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Club de Sommeliers de Cuba: Veinte años de cultura e identidad

El Club de Sommeliers de Cuba llega a sus 20 años con un vasto recorrido pero a la vez atento a lo que está por venir luego del restablecimiento de las relaciones diplomáticas con EE.UU.


Jueves 08 de Enero de 2015 | 01:00:00 AM 

Autor

Melbys Nicola

El Club de Sommeliers de Cuba llega a sus 20 años con un vasto recorrido pero a la vez atento a lo que está por venir luego del restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos. Ya sea trabajando en espacios estatales o no, todos sus miembros destacan el impacto que ha tenido en sus vidas este movimiento.

Para Alejandro Herrera, sommelier, "la fundación del Club hace 20 años significó los primeros pasos de volver a beber vino en Cuba desde una mirada más profesional.

"Aunque se perdió bastante esa costumbre, nunca se dejó completamente el consumo, pero la tradición de utilizar los destilados de la caña de azúcar siempre fue más importante. El Club hizo su aporte por un nuevo impulso y ya se ven los resultados. Un ejemplo es que los vinos económicos se acaban en los mercados durante las fechas festivas, en que se vuelven a tomar vinos espumosos y tintos, pero también durante el resto del año y eso ha sido un aporte del trabajo de los sommeliers.

"Hoy el entorno ha cambiado. El Club está en ese proceso pues  los tiempos indican que debe ser más inclusivo que exclusivo. Además, la coexistencia en la sociedad de establecimientos, tanto estatales como privados, significa también otro contexto y la formación que adquirimos influye en la percepción de la gastronomía cubana de hoy.

"El sommelier es el enlace entre el salón y la cocina, quien hace que todo salga bien. Para que un salón funcione adecuadamente es casi obligatorio tener un sommelier o alguien que entienda de vinos y pueda adecuar las comidas con las bebidas, guiando al comensal en función de lo que quiere beber y qué puede ser mejor. Se necesita valorizar más a esta figura, determinante en la economía, en el placer, en lograr un nuevo sabor que el cliente no venía a buscar y con ello, se propicia su sorpresa y satisfacción", destaca.

Para muchos de estos especialistas la existencia de este Club ha sido fundamental en sus logros como profesionales y como personas. Ellos coinciden en afirmar que se trata de una progresión que nunca cesa, que demanda estar pendiente todo el tiempo por lo dinámico y cambiante que es el mundo de la gastronomía y en especial de las bebidas.

Señalan que la organización ahora entra en una nueva era, en especial con la previsión de turistas de otras geografías y las exigencias para el sector gastronómico y de servicios que esto implica, pero también como oportunidad para un mayor reconocimiento de las muchas potencialidades de la Isla.

Enfatizan que el sommelier cubano es espectacular en el mundo por la necesidad de buscar información exterior hace que el espectro sea muy global. En otros países el especialista es más regional.

En el caso de la Mayor de las Antillas el campo es muy amplio y es gracias al trabajo del Ministerio de Turismo y sus escuelas, el Club de Sommeliers, la experiencia de los profesores y la necesidad de aprender y diversificarse. El interés propio, la búsqueda continua, la documentación y mucho entusiasmo son parte de las fortalezas que les han permitido sentar bases y formar generaciones reconocidas internacionalmente.

Las puertas del vino en Cuba

Si bien la pasión y exploración constantes han cimentado la labor de estos profesionales, las casas importadoras de bebidas presentes en el país han sido también actores neurálgicos en este desarrollo. Estas empresas representan un importante papel porque son las que acercan los productos y permiten, con su apoyo, evaluar y tomar decisiones al respecto y, en un territorio sin viñedos, aprender sobre vinos.

Miguel Miranda, sommelier estrechamente vinculado en su labor comercial con empresas como Inversiones Pucara S.A. y UCSA Freixenet, puntualiza que la existencia de este Club ha sido muy importante porque alcanza elevada profesionalidad, sobre todo en comparación con el resto del Caribe y Centroamérica.

"En niveles de conocimiento y formación es el único país de la zona caribeña que ha logrado llevar un candidato a una competencia mundial de sommeliers, y eso es un gran aval. Es formidable que después de 20 años se mantenga el espíritu vivo y es esencial que siga creciendo y buscando mecanismos y asociaciones que lo hagan más internacional", subrayó.

Por su parte, Jorge Figueredo Rodríguez, gerente comercial del grupo Freixenet en Cuba, recalca: "Seguimos apostando por el Club de Sommeliers como lo hacen otras casas, ya que creemos en la diversidad de productos y en la posibilidad que tenemos, mediante estos profesionales, de poner nuestra carpeta a disposición de nuestros compradores.

"De hecho, cuando un cliente degusta un producto es el justo momento en que se convence de su calidad y se convierte en vocero. Hablamos de premios, experiencias en otros mercados, pero tenemos que transmitirlas en Cuba. Son paladares diferentes y lo más importante es traer lo que se pueda ajustar al gusto de los cubanos y al mercado que estamos trabajando.

"Hoy tenemos un panorama mucho más atractivo y cuya variedad da posibilidades muy interesantes. Como grupo, durante 20 años se han ido creando cimientos muy valiosos".

Como empresa de gran alcance internacional Freixenet tiene contacto con disímiles nichos comerciales. En particular, su oficina en Cuba representa también a Centroamérica y el Caribe atendiendo alrededor de 14 países. Sus directivos no dudan en afirmar que la Mayor de las Antillas cuenta con el personal gastronómico más preparado del área, y explica Jorge Figueredo: "esto tiene mucho que ver, primero, con la educación propia del cubano y después por la motivación e interés en un tema específico, lo cual es palpable cada día. Vemos que es un movimiento audaz, una mezcla de sabiduría y pasión,  que transmite y sorprende".

Miriam Alfonso, sommelier formada en Cuba, reconocida profesora y fundadora del Club de Mujeres del Vino, realza cuánto ha significado en su vida esta organización que hoy celebra dos décadas.

El hecho de ser mujer en un entorno mayoritariamente masculino ha sido, según sus propias palabras, un desafío pero también algo muy enriquecedor gracias a lo cual es mejor profesional pero también mejor persona. Aprender de maridajes y sabores ha propulsado su capacidad creativa y hoy es una de las titulares más reconocidas del sector. "Muchas cosas hermosas han surgido de este camino. Incluso el arte se ha vinculado con nuestro quehacer pues la orfebre Roxana Vargas, apasionada por nuestro trabajo, hoy crea piezas inspirada en vinos, uvas, y nos representa internacionalmente como en su colaboración con Moët & Chandon e Inversiones Pucara S.A. Por otro lado, cada vez son más las mujeres que se acercan a este sector y enriquecen lo que hacemos.

"Cuba también ha ganado reconocimiento internacional con la labor de sus profesionales. No somos un país viticultor, pero trabajamos con pasión y llegar a los 20 años es la mejor prueba de ello".

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