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25 de Abril  2024 

Cultura de seguridad, un compromiso compartido

Cuba cumple con los altos estándares globales en esta esfera y por ello es acreedora de un relevante reconocimiento en la región


Jueves 19 de Abril de 2018 | 12:00:00 AM 

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La Habana se convirtió durante la semana última en la capital iberoamericana de la seguridad radiológica y nuclear al acoger la Mayor de las Antillas el evento de más relevancia científica en esa materia.

Con el lema Cultura de seguridad, un compromiso compartido, más de 400 participantes de 23 países se reunieron en el Palacio de Convenciones para celebrar el XI Congreso Regional de Seguridad Radiológica y Nuclear (IRPACuba 2018).

Una sede ganada gracias al prestigio alcanzado por el país y como expresión del reconocimiento internacional a la loable labor desarrollada en el campo de la protección radiológica durante más de tres décadas, contando con la voluntad política, las competencias técnicas y el compromiso del empleo pacífico de la energía nuclear bajo las premisas de la seguridad en todas sus aplicaciones.

Un país donde el cuidado de las personas expuestas a las radiaciones ionizantes desde la perspectiva ocupacional, de pacientes sometidos a estudios o tratamiento médico, de la población en general y del entorno, en cuanto a las aplicaciones nucleares con fines pacíficos, constituye una prioridad gubernamental.

El vicetitular del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma), José Fidel Santana Núñez, afirmó que la voluntad política del Estado cubano ha permitido mostrar un robusto y sostenible sistema de seguridad radiológica, sustentado sobre firmes bases legales e infraestructuras de fiscalización, regulación y servicios de soporte técnico a los programas de protección radiológica en concordancia con las recomendaciones y estándares globales.

Al intervenir en el evento el Viceministro destacó cómo el empeño del Gobierno por elevar el bienestar y la calidad de vida de la población en la Mayor de las Antillas, con la introducción de tecnologías nucleares y la sostenibilidad de altos niveles de seguridad radiológica de las personas, ha estado acompañado de la contribución decisiva de instituciones internacionales mediante sus programas de cooperación técnica.

En particular, agradeció el apoyo del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), con sede en Viena, Austria, con el cual el país comparte proyectos nacionales de cooperación vinculados a asuntos claves para su desarrollo socioeconómico.

Entre estos se encuentra la preparación y capacitación de recursos humanos para asimilar las nuevas tecnologías de diagnóstico y tratamiento del cáncer, y otras enfermedades crónicas no transmisibles.

 Al respecto,  Santana Núñez indicó que en reciprocidad la nación caribeña asiste a otras, en especial en Latinoamérica, como parte de los programas de cooperación de instituciones internacionales, la oferta de becas, además de servir como sede de actividades de capacitación para favorecer la mejora de la situación de la salud pública y otros proyectos y acciones en el ámbito de la colaboración bilateral.

Cuba es un país muy activo en estos temas, pues tiene numerosos especialistas categorizados como expertos del OIEA, y asisten en la formación de las estructuras de regulación y la implementación de las normas para uso seguro en otras naciones.

Entre las actividades regionales en temas de protección radiológica se citan el foro latinoamericano de organismos reguladores; el proyecto de cultura de seguridad y otro de gammagrafía industrial; la participación activa en el primer estudio probabilista de seguridad a la práctica de radioterapia con aceleradores lineales, del cual surgieron herramientas novedosas aplicadas en la región, como son las matrices de riesgo.

Durante todos estos años Cuba ha desarrollado un conjunto de acciones dirigidas al fomento y desarrollo de la Cultura de Seguridad Radiológica, siguiendo la evolución de los enfoques y concepciones de este campo en las últimas décadas, que reconocen la alta contribución de los factores humanos y organizacionales en la prevención de los accidentes radiológicos, particularmente las conductas y actitudes de los individuos y las entidades que trabajan con fuentes de radiaciones ionizantes.

Según precisó el presidente del Comité Científico, Rubén Ferro, la protección radiológica de los trabajadores vinculados al uso de las fuentes de radiaciones ionizantes, en la medicina, la industria y la docencia, pero también la de los pacientes, del público y del medio ambiente, son esenciales en un país como Cuba donde en el sector de la salud existe un gran programa de introducción de nuevas tecnologías, por lo cual este Congreso será de gran apoyo, por ejemplo, a este empeño del país para el diagnóstico y tratamiento temprano de las patologías relacionadas con el cáncer,

El encuentro permitió desde la experiencia de la Isla, promover el intercambio de conocimientos y experiencias sobre el quehacer de los técnicos y profesionales en esa rama, sus avances y logros, así como los retos en este campo de la seguridad radiológica y nuclear, en el cual se han concretado progresos importantes y alcanzado muchos objetivos, pero, tal como aseveró el director adjunto del OIEA, Juan Carlos Lentijo, “hay que continuar trabajando para fomentar muchos más avances con un alto nivel de seguridad en la protección radiológica de los países de la región, incluidos los nuevos estados miembros de las islas del Caribe”.

