Autor: Raquel Sierra Publicado: 21/06/2021 | 09:37 pm
Las tajadas de mango y el coco rallado que dan sabor y color a las mesas bufé de los hoteles y las cartas de los restaurantes viajan desde lejos para convertirse en una oferta apreciada en la gastronomía turística. Llegan desde el poblado El Caney, en Santiago de Cuba, conocido por sus mangos bizcochuelos.
Los producen casi de forma artesanal la Unidad Empresarial de Base de Conservas de ese territorio oriental, perteneciente a la Empresa Nacional de Conservas y Vegetales, del Grupo Empresarial de la Industria Alimentaria (GEIA).
"Junto a la mérmelada de mango corazón, son nuestros productos más importantes, todos comercializados por la empresa Confruve", explica el director de la UEB Francisco Maure Figueredo.
Miles de vicisitudes tecnológicas enfrenta esa industria: calderas obsoletas, escaso equipamiento, falta de tanque aséptico para preservar las pulpas, lo que los obliga a conservarlos de un año a otro en envases de pequeño formato, subordinándose para ello a quienes producen esos insumos en el país.
La dependencia viene también desde el surco. Si la cosecha es buena, como sucedió en 2015. Aunque no se alcanzaron las toneladas proyectadas desde el campo, pudieron procesar más de 4 000 toneladas de pulpa. Sin embargo, en 2016 el clima les jugó una mala pasada y la producción demoró en comenzar dos meses más que lo habitual.
Diversificar o morir
No por ello la envejecida industria ubicada en El Caney ha dado marcha atrás. De acuerdo con Maure, hace unos cinco años en lugar de reducir producciones las han multiplicado hasta alcanzar hoy más de un centenar de surtidos, algunos que ni existen en otras partes del archipiélago, cuyo destino fundamental son los mercados Ideal, con venta en moneda nacional.
"Después de cumplir el encargo estatal con compotas destinadas a niños y niñas y las toneladas de pulpa de mango que debemos transferir a otras industrias de diferentes provincias -el 60 % del total-, para que completen el procesamiento, hemos visto la necesidad de desarrollar nuevas producciones e incursionado en otros 180 productos: derivados del tomate, conservas de frutas y vegetales, entre otros, que han ayudado al cumplimiento de los planes", detalla.
En esa cifra se encuentran surtidos tan insólitos en otras provincias como mantequilla y flan de leche envasados -desarrollados junto a la Empresa Láctea local-, pastas con chorizo -junto a la Industria Alimentaria-, o fabadas, una mezcla de frijoles blancos con tres tipos de cárnicos, creado en coordinación con la entidad que en el territorio se dedica al procesamiento de la carne.
Resulta que existe zumo de limón con miel, huevos de codorniz en conserva, y canela, que tienen como destino un mercado biosaludable, toda una novedad. Otros, si bien no tan sorprendentes, resultan una bendición para la población, al tener la posibilidad de adquirirlos en las redes comerciales que operan en pesos: jugos, néctares, mermeladas untables y maní tostado envasado.
Neuronas intranquilas
Siempre mordidos por el bichito de la insatisfacción, tienen "en desarrollo el cocido de garbanzo y arroces en diferentes formulaciones, así como el procesamiento de harina de maíz con dulce y de la sábila con fines medicinales", asevera Francisco Maure.
Aunque no han parado las iniciativas y el colectivo sigue picando y descascarando a mano el coco que se procesará para el turismo, no dejan de reconocer la necesidad de inversiones que mejoren las condiciones de trabajo en una industria que se mantiene viva gracias al concurso de los innovadores y pudieran incrementar las producciones de sus surtidos líderes, de modo tal que les permita elevar los volúmenes de procesamiento ante una eventual alza productiva desde la agricultura.
Sin embargo, al parecer esto no está en las proyecciones, toda vez que en el territorio existen minindustrias pertenecientes a la agricultura con tecnología más moderna, que los pone en condiciones de asumir la materia prima que tribute el campo, Victoria de Girón, en Palma Soriano, y Cítricos Caribe, en Contramaestre, así como Ponupo, en Songo la Maya, de la Empresa de la Industria Alimentaria (EPIA) local.
Pensando en la salud y el turismo
El Caney y La Santiaguera los dos establecimientos de la UEB de Conservas de Santiago no es la única entidad encargada del procesamiento de productos del agro, de modo que puedan ser aprovechados fuera de la temporada de cosecha.
La EPIA de Santiago tiene como encargo social la producción y comercialización de productos alimenticios, en gamas fundamentales como panes, galletas, repostería y pastas, a la vez que incursiona en bebidas, licores y otras como conservas y vegetales, indica su director general Félix Blanco Trujillo. Con 210 panaderías, 60 dulcerías, cuatro fábricas de galletas y tres de pastas produce diariamente 130 toneladas de pan, 10 de galletas, tres de pastas y 19,2 de surtidos de repostería.
Según el director general, en todas las modalidades, se mantiene el chequeo de las frecuencias establecidas para las entregas y la defensa de la calidad del producto, de manera tal "que lo invertido se corresponda con la satisfacción de la población santiaguera".
Las producciones de las cinco minindustrias, aunque inferiores en volúmenes, permiten abastecer de manera estable los mercados con conservas de frutas y vegetales. Los surtidos de la más moderna de ellas, Ponupo, que recibió una inversión en 2014, son amplios: pepino, pimiento y zanahoria encurtidos, jugos de frutas, col esterilizada, ajo en pasta y dulce de coco, entre otros.
Para ampliar sus posibilidades comerciales en una red que tributa tanto a la población como al sector no estatal y a los visitantes internacionales que desandan la segunda ciudad en importancia de Cuba, han desarrollado productos con un contenido más bajo en azúcar, que tributa a la salud.
De acuerdo con Elizabeth Perera Segura, especialista principal de producción, 10 productos de Ponupo con estas características bien pudieran tener una favorable acogida en la cadena de tiendas TRD. Entre ellos se encuentran segmentos de piña, trocitos de fruta bomba, cascos de guayaba y toronja, lonjas de coco, pulpas naturales de mango, maracuyá y guayaba, así como pulpas de frutas menos conocidas como zapote, anón y tamarindo, explicó.
Para ello, consideró, los primeros pasos son asegurar la materia prima, hacer las pruebas de calidad, formular las fichas técnicas y contratar los frutales. Esta iniciativa podría convertirse en un nuevo e importante filón financiero para la EPIA de Santiago.
