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Múltiples dimensiones del desarrollo para la Agenda 2030

Un taller regional en La Habana sobre el tema llamó la atención acerca de la necesidad de evaluar el progreso de forma integral y más allá de contabilizar exclusivamente los ingresos


Jueves 13 de Octubre de 2016 | 12:00:00 AM 

Autor

Ledys Camacho Casado

Para un país asiático, Bután, medir el crecimiento económico significa acudir a un sui géneris indicador, el conocido como Índice de Felicidad Nacional Bruta y, entre los variados conceptos de bienestar que se emplean en la literatura y en los modelos de estadísticas actuales, se reconoce el carácter multidimensional del progreso.

De acuerdo con los debates, retos y alternativas para conceptualizar y medir el bienestar, este puede ser referido o comparado con el placer, las preferencias o deseos cumplidos, las posiciones libertarias o las capacidades para vivir mejor.

Van quedando, pues, relegadas las concepciones que identifican al bienestar o felicidad con una gran disponibilidad de recursos materiales y financieros, lo que se puede traducir en más ingresos para mayor consumo de bienes y servicios, como sinónimo de desarrollo y buen vivir.

El debate acerca de cómo contabilizar la riqueza que produce una nación, o el conocido Producto Interno Bruto, no es un asunto nuevo ni concluido; más bien se presta para una discusión exhaustiva y en la que deben involucrarse todos los actores, entidades y organismos de cada sitio o región.

Un enfoque del bienestar humano más allá de los ingresos percibidos exige hoy tener en cuenta, por ejemplo, a la hora de medir el crecimiento, además del nivel económico de las personas, los requerimientos implícitos en las dimensiones social y ambiental, porque resulta imposible dejar de contabilizarlos o registrarlos en cualquier estadística.

Esa fue la esencia del debate que en relación con el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) y su influencia en el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible se suscitó recientemente en La Habana, en un seminario sobre el tema organizado por el  Ministerio del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera (Mincex), la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) de Cuba, y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en esta nación del Caribe.

También dieron su aporte al foro, la Iniciativa Pobreza y Desarrollo Humano (OPHI) de la Universidad de Oxford y hubo apoyo de la representación en La Habana de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo.

En la Sala Marinello del hotel Memories Miramar sesionó el evento donde se presentó el Informe Regional sobre Desarrollo Humano del PNUD 2015, Progreso Multidimensional: bienestar más allá del ingreso, por George Gray Molina, economista en jefe de ese organismo para el Buró de América Latina y el Caribe.

Como autor principal del texto expuso entre los argumentos que si tradicionalmente la pobreza solo se medía por el ingreso, con el IPM se tienen en cuenta las carencias directas de la población y las comunidades, en cuanto al acceso a educación, salud, vivienda, empleo, protección y seguridad social, entre otros requerimientos y derechos de las personas.

"Estos indicadores se utilizan en la región desde hace una década, y permiten medir directamente niveles de carencias, lo que hace más viable la toma de decisiones en favor del bienestar humano.

"Se trata de repensar la noción tradicional de progreso, que incluye mejorar  la calidad de los servicios sociales, expandir los sistemas de cuidado y cerrar brechas históricas de género, condición étnica y racial, protegiendo el medio ambiente, en consonancia con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible", explicó Gray.

Es vital trascender el uso del ingreso per cápita y del Producto Interno Bruto (PIB) como únicos raseros para medir el nivel de desarrollo, pues, como está demostrado, solo el crecimiento económico no basta. "Nada que disminuya los derechos de las personas y comunidades o que amenace la sostenibilidad ambiental puede ser considerado progreso", puntualizó.

Y es que precisamente poner fin a la pobreza para 2030 a nivel global en todas sus formas es el primero de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) aprobados el pasado año en la ONU, por lo cual cada vez se incorporan más proyectos e iniciativas para erradicar ese flagelo.

Al explicar el sentido del enfoque multidimensional de la pobreza, Sabina Alkire, directora de la Iniciativa Pobreza y Desarrollo Humano de la Universidad de Oxford, afirmó que se trata de reconocer que las carencias que afectan a una persona o una nación son múltiples, y se necesita medir el conjunto de privaciones de servicios y otras limitaciones de lo esencial para la existencia. 

"Estos datos ofrecen más información sobre la pobreza de acuerdo con las características de los países, y sirven como herramientas para su erradicación si se implementan políticas públicas adecuadas", señaló.

Recordó que en decenas de países de Asia, África y América ya se mide el IPM, que sirve de complemento del Índice de Desarrollo Humano y respalda los Objetivos de Desarrollo Sostenible promovidos en Naciones Unidas.