Precisamente Lentijo, adjunto de Yukiya Amano, director general del OIEA,  fue uno de los oradores de la cita, en nombre de los coauspiciadores del evento, junto a Roger Coates, presidente del Congreso de la Asociación Internacional de Protección Radiológica (IRPA).

Señaló Lentijo que el OIEA defiende y promueve que los estados miembros establezcan una infraestructura adecuada para la protección y la seguridad radiológica en línea con sus responsabilidades en esta materia y con las normas internacionales, fomenta además la cooperación global para garantizar que los materiales nucleares y radioactivos se utilicen de forma segura y que las personas y el medio ambiente están debidamente protegidos contra los daños asociados a esas emisiones.

Informó que el uso de la energía nuclear continúa creciendo y, en la actualidad  30 países la utilizan para producir electricidad, otros 30 están considerando construir sus primeras centrales o ya han comenzado a hacerlo.

“Ante esa realidad crece la necesidad de mantener una sólida cultura de seguridad que ahora ya de forma inequívoca se reconoce universalmente, como lo evidencia el lema de este congreso”, subrayó.

“Tras el accidente en la central nuclear japonesa de Fukushima en 2011, los países con programas de energía electronuclear tomaron medidas enérgicas para reevaluar los aspectos de seguridad, reforzar la misma y proponer mejoras en las instalaciones cuando se identifican como necesarias, y algunos incluso han reformado sus sistemas reguladores.

“Las normas internacionales del OIEA establecen principios, requisitos y recomendaciones fundamentales para garantizar la seguridad tecnológica y física nuclear en todos los usos de las radiaciones ionizantes, y sirven como una referencia mundial para proteger a las personas y al medio ambiente.

“Se centra  en la creación de capacidades y el desarrollo de competencias mediante educación y capacitación, como una condición previa esencial para el desarrollo de la infraestructura nacional sostenible en seguridad radiológica que a su vez es primordial para garantizar que los Estados se puedan beneficiar de forma segura de los usos pacíficos de las tecnologías nucleares en medicina, industria, investigación, entre otros campos”,  abundó Lentijo.

El OIEA ayuda a los países a establecer procedimientos de seguridad eficaces y a crear un equipo sólido de especialistas bien entrenados y comprometidos con la seguridad nuclear y radiológica. Desde 1958, un año después de las creación de ese organismo, más de 48 000 científicos e ingenieros han obtenido becas y realizado visitas científicas gracias al programa de cooperación técnica de esa institución.

Exaltó el papel vital del organismo para estimular y propiciar que los países compartan conocimientos, experiencias y prácticas, y así favorecer la transferencia de tecnología por lo que prevén continuar enfocados en la efectividad reguladora, la cultura de seguridad, el desarrollo de capacidades, los servicios de asesoramiento y revisión  por pares y el apoyo a la educación y capacitación.

Roger Coates, presidente del la Asociación Internacional de Protección Radiológica (IRPA), se refirió a la importancia de trabajar con otras organizaciones internacionales para compartir los programas de desarrollo y ayudar a incidir sobre la gestión de estos a partir de lo alcanzado y los desafíos que impone este campo científico, así como  ayudar a la creación y diseño de nuevas sociedades de protección en el orbe.

El congreso estuvo organizado por varias instituciones cubanas, lideradas por la Sección de Protección Radiológica de la Sociedad Cubana de Física y la Agencia de Energía Nuclear y Tecnologías de Avanzada (Aenta) perteneciente al Citma.

Además tuvo el coauspicio del Centro de Protección e Higiene de las Radiaciones (CPHR), la Oficina de Regulación Ambiental y Seguridad Nuclear (Orasen), el Centro Nacional de Seguridad Nuclear, la Dirección Nacional de Salud Ambiental (DNSA) del Ministerio de Salud Pública.

Asistieron al encuentro distinguidas personalidades del OIEA, IRPA, las organizaciones Mundial y Panamericana de la Salud (OMS/OPS), del Caricom, presidentes de Comisiones Nacionales de Energía Nuclear de varios países de América Latina y el de la Federación de Sociedades de Radioprotección de esta región.

También se contó con la colaboración del Foro Iberoamericano de Organismos Reguladores Radiológicos y Nucleares, y la Federación de Radioprotección de América Latina y el Caribe (FRALC).

Un panel sobre Desarrollo de la mujer en el sector nuclear – perspectivas y experiencias de profesionales del área de la seguridad radiológica y nuclear; el Premio para jóvenes profesionales en protección radiológica en Latinoamérica y el Caribe, y el Simposio Iberoamericano sobre protección radiológica en Medicina: Ecos De Madrid-Arequipa-Viena, sobresalieron en la agenda de IRPACuba 2018.

