00:00 AM 

Autor

Raquel Sierra

Cada mes,  instalaciones turísticas de Varadero reciben  desde Camagüey casi 60 toneladas de diferentes variedades de queso, entre los que el azul ocupa un lugar destacado, acompañado de otros duros y semiduros, como parte de la estrategia en la sustitución de importaciones.

Camagüey es la provincia ganadera por excelencia de Cuba, donde la producción de leche ocupa un sitio importante en la economía del territorio. Este año, la industria láctea ha contratado con el sistema de la agricultura 91 millones de litros de leche, que respaldan las producciones para los compromisos con la canasta básica, la gastronomía y también el turismo, explica Alexis Gil Pérez, director de la Empresa Provincial de Productos Lácteos.

“En los días pico se deben acopiar más de 330 000 litros de leche y, desde hace años, la industria se ha ido preparando para asimilar, incluso, niveles superiores”, destacó.

En el balance del trabajo del pasado año, explicó, les planteamos a los trabajadores los objetivos de 2019, tres de los cuales coinciden con direcciones estratégicas del Ministerio de la Industria Alimenticia: la sustitución de importaciones, el incremento de los productos y surtidos y la inocuidad y calidad de los productos.

Con 15 establecimientos, de estos 13 productivos y dos de apoyo, cuenta con fábricas de queso, de helado, tres combinados: Florida, Nuevitas y Camagüey, donde desde la producción de soya elaboran yogur -uno de los compromisos con la canasta básica y la gastronomía-, helados y derivados, crema untable  y bombón.

Durante 2018, Lácteos Camagüey recibió una gran inyección de tecnología. “El Grupo Empresarial de la Industria Alimentaria (GEIA) aportó descremadoras, pasteurizadoras, homogenizadoras y clarificadoras, cuyo montaje se acompañó de un mantenimiento constructivo muy amplio, de forma tal que mejoraron las condiciones de trabajo y de inocuidad de los alimentos”, indicó.

“Al analizar el encadenamiento productivo dentro de las propias fábricas, hemos determinado qué podemos hacer para aumentar y diversificar  las producciones, de forma tal que podamos cumplir con todos los planes”, agregó.

De acuerdo con Gil, la empresa viene cumpliendo sus planes de producción sin dificultad, ha incrementado la de queso de tres fábricas a siete y trabaja por extenderla a otras dos: Jimaguayú y Vertientes, donde ya se encuentran las calderas de vapor y avanza en el completamiento de los suministros y el salón de producción.

Para julio, sostiene el director general, debemos estar haciendo en Jimaguayú queso de cabra, un reclamo para el turismo, porque es uno de los surtidos que no se ven con frecuencia en el table que se oferta en las mesas  bufé de los hoteles.

Afinar el tiro

“Sabemos cuánto contribuye el turismo a la economía nacional y les hemos llevado a los trabajadores ese concepto, porque cumpliendo los planes estamos ahorrándole dinero al país. Hoy Cuba tiene que importar queso, mantequilla y otros lácteos. Cada vez que hagamos una tonelada de queso, por ejemplo, el azul, cuyo precio oscila en miles de dólares por tonelada, son miles de dólares que ahorramos y pueden destinarse a otras necesidades, como son la alimentación y los medicamentos u otros recursos que se requieran”, dijo Gil.

Justo por eso se enfocan en cumplir los compromisos que tienen con el queso azul y diferentes variedades destinadas a los vínculos de los polos turísticos de La Habana, Varadero, Morón y  Holguín, entre otros. Las fábricas producen 11 variedades, entre estas Azul, Patagrás, Coral, semiduro Gouda, Caribe, Santa Cruz, Cubanito, Mozarella y fundidos, Santa María, tipo Gouda, fresco criollo, de cabra, de búfala y tres leches.

En 2018, la contribución de la empresa a las comercializadoras que abastecen el  turismo fue de unas 1 000 toneladas de queso, además de ventas directas. Este año, esta entidad se propone superar las 1 500 toneladas, dijo Ramón Guerra Robaina, director adjunto. Hasta marzo, se habían entregado con destinos a tiendas y al turismo cerca de 340 toneladas.

Igualmente tienen el compromiso de entregar unas 460 toneladas de mantequilla, con el fin de reducir las importaciones para lo cual han trazado y se ejecutan estrategias para captar la grasa y protegerla en el traslado del campo a la industria. Ese propósito también los animó a incursionar en la elaboración en la fábrica de Sibanicú de queso duro, cuya maduración requiere entre seis meses y un año. “Hemos creado las condiciones con neveras de maduración, de forma tal que en la primavera, cuando se produce una explosión lechera, podamos hacer ese tipo de queso y que esté listo para la venta en la temporada alta turística”, indicó.

Como otro renglón en la sustitución de importaciones, la empresa incursiona también en la producción de cuajo líquido, que se comercializa en el sector cooperativo y campesino y hacia otras industrias lácteas del país. A su vez, elaboran colorante amarillo, que junto al envejecimiento natural, le da el típico color a los quesos.

Dentro de los surtidos para el mercado nacional, además de los habituales, han retomado el Miragur, a partir del suero lácteo -que se empleaba en la alimentación animal-,  y del cual acumulan más de 100 toneladas. A su vez, se ha incrementado la producción de helados y acercado las fábricas a los consumidores, un paliativa ante el déficit de transportes adecuados.

Deuda pendiente

“Nos falta bastante y un ejemplo es estabilizar la producción de leche en polvo, que no nos satisface como empresarios”, subrayó Gil. Según dijo, en el mundo, las leches que se llevan a polvo son de óptima calidad y hoy las condiciones de ordeño nuestras no son las mejores, ligado a problemas con la tecnología y déficit de fuerza de trabajo calificada.

En la búsqueda de soluciones a las dificultades de calidad de la leche se han aliado con el Ministerio de la Agricultura y se visitan aquellas unidades productivas que inciden negativamente en ese indicador.  En el caso de los problemas tecnológicos, la respuesta está en el montaje de las piezas de recambio de importación, de difícil adquisición.

“Hemos tomado medidas internas en los puestos clave, tratando de preservar la fuerza, además de ir en búsqueda de recién graduados en especialidades como informática y elaboración de alimentos”, precisó.

No obstante, “lo fundamental es que la empresa está enfocada y tenemos una fortaleza: la experiencia en buena parte de los 2 300 trabajadores, cursos de formación y recalificación para los maestros queseros y de otros tipos de producciones. El lácteo de Camagüey defiende el principio de producir, por lo que continuamos sobrecumpliendo los planes”, destacó el director general.

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