"Nuestra meta va más allá de medir la pobreza, se trata de dar una herramienta para eliminarla”, acotó Alkire.

También John Hammock, cofundador de la OPHI, se refirió al propósito de presentar la metodología del cálculo del IPM y compartir experiencias de los países que en la región lo aplican. 

Myrta Kaulard, coordinadora residente del Sistema de Naciones Unidas y representante del PNUD en Cuba se refirió al Informe recién presentado en La Habana, con un enfoque actual sobre el progreso humano al aplicarse a la nueva Agenda 2030 de desarrollo sostenible y adaptarse a las necesidades y aspiraciones de los países de renta media y de los pequeños estados insulares de Latinoamérica y el Caribe, en la presente coyuntura.

Una de las novedades fundamentales del informe es aportar medios para combatir la pobreza en sus múltiples dimensiones y de acuerdo con los análisis del PNUD, la erradicación de ese flagelo en la región requiere trabajar tanto en los procesos que ayudan a las personas a salir de la pobreza como en aquellos que eviten la recaída.

Mientras que salir de la pobreza se relaciona sobre todo con el trabajo y la educación, los factores que impiden que las personas recaigan en esta se relacionan principalmente con el acceso a la protección social en todo el ciclo de vida - tanto en lo relativo a las transferencias sociales y las pensiones como a los sistemas de atención- ,  los bienes físicos y los ahorros, y la mejora de las competencias laborales para empleos de mayor calidad.

El informe estima que entre 25 y 30 millones de latinoamericanos y caribeños se encuentran en peligro de recaer en condiciones de pobreza, el estudio indica que si bien el 49 % de la población de la región tuvo una movilidad ascendente entre 2003 y 2013, cerca del 13 % sufrió lo contrario en igual período.

Exaltó el hecho de presentar este informe en Cuba cuyo modelo de progreso presta especial atención al bienestar humano, y las políticas aplicadas han hecho posible que la Isla sea calificada en los Informes de Desarrollo Humano como un país de índice alto.

En el Informe de 2015, la Mayor de las Antillas quedó en la posición 67 entre 188 países y territorios, teniendo en cuenta  cifras tan alentadoras como la esperanza de vida al nacer que alcanzó 79, 26 años entre 1980 y 2014 y la tasa de mortalidad de infantil, una de la más bajas del hemisferio (4,2 por 1 000 nacidos vivos en 2014).

"El desarrollo no termina en el umbral del PIB.  Por eso se requieren espacios como este que coordinen la cooperación Sur- Sur y Norte- Sur en materia de conocimientos y prácticas públicas para el bienestar de las personas", remarcó Kaulard.

Participaron en el foro expertos de más de 30 instituciones nacionales y extranjeras, entre estos, funcionarios y especialistas de la ONEI de Cuba, junto a la academia, aliada indiscutible en este proceso, y que contó con la asistencia del subdirector del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial, Ramón Pichs.

Varios países  transmitieron sus experiencias sobre la utilización del IPM como herramienta para la planificación, implementación y perfeccionamiento de las políticas sociales en función de erradicar la pobreza en la región, entre estos, Ecuador, Costa Rica, México, República Dominicana y El Salvador.

El bienestar humano, lo primero

Ramón Pichs, del CIEM, comentó que estos temas acerca del vínculo entre crecimiento y desarrollo  no es nuevo, tiene  varias décadas en la región. "Fue un debate que tuvo un momento muy importante  en la segunda postguerra con las contribuciones de la CEPAL, y que ha estado en la base de los estudios de los primeros informes del PNUD en el año 1990", precisó.

Se refirió a los tres Informes Nacionales sobre Desarrollo Humano efectuados en el país, coordinados por el CIEM, y a la nueva edición que deben asumir nuevamente en 2017 y que esta vez -acotó- estará más focalizado hacia el desarrollo de distintos espacios territoriales teniendo en cuenta retos como el cambio climático y otros temas ambientales donde la localidad en términos de respuesta y de impactos juega un papel fundamental.

Juan Carlos Alfonso, director del Centro de Estudios de Población y Desarrollo de la ONEI, explicó que Cuba ha abogado durante años por una medición de la pobreza más allá de los umbrales de los niveles de ingreso porque se trata de tener en cuenta otros elementos como la nutrición, educación, condiciones de vida en general, que darían un cuadro más exacto no solo sobre su realidad sino la de otros países que han hecho mucho por el bienestar de sus pueblos como los que integran la Alba.

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