El programa abarcó temas tan disímiles como los aspectos regulatorios; la protección radiológica ocupacional, del paciente, del público y el medio ambiente; la cultura de seguridad; los efectos biológicos de las radiaciones ionizantes; la dosimetría e instrumentación nuclear; la seguridad en instalaciones nucleares; la educación y entrenamiento y la percepción del riesgo y comunicación con el público; la gestión de desechos radiactivos; las radiaciones no ionizantes; las emergencias radiológicas y nucleares y  el transporte de material radiactivo.

Los congresos IRPA están concebidos como el máximo fórum de intercambio y debate entre expertos de la región y organismos internacionales sobre los resultados y avances en este campo, donde se coordinan acciones para enfrentar los retos y necesidades de los países en los próximos tres años.

Cuba, seguridad nuclear y radiológica

El camino recorrido por el país para construir su sistema regulatorio, aunque no se aparta mucho de las pautas generales seguidas por otros en la región, exhibe quizá como ningún otro un enfoque pionero al aplicar la modelación y análisis de seguridad, empleados en instalaciones nucleares, a las del ámbito radiológico.

La creación del órgano regulador significó un hito en el uso de la energía nuclear en Cuba, donde se ha implementado durante estos años un conjunto de acciones dirigidas al fomento y desarrollo de la Cultura de Seguridad Radiológica, siguiendo la evolución de los enfoques y concepciones en esa materia en las últimas décadas, que reconocen la alta contribución que han tenido los factores humanos y organizacionales en la prevención de los accidentes radiológicos, particularmente las conductas y actitudes de los individuos y las organizaciones que trabajan con fuentes de radiaciones ionizantes.

La regulación del uso de la energía nuclear en Cuba se remonta a la década del 40, con la entrada en vigor del Decreto 4054 en el año 1947, que creó la Comisión Nacional para la Aplicación de la Energía Atómica a Usos Civiles con el fin de promocionar la energía nuclear en el territorio nacional, impulsando las investigaciones en la rama de la salud.

No fue hasta después del triunfo de la Revolución que se dan los verdaderos pasos para la asimilación de las ciencias y tecnologías nucleares. Entre las primeras instituciones fundadas estuvieron el Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología y el Instituto de Física Nuclear (IFN), devenido posteriormente en el Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares.

En 1974 se creó la Comisión Nacional para el Uso Pacífico de la Energía Atómica que posteriormente en el año 1979, mediante el Decreto Nro. 52, pasó a denominarse Comisión de Energía Atómica de Cuba, la que tuvo como función dirigir, coordinar y controlar los esfuerzos nacionales y asesorar al Gobierno sobre la política a adoptar en esa esfera.

Asimismo, este Decreto creó la Secretaría Ejecutiva para Asuntos Nucleares, con el objetivo de apoyar las funciones de dicha Comisión.

Un criterio universalmente difundido es la necesidad de lograr una cultura de seguridad nuclear. En este sentido se crearon las bases jurídicas y regulatorias, así como se garantizó la infraestructura necesaria para el uso seguro de las tecnologías nucleares.

En 1985 surgió el Centro de Protección e Higiene de las Radiaciones (CPHR), con funciones técnicas y reguladoras y en 1991 se creó el Centro Nacional de Seguridad Nuclear (CNSN), pasando a este las funciones reguladoras en protección radiológica y seguridad nuclear, y el CPHR se convierte entonces en el órgano técnico nacional encargado de la protección radiológica, que sirve de soporte al CNSN como órgano regulador nacional.

En 2002 el Citma decide reorganizar la actividad y crea la Oficina de Regulación Ambiental y de Seguridad Nuclear, organización superior de dirección que agrupa a cuatro centros que regulan y controlan la seguridad del medio ambiente, biológica, química y nuclear.

Hoy el CPHR coordina toda la vigilancia radiológica en el país. La trascendencia de su labor está en garantizar que el empleo de las radiaciones ionizantes se realice con la mayor protección y el mínimo de riesgo posible para el personal ocupacionalmente expuesto, la población y el medio ambiente.

Para ello se cuenta con un sistema de vigilancia radiológica individual y con un sistema nacional para determinar la contaminación interna en humanos, el cual permitió estudiar a miles de niños provenientes de zonas afectadas por el accidente de Chernobyl, mediante un programa entre los gobiernos de Ucrania y Cuba, que tiene más de 20 años.

Están establecidos los sistemas nacionales para el uso de las radiaciones ionizantes y la contabilidad de materiales nucleares, para la gestión de desechos radiactivos de baja y media actividad y para la vigilancia radiológica ambiental del país, sistema capaz de notificar cualquier anomalía radiológica incluso si es generada fuera de nuestras fronteras.

Por su parte el CNSN ejecuta la regulación y el control del uso de la energía nuclear, y la contabilidad y control de los materiales nucleares en el país de forma tal que se garantice la protección de las personas ante la exposición a la radiación ionizante, la seguridad de las fuentes de radiación y el cumplimiento de los compromisos internacionales asumidos por el Estado cubano en esas materias.